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“Sinceramente, para no armar un cuadro en el terreno de la teoría, sino realmente en uno que jugó me quedo con un once integrado por aquel Peñarol fantástico de 1982. Porque es indudable que podría hacer diez equipos con los fabulosos jugadores que tuve la fortuna de compartir equipo. Muchos de ellos son merecedores de entrar en un once ideal de todos los tiempos, como por ejemplo Antonio Alzamendi, Enzo Francescoli, el Beto Alonso, el Cabezón Ruggeri. En fin, puede nombrarte decenas de jugadores muy talentosos y ganadores, porque también tuvieron la oportunidad de levantar copas importantes en su carrera deportiva, lo que eleva aún más la consideración que se puede tener sobre sus aptitudes futbolísticas”, expresó Mario Saralegui.

“Hubo muchos desafíos importantes y adversarios que fueron muy difíciles de vencer, como Flamengo en 1982, pero realmente el adversario más duro siempre fue Nacional. Los clásicos eran partidos especiales, distintos a todos y demandaban un esfuerzo absoluto desde todo punto de vista, físico, deportivo, emocional. Todo colaboraba para aumentar la exigencia”.

”El mejor gol de mi carrera lo hice jugando con la Selección uruguaya y en un partido por las Eliminatorias para México 1986. Fue ante Ecuador en el Atahualpa de Quito y en un partido que comenzó a las 12 del mediodía. Pude cabecear un saque lateral de Víctor Hugo Diogo y la pelota entró por el segundo palo. Fue el 1-0 y después Francescoli abrochó la victoria”.

“El paso del tiempo es lo que te permite poder analizar de otra forma algunas de las decisiones que se tomaron oportunamente. Hoy tengo que reconocer que el peor error lo cometí al haberme ido del Barcelona al Emelec en el fútbol de Ecuador. Son dos equipos de Guayaquil, de gran rivalidad y yo fui de uno para el otro. Eso fue un error”.

“Por el fútbol tuve la suerte de conocer distintos países y muchas ciudades. Si tuviera que moverme de mi tierra, mis afectos y de mi entorno, el lugar en el mundo que elegiría para vivir y disfrutarlo es Río de Janeiro. Lo pongo por encima de muchos otros lugares magníficos porque creo que tiene la belleza y el clima ideal para vivir a gusto. Primero Uruguay, después Río”.

“Tuve la suerte de jugar en muy buenos equipos, de compartir una gran Selección uruguaya, pero me quedo con el Peñarol de 1982. Un equipazo por la impresionante calidad técnica de sus futbolistas, por el espíritu ganador, por el convencimiento colectivo y por el deseo enorme que había de sumar gloria deportiva”.