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Un clásico diferente: gritos de los jugadores, aliento de los dirigentes y controles estrictos

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El clásico fue a puertas cerradas en el Estadio Centenario y con mucha niebla. Foto: Leonardo Mainé.

TORNEO APERTURA

La hinchada fue la gran ausente de un partido en el que los jugadores hablaron poco y los directivos tuvieron un duelo pocas veces visto.

La fiesta no fue completa. Al clásico, además de fútbol, le faltó un componente de lujo: la gente. Las tribunas vacías cambiaron todo el entorno del Estadio Centenario.

Más allá de que los hinchas hicieron de las suyas cuando el sábado los tricolores se reunieron en Los Céspedes y los carboneros se congregaron en las afueras del Campeón del Siglo el domingo, al partido le faltó el aliento de los fanáticos y eso se sintió bastante.

Cuando Nacional salió a la cancha, un grupo de cinco hinchas autorizados, fueron los encargados del recibimiento al equipo con muchísima pirotecnia desde la Tribuna Olímpica. Lo mismo ocurrió con parciales de Peñarol, pero desde el talud de la Tribuna Ámsterdam.

Por supuesto que no fue lo mismo. Faltó ese fervor que siempre le aporta un plus a los jugadores, ese clima de fiesta que hace a este choque histórico tan especial y ese duelo de cánticos que por ahora deberá esperar un tiempo más para reaparecer por la pandemia de coronavirus.

Las pelotas fueron desinfectadas permanentemente. Foto: Gerardo Pérez.
Las pelotas fueron desinfectadas permanentemente. Foto: Gerardo Pérez.

Y esa ausencia de gente en las tribunas trajo consigo que desde la América se escucharan muchas de las voces de los protagonistas en la cancha. “¡Dale, dale!”, se gritaban los futbolistas antes de que Christian Ferreyra pitara el inicio.

“¿Dónde está la pelota?”, se preguntaban los dirigentes de Nacional, que del lado contrario a los de Peñarol, observaron las alternativas del encuentro en la Tribuna América. Todo haciendo alusión a la niebla que se adueñó de la tarde en el Centenario.

Mientras tanto, dentro de la cancha, hubo gritos de aliento y de precaución casi que de manera permanente, aunque dio la impresión de que los protagonistas se cuidaron un poco a la hora de hablarse, dar indicaciones y hasta discutir ya que no hubo ni una escaramuza, algo que en un juego como este es una constante.

Gary Kagelmacher repitiendo en varias ocasiones un “¡Ojo, ojo!” para sus compañeros a la hora de salir jugando, Gonzalo Bergessio alentando a sus compañeros en cada acción de ataque y los gestos de los entrenadores marcaron el transcurso del encuentro.

Gustavo Munúa. Foto: Gerardo Pérez.
Gustavo Munúa. Foto: Gerardo Pérez.

Gustavo Munúa se dedicó a dar muchas indicaciones a la defensa: “¡Juntos, juntos!”, le gritaba a la línea de cuatro zagueros haciendo hincapié en Ayrton Cougo: “Cerrate más, cerrate más”, le pedía el entrenador al lateral. Del otro lado, Pablo Forlán lo vivió con mucha calma y tranquilidad. Se limitó a dar indicaciones y apareció en pocas oportunidades dirigiéndose a los jugadores.

Desde afuera, los goles se vivieron con mucha intensidad y en el cierre del partido, todos pedían tranquilidad, marca y empuje. Nadie quería perder.

La nueva normalidad llegó al fútbol. El Centenario vacío fue testigo del empate clásico en un partido al que no le faltaron emociones ni pasión, pero sí la fiesta en las tribunas y a eso habrá que ir acostumbrándose. No queda otra.

Pablo Forlán. Foto: Gerardo Pérez.
Pablo Forlán. Foto: Gerardo Pérez.

El duelo que no siempre se deja ver en un clásico

Sin hinchas en el Estadio Centenario, los dirigentes de Nacional y Peñarol fueron los grandes protagonistas desde la Tribuna América en el clásico: gritos de aliento, aplausos y, como siempre, protestas de todo tipo.

El “¡Vamo’ Nacional, eh!” del inicio del juego fue el punto de partida ni bien Christian Ferreyra, de muy buena labor ayer por la tarde con un correcto arbitraje, dio la orden para el comienzo del encuentro. De ahí en más, hubo de todo en la América. De un lado y del otro.

Es que si bien las palabras fueron más de aliento hacia los jugadores que de protestas al árbitro, en varias oportunidades muchos saltaron de su asiento para hacerse escuchar.

Banco de suplentes de Peñarol en el clásico. Foto: Gerardo Pérez.
Banco de suplentes de Peñarol en el clásico. Foto: Gerardo Pérez.

“¡Dejate de joder, Ferreyra. No lo toca, todo pelota!”, fue el grito de un directivo tricolor tras la amarilla que recibió Mathías Suárez a los 34’ por una falta a Facundo Pellistri.

En medio de la fría tarde, Pablo Durán fue el más activo de los dirigentes, dándole para adelante a sus jugadores y también con alguna protesta a Christian Ferreyra.

Del otro lado también hubo alguna recriminación al juez: “¿Cobraste mancha?”, exclamó un consejero aurinegro luego de una falta en la ofensiva carbonera.

Banco de suplentes de Nacional. Foto: Gerardo Pérez.
Banco de suplentes de Nacional. Foto: Gerardo Pérez.

Con Nacional en ventaja, pero con el equipo sin jugar bien, el presidente José Decurnex abrió sus brazos y tiró: “Vamos a agarrar la pelota, carajo”. Enseguida vino el gol del empate de Peñarol.

De ahí en más, el apuntado de los carboneros fue Pellistri: “¡Facu, la vuelta Facu, la vuelta!”, le gritaban al atacante para que se replegara, ya que Peñarol estaba con 10.

Los dirigentes jugaron un clásico aparte con aliento y protestas, pero con mucho respeto: todos se saludaron antes y después del partido que terminó 1-1 en el Centenario.

Control sanitario para las pelotas en el Centenario. Foto: Gerardo Pérez.
Control sanitario para las pelotas en el Centenario. Foto: Gerardo Pérez.

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