Cualquier equipo que pretenda tener éxito deportivo necesita de manera imperiosa contar con un arquero que transmita seguridad, que responda en los momentos más trascendentes, que ataje una clara pelota de gol. Mejía lo ha demostrado. Tiene buenos reflejos, temperamento, lidera desde el arco. Se sabe colocar y juega bien con los pies.

Para arrimarse más al triunfo es necesario contar con un equipo que exponga un abanico de posibilidades de concretar la culminación de las jugadas de ataque. Nacional tiene ese potencial. Puede definir en el juego áereo, tiene desborde por las bandas, remates de pelota quieta y, fundamentalmente, alternativas en el banco de suplentes.

Con la fuerza de sus goles, su temple, su lucha incansable, su inteligencia para moverse dentro del área, el delantero argentino se convirtió en un símbolo de Nacional. Descuidarlo un segundo es letal y sus movimientos por lo general tienen que ser observados con atención por más de un jugador, lo que termina colaborando para que otro compañero se destaque. Bergessio es sinónimo de gol y arma fundamental para ganar un campeonato.

Los clásicos son siempre partidos especiales y la carga emocional que generan por lo general terminan minimizando algunos aspectos técnicos. Hay que estar preparado para estos duelos, haber acumulado -como si se tratase de un piloto de aviación- horas de "vuelo".

Contar con un jugador veloz y que entrega profundidad al juego ofensivo, que resuelve las jugadas o participa en la gestación de las mismas con singular efectividad es un elemento de enorme gravitación para desnivelar en un partido. Nacional lo tiene: se llama Matías Viña. El lateral ha tenido un campeonato espectacular por rendimiento y efectividad, dado que también se ha destacado convirtiendo goles.