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Diego Maradona, del 10 a la eternidad

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Velorio de Maradona
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ADIÓS 2020

Crack, ídolo, fenómeno popular: todo en él era desmesurado

L a muerte de Diego Maradona el 25 de noviembre de 2020, noticia deportiva del año en Argentina y una de las principales en el resto del mundo, recordó a todos la dimensión del fenómeno social que ya representaba el astro.

Miles y miles de personas tratando de ingresar al velatorio en la Casa Rosada de Buenos Aires, en medio de incicentes y sin precauciones sanitarias ante la pandemia, crearon imágenes esperables tras la desaparición de uno de los mayores futbolistas de la historia y seguramente el más carismático, contradictorio y polifacético.

El año 2021 continuará las historias sobre las circunstancias de su muerte y sobre el reparto de su herencia, dos ejemplos más de la constante presencia de Maradona en los medios, incluso las tres décadas posteriores a su retiro. Incluso ya fallecido.

Tras el fallecimiento se repitieron mil veces las escenas del Mundial de México 86, su momento cumbre, que contribuyó en forma decisiva a su fama, y se reiteraron homenajes de todo tipo.

De sus 60 años sobre la Tierra, no menos de 45 lo tuvieron en los primeros planos. Primero como joven prodigio en Argentinos Juniors, luego como estrella de Boca, más tarde en un problemático pasaje por Barcelona hasta su otro gran período estelar, con sus hazañas en Napoli.

Ya entonces su vida era una vorágine de fútbol, dinero, drogas, fiestas, primeros pasos hacia su autodestrucción.

Ocurrió tanto en la vida de Maradona, dentro y fuera de la cancha, que se necesitaría más de un suplemento para dar una lista resumida de logros y caídas. Todo era desmesurado en él, desde la cantidad de ingleses que eludió para convertir su gol más notorio en México, como sus problemas de salud, que en más de una ocasión lo tuvieron al borde de la muerte pero siempre había podido resurgir, hasta el 25 de noviembre pasado. Sin olvidar, por supuesto, la idolatría eterna que supo conquistar en millones de hinchas maravillados con su fútbol pero también por su personalidad directa y contestataria.

Su última etapa tanto deportiva como personal lo vio entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata, sentado en un sillón junto a la cancha, mostrando el deterioro físico de tantas vidas vividas en sus 60 años.

A pesar de su apodo, D10s, Maradona resultó un ser humano, y también tuvo su día final. Claro que no fue un ser humano como los demás.

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