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A Diego Aguirre se le agotó el crédito

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Foto: @SanLorenzo

En San Lorenzo lo respalda el presidente Lammens; pero lo señala Tinelli, lo mira de reojo el plantel y lo cuestionan los hinchas.

"Se apuraron a cerrar el cajón porque yo estaba con un ojo abierto". La frase no pertenece a una macabra escena de una película de terror. Fue un mensaje de Diego Aguirre, el entrenador de San Lorenzo , semanas atrás, cuando el Ciclón logró el pase a los octavos de final de la Copa Libertadores en un angustioso triunfo contra Flamengo por 2 a 1.

Aguirre, en realidad, tiene los ojos bien abiertos. Ve todo: que lo señala Marcelo Tinelli , el vicepresidente; que es observado por el plantel, y que el hincha, el de a pie, le soltó la mano desde hace un buen rato. Lo sostiene Matías Lammens , el presidente que no suele tomar drásticas decisiones, puñetazos de calentura, golpes de efecto ante el pesimismo.

El uruguayo lo entiende muy bien, sabe de fútbol y de circunstancias: todos aguardan un gesto. Gabriel Heinze , el DT que logró el ascenso a primera con Argentinos, espera con el celular siempre prendido.

Apenas días después de sellarse su renovación, hasta junio de 2018, Aguirre atraviesa una nueva crisis; seguramente, la definitiva. De 51 años, pretendido por Peñarol, es un buen entrenador, entiende de manejo grupal y, en las primeras semanas, creó una estructura sólida y atractiva. Duró un suspiro.

Las salidas de algunas piezas esenciales, como Sebastián Blanco, Martín Cauteruccio y Néstor Ortigoza, le quitaron magia, rebeldía y liderazgo. Se sumaron despistes: malos resultados, deslucidas tareas y salidas traumáticas, como la de Sebastián Torrico; Leandro Romagnoli casi no participa; e invitó a retirarse a Fabricio Coloccini y Tino Costa, algo que provocó cierta inquietud en el plantel.

Su presencia, en realidad, se recorta por la permanencia de San Lorenzo en la Copa Libertadores; está en los cuartos de final y jugará con Lanús, luego de superar por penales a Emelec.

La derrota por 1 a 0 contra Deportivo Morón, por la Copa Argentina, fue el último trago amargo después de varias infusiones traumáticas. En la misma sintonía, también pasó por las manos salvadoras de Nicolás Navarro -un acierto suyo- en la anterior etapa, contra Cipoletti. Adversarios inferiores -en cantidad y calidad-, que le provocaron este estado de agonía deportiva.

En la Copa Sudamericana pasada, fue eliminado por Chapecoense en las semifinales; en la anterior Copa Argentina, fue despedido por Gimnasia LP en los cuartos de final y no alcanzó la clasificación directa para la próxima Copa Libertadores. No es el único responsable en un club acostumbrado, en tiempos recientes, a estar en la élite de los acontecimientos domésticos e internacionales. Los refuerzos -lo de antes, los de ahora- no dieron el esperado salto de calidad y los jóvenes -la mayoría, de jerarquía- no pueden quemar etapas demasiado pronto.

En las próximas horas, habrá reuniones de todo tipo. Entre las autoridades, con los jugadores y con el cuerpo técnico en particular. Ya no se trata de contemplar cuánta fuerza tiene el entrenador, sino de conocer el semblante de los líderes, aunque el escenario es incómodo.

No sólo Torrico y Romagnoli no juegan: Juan Mercier tampoco es imprescindible para el conductor. La preocupación de Lammens es deportiva, económica y ética: no sólo hace cuentas en tiempos en que la vuelta a Boedo sigue siendo el principal desafío, sino que el mensaje de transparencia y respeto por los acuerdos representan otros de sus principales mensajes.

San Lorenzo hará su presentación en la Superliga el próximo domingo, a las 16.05, contra Racing, en el choque más atractivo de la primera fecha. El escenario será incómodo: el Nuevo Gasómetro, que en las últimas semanas suele castigar ciertas decisiones del DT. Para los encuentros contra el equipo granate, en la Libertadores, todavía falta: el primer desafío será el 13 de septiembre, también en el Bajo Flores.

Sin embargo, los tiempos se mezclan en pasado y presente: la pretemporada acaba de terminar, con la impronta de un entrenador convencido del futuro, apenas un puñado de días después de la renovación. La hipótesis de Heinze -o Pablo Lavallén, que podría ocupar el banco azulgrana-, debería hacer un rápido diagnóstico, entrar en la cancha y ganar. El fútbol no suele tener tiempo para la paciencia.

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Foto: @SanLorenzo

argentinaLA NACIÓN/GDA

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