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El 10 que no cree estar en extinción

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Martín Ligüera y su hijo Felipe. Foto: Ariel Colmegna.
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Martín Ligüera, el mejor del fin de semana, cree que sigue habiendo enlaces, pero que ya no los utilizan.

"¡Ayyy no! Me abrís la puerta justo vos que me la clavaste en el ángulo el domingo", exclama el caballero que acaba de arreglar el ascensor en el edificio donde vive Martín Ligüera. "No me digas que sos hincha de Danubio", responde el jugador, mientras firma la factura.

Unos minutos después, tras explicar casi avergonzado que es una especie de administrador del edificio, el número 10 de Fénix reconoce que ya no hay muchos que jueguen en su puesto. "No creo que no existan más los 10, pero no utilizan en la posición que realmente le gusta jugar al enlace. De repente lo ponen de medio punta, o de doble cinco para que inicie la jugada", aclaró.

"A mí me gusta hacer goles, también dar pases de gol, pero en mi carrera me caractericé por convertir goles y me gusta jugar cerca del arco. He jugado de segundo cinco, pero a mí me gusta ser 10, jugar atrás de los delanteros y ser la conexión con los volantes. Ser preciso y agarrar la pelota, aunque con el paso del tiempo uno la agarra cada vez menos", admitió sonriendo.

"En Uruguay somos exportadores y los dirigentes buscan jugadores que se puedan vender en Europa para hacer dinero. Se buscan futbolistas rápidos, por afuera, que hagan el desdoble; que sean dinámicos y el 10 por lo general hace la pausa y enlentece. Entonces ya casi no se usa ese jugador que está por delante de los volantes, no se usa más. O se lo coloca más atrás. Y los jóvenes piensan: si soy 10 dónde me van a vender. Entonces prefieren ser un volante por afuera, o un segundo cinco", aseguró el autor de un golazo que cambió el partido frente a Danubio, en el mejor momento del equipo local. Y que luego levantó el centro para que Pallas cabeceara y asegurara la victoria.

Sin embargo, y contrariamente a lo que opinan los medios, el número 10 no considera haber hecho un buen partido. "Me he caracterizado siempre en mi carrera por ser sincero y eso a veces hasta me jugó en contra. No voy a cambiar ahora. En la parte grupal, de repente Rosario se quedó muy conforme porque ayudé con el cinco o me hicieron faltas, o considera que le pegué bien en las pelotas quietas. Pero después está lo que piensa el jugador y yo llevo casi 20 años jugando. Y he incorporado muchas cosas, pero lo que me gusta es jugar de primera, meter un pase de gol, patear al arco. Y el domingo, en el primer tiempo, no tiré una sola vez al arco, no metí un pase de gol y recibí siempre forzado. Agustín Viana me marcó muy bien, no se distrajo en ningún momento y no me dejó espacios. Dentro de la cancha no me sentía cómodo", explicó.

"Claro, después tengo que reconocer que el partido se definió con una jugada crucial, que abrió el encuentro y eso dimensiona mucho más la actuación. Pero yo por dentro no sentía haber hecho un buen partido. Después, cuando vi que ganamos, quedamos primeros e hice un gol precioso, me quedé muy contento".

En Fénix Ligüera tiene libertad para jugar como le gusta al 10. "Me siento muy cómodo con el sistema de Rosario Martínez. Nos defendemos muy bien, dejamos venir al rival y una vez que recuperamos, los compañeros tratan de buscarme enseguida. Y cuando puedo girar me encuentro con mucho espacio adelante y compañeros que en velocidad están por encima de la media. Las cosas están saliendo bien".

Para Ligüera, el convencimiento del entrenador sobre su idea es clave. Le pasó con Carrasco y con Gregorio Pérez. "Son técnicos que te llegan. Me pasó con ellos dos, con Rosario y con otros entrenadores también. Yo no soy técnico, pero si un día lo fuera me gustaría que el equipo tuviera mi sello; que represente mi idea. Uno escucha declarar a Rosario y dice exactamente lo mismo que nos dice a nosotros. Y Carrasco igual; y Gregorio también. Por nombrar a tres y eso el jugador lo agarra al toque", agregó mientras acariciaba a Felipe, su hijo de cinco años. Nicolás, el más chico, dormía recuperándose de la mañana en el jardín.

Otro baile para Pirlo.

El "Pirlo de Capurro", como llaman a Ligüera los hinchas de Fénix, tiene 35 años y debutó en Primera con 16. "Pirlo" reconoció que Fénix está para más. "Ahora nos metimos en un baile distinto. No podemos seguir con lo del descenso porque tenemos 71 puntos. Conseguir algo más va a depender de nosotros. El equipo sabe a lo que debe jugar y siente la pertenencia. Y eso es un plus, pesa, en momentos cruciales. Está todo dado para conseguir algo más".

Martín Ligüera, con Fénix. Foto: Archivo El País.
Martín Ligüera, con Fénix. Foto: Archivo El País.
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Martín Ligüera y su hijo Felipe. Foto: Ariel Colmegna.

FÉNIXSILVIA PÉREZ

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