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En la China Cup, la Celeste demostró que quiere crecer en su nivel de juego

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Foto: @Uruguay

SELECCIÓN

El equipo de Tabárez reflejó cosas muy interesantes que a futuro le pueden dar mucho rédito.

Todo partido internacional, sin tener necesidad de calibrar la calidad del adversario, sirve para saber qué es lo que hay. En qué se ha mejorado y qué es lo que falta para arrimarse a la conformación del equipo ideal que entregue las mejores señales y, por ende, las mejores garantías de que se podrá lograr el éxito.

Es más que obvio: Uruguay afrontó la disputa de la China Cup con la intención de ganarla. Sin embargo, quizás el foco más importante haya estado en los medios que había que utilizar para que su nivel de juego, además de arrimarlo al título, empezara a moldear el estilo que se quiere alcanzar para los grandes objetivos.

Desde hace un tiempo Óscar Tabárez se propuso potenciar al equipo en un número que arrojó resultados deficientes para la Celeste: posesión del balón. También, conseguida una pequeña superación en ese sentido, la prioridad pasó a ser la de tener velocidad por afuera. Y ante Uzbekistán y China se puso mucho énfasis en el cuidado de la pelota, en un hilo conductor que permitiera al equipo progresar con balón dominado y aceleración por las bandas.

Con Diego Godín y José María Giménez jugando en el modo del toque la Celeste permitió comprobar que no se abandonará el pase largo que pueda sorprender a las defensas o ayudar a salir del ahogo defensivo, pero la idea primaria es la de asociarse y tratar de buscar a los receptores mejor ubicados.

Las combinaciones en el fondo, aunque existiese presión alta del rival, fueron una muestra de lo que se quiere. Por cierto, se trata de un plan viable, factible de seguir ejecutando por la calidad que tienen los mediocampistas.

Por otra parte, Uruguay no quiere desmoronar ninguno de sus fuertes atributos y eso quedó claro en los repliegues por el pasillo central, en las coberturas dobles de las franjas y hasta en el sacrificio del jugador que en alguna ocasión pudo perder la pelota.

Lo relevante de la victoria ante Tailandia, más que el hermoso trofeo levantado, estuvo en una confirmación: La Celeste quiere pilchas nuevas.

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