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El día después

| Cuando salió del Estadio Centenario la gente lo llevó en andas y después recibió dos llamados que lo emocionaron, el del contador Damiani y el de Bengoechea.

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SILVIA PÉREZ

El barrio todavía descansaba, pero en la casa de Egidio Arévalo Ríos ya había actividad. El volante había salido temprano a comprar todos los diarios, y no era para menos. Su rostro y sus goles estaban en todos lados. Convertir dos goles en su primer clásico y recibir un puntaje de 10 puntos de parte de los especialistas no es cosa de todos los días.

Es la segunda vez que Marta, la mamá de Egidio Arévalo Ríos viaja desde Paysandú para ver jugar a su hijo. Al menos desde que pasó a Peñarol. Había estado en el debut del volante ante Rampla Jrs. y repitió para el clásico. Llegó el miércoles y apenas bajó del ómnibus anunció: "vengo a buscar el triunfo, un gol del hijo y me voy".

Ayer, por la mañana, estaba instalada en el apartamento de su hijo, disfrutando de sus nietos. Por la tarde debía emprender el regreso a Paysandú, pero en lugar de irse con un gol en la valija, se llevaba dos.

Marta tuvo siete hijos, y Egidio es el quinto. Hoy, los mayores viven y trabajan en Porto Alegre, hay otro que está en Buenos Aires, y junto a ella sólo quedan los dos menores. Una mujer y un varón, de 23 años, que son mellizos y siguen en la casa de mamá.

"La vamos a traer de vuelta para el partido frente a Danubio. Ahora ya es cábala", dijo su nuera Carla.

SALIDA. La de ayer era una jornada diferente en las viviendas de la calle García Lorca, allí detrás del Liceo Bauzá, y muy cera de la cancha de Bella Vista. Dahiana, la mayorcita de seis años, no había ido a la escuela. Es que al igual que el resto de la familia, incluido el pequeño Ignacio de seis meses, se había acostado muy tarde y sus padres decidieron no mandarla a clase.

Dahiana aún tenía frescas en sus retinas las imágenes de la salida de su padre del estadio. Fue el último en abandonar el vestuario junto a Gregorio, y ambos fueron ovacionados por los hinchas que se habían quedado a esperarlos. Egidio fue levantado en andas por los fanáticos y su hija, que no entendía mucho lo que pasaba, se había puesto muy nerviosa. Quería a su papá para ella, pero tuvo que esperar un buen rato para poder abrazarlo. "Una señora me agarraba, me abrazaba y me pedía que Egidio no se fuera de Peñarol", contó Carla, su esposa.

FELICITACIONES. Cuando por fin pudieron subir al auto del empresario Rodríguez, sonó su celular. Era el contador Damiani para saludar al volante. "Estaba muy contento. Me felicitó y me dijo que siguiera trabajando así y quería volver a verme. Su llamada fue una alegría enorme", contó Egidio, muy impresionado por la llamada del presidente.

Pero no fue la única vez que sonó el celular. Pablo Bengoechea averiguó el número de teléfono de Arévalo y también lo llamó para felicitarlo. "Me agradeció porque le había dado una alegría muy grande a la hinchada, que lo necesitaba. Yo no lo podía creer. Que Bengoechea me llamara fue algo muy importante para mí", confió el volante.

Más tarde, ya entrada la noche, Egidio fue como invitado a un programa de televisión y posteriormente a una comida con todo el plantel aurinegro. "Papá festeja con sus compañeros y nosotros festejamos acá con la abuela", se había quejado Dahiana. Quien de todas formas esperó levantada el regreso de su padre.

DEBUT. Hace sólo tres meses que Egidio llegó a Peñarol y ya ocupa un lugar preponderante en el corazón de los aurinegros. Si algo faltaba para que se metiera definitivamente en el alma de los hinchas, era anotar dos goles en el clásico. Algo que ni él mismo se imaginaba.

"Sabíamos que teníamos que aprovechar porque Danubio había dejado puntos por el camino y por suerte estábamos tranquilos. El partido salió exactamente como lo había planificado Gregorio durante la semana. Nos había dicho que teníamos que tapar a Tejera y a Delgado y lo hicimos. Los tapamos bien y no los dejamos jugar. Y sabíamos que había que aprovechar las jugadas de pelota quieta. A mí el técnico me había dicho que entrara con sorpresa al primer palo. En el primer tiempo fue la única vez que entré y pude convertir el gol. Peiné la pelota y luego me quedó ahí para puntearla. ¡No lo podía creer! ¡Era mi primer clásico y había hecho un gol!", contó sumamente feliz.

FESTEJOS. Egidio le había prometido al arquero suplente Sebastián Pereira que si tenía la suerte de convertir un gol se lo iba a dedicar. Es que el volante siempre bromea con "Tián" sobre su parecido con el chofer del ómnibus que los lleva la estadio. Un morocho alto igualito al arquero. Pero con la emoción de haber convertido, se olvidó de dedicarle el gol a su compañero.

En el entretiempo Pereira se lo reprochó y él le dijo que iba a tratar de anotar otro gol para enmendar su error. Por eso cuando anotó el segundo de cabeza, miró hacia el banco de suplentes y comenzó a hacer el gesto de que iba manejando, recordándole al chofer. A su vez "Tián" le respondió haciendo lo mismo.

"Estaba esperando el rebote y anticipé a los defensas de Nacional. No me lo esperaba. Dos goles ya era demasiado para mí. ¡Y de cabeza! Salió todo redondito. Cómo cambió todo en mi vida en tres meses. Parece que hiciera mucho más tiempo que estoy en Peñarol", admitió.

El próximo fin de semana los aurinegros deben enfrentar a Tacuarembó, pero el volante no tiene preferencias con respecto a dónde jugar ese partido. "Por un lado creo que sería mejor jugar acá en el Estadio Centenario, porque va a ir muchísima gente, pero jugar en el interior también es muy lindo. Y seguramente la gente de Tacuarembó nos debe estar esperando", dijo.

"De todas maneras, lo importante es ganar. Después de lo que nos pasó en el clásico creo que vamos a llegar muy bien, aunque siempre se dice que después de estos partidos hay un bajón. Ojalá que no nos pase. Además, creo que Danubio va a perder algún punto más. Da la impresión que está todo dado para nosotros. Es la primera vez que dependemos de nosotros mismos, y eso es muy importante. Si ganamos los dos partidos que nos faltan nos quedamos con el título. Se me viene dando todo: el pase y los goles en el clásico. Si llegamos a salir campeones, ¡me muero!", agregó.

Egidio tiene 24 años y por más que hay interés de varios equipos por él, ni piensa en irse de Peñarol. "No tengo ningún apuro. Hace sólo tres meses que estoy en Peñarol. Hay un grupo muy bueno y me trataron siempre muy bien, desde el principio. Si pudiera elegir me gustaría quedarme en Peñarol, por lo menos un año más", confió.

En el apartamento de la calle García Lorca, el teléfono no paraba de sonar. Mensajes de amigos, felicitaciones, requerimientos periodísticos. Era una locura. Eduardo Rodríguez, el representante del jugador, los había invitado a almorzar, y allí marcharía toda la familia. Por lo general, los Arévalo comparten una o dos comidas por semana con la familia de Rodríguez.

El miércoles pasado comió un asado en el domicilio del empresario. "Asar es una terapia para vos, hacé vos el asado que así anotás un gol en el clásico", le había dicho el representante. Y se cumplió, aunque con creces. De aquí en más el asador va a ser siempre Egidio.

Bella Vista lo pagó 80.000 dolares y en 4 cuotas de 20.000

Egidio Arévalo Ríos llegó a Bella Vista en el año 2002, desde Paysandú Bella Vista. Los dirigentes del papal montevideano habían recibido muy buenos informes sobre el volante y, finalmente, hicieron las gestiones para traerlo a la capital. Pagaron por él 80.000 dólares, en cuatro cuotas de 20.000 cada una. En agosto pasado Egidio pasó a Peñarol, equipo con el que tiene contrato hasta julio de 2007. Su llegada se debió a la partida de Omar Pouso a Inglaterra. Egidio era la segunda opción de Gregorio Pérez que pretendía a Julio Mozzo. Pero como Central Español pidió mucho dinero, el que llegó fue Egidio. Los aurinegros adquirieron el 20% del pase del volante y para quedarse con él definitivamente tienen que llegar a un acuerdo con el empresario Eduardo Rodríguez, dueño del resto de su ficha. Obviamente, que la cotización del sanducero, luego de estos tres meses en el equipo aurinegro, ha aumentado considerablemente. Sus buenas actuaciones en el Apertura, su regularidad, y sobre todo los goles en el partido clásico ya han cambiado la historia. Los directivos aurinegros están dispuestos a retenerlo y él también quiere quedarse.

Cuando tenía 15 años estuvo en la sexta división de Peñarol

En una de esas charlas que se dan en las concentraciones, Egidio le contó al técnico Gregorio Pérez que ya había estado en Peñarol. En efecto, cuando tenía 15 años estuvo tres meses probándose en la Sexta División aurinegra, pero no pudo quedarse. "Al principio no fue nada fácil, vivía en una pensión frente al Palacio y extrañaba mucho mi pueblo. Además, era muy jovencito. Por suerte había otros dos jugadores de Paysandú que me hacían un poco más llevadera la cosa. Pasó el tiempo, y todo iba bien pero al final, cuando llegó el momento de ficharme, hubo un problema entre los dirigentes y no me arreglaron el contrato. Ni me acuerdo quién era el técnico de la Sexta División, pero no fue por él, sino por un inconveniente entre los directivos de los dos clubes. Entonces me tuve que volver a Paysandú y a Bella Vista, donde jugaba por ese entonces. En ese momento era sólo Bella Vista, todavía no era Paysandú Bella Vista. Me acuerdo que cuando me tuve que volver estaba muy triste porque me había ilusionado mucho con la posibilidad de quedarme en Montevideo. Pasó el tiempo y vine a Bella Vista. Por suerte, ahora estoy teniendo mi revancha en Peñarol. Y es muy linda".

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