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El crack nace...y se hace

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En la esencia, que son los atributos técnicos, físicos y anímicos, nunca hubo duda: el crack nace, no se hace; aunque en el primer aspecto pueda mejorar las dotes naturales, y así superarse.

Adentro de la cancha, Diego Forlán es un ejemplo claro: no explotó en las inferiores de Peñarol, tampoco en las de Danubio, y sí en Independiente, luego de pegarle mucho a la pelota a influjo de su padre ante un frontón numerado con su pierna menos hábil; y afuera, basta ir a la página 4 de Ovación del jueves pasado, donde Luis Inzaurralde describió cómo Diego, y sus hermanos Pablo y Adriana, crearon en torno a la imagen del jugador una "marca registrada".

Es "marketing"; ante el que contrasta una imagen televisiva reciente, que mostró mucho antes de un partido y en el marco distendido de un estadio vacío, al único periodista uruguayo en el Sudamericano Sub 17 aguardar el paso de los celestes para registrar pocas palabras de cada uno, y a la mayoría siguiendo de largo.

Son botijas; por eso alguien debería decirles que en ese caso, el periodista no pierde nada, pierden ellos: de "vender" la marca del crack que son adentro de la cancha.

El análisis

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