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En Cerro como en Conchillas

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Sonriente. La vida le dio varios golpes que lo hicieron madurar; en Cerro se siente feliz. Foto: Florencia Barre.
Archivo El Pais

Recién en su tercera experiencia capitalina, Luis Urruti aprendió a disfrutar.

A Luis Urruti la vida le sonríe. Apareció frente a Nacional en el Parque Central y jugó un gran partido. Y el fin de semana pasado marcó ante Wanderers y le dio a Cerro una victoria que mucho necesitaba.

Tiene 23 años y encontró en su tercera experiencia capitalina un lugar en el que se siente tan bien como en su Conchillas natal. "Llegué a Cerro hace dos años y medio. Estaba jugando en Agraciada, un cuadro de Palmiras", cuenta Urruti en el Tróccoli donde acaba de finalizar la práctica.

A los 15 años vino a Defensor Sporting, pero estuvo sólo dos semanas porque extrañó y se volvió para su pueblo.

Su segunda experiencia montevideana fue en Fénix. Llegó con 18 años y como estaba con otros cinco muchachos de Colonia la llevó mejor. "Éramos diez del interior viviendo juntos en una casa. Estaba acompañado y no extrañé tanto. Igual me iba todos los fines de semana para Colonia".

Hizo Cuarta y Tercera y debutó en la Primera de Fénix de la mano de Rosario Martínez. "Fue en un torneo Preparación, frente a Cerro Largo. Ganamos 3 a 2, pero me costó. El debut nunca es fácil", admitió.

Pero no tardó en volver a casa. Falleció Miguel, su padre, y el golpe fue tan duro que pensó dejar el fútbol. Lo único que quería era estar con los suyos. Apoyar a su madre, Cristina, y a sus hermanos.

"Me pegó muy fuerte. No quería jugar más al fútbol. No quería saber más nada. Me aislé. Son golpes que te da la vida. Mi padre me daba tremenda mano y estábamos siempre unidos. Yo siempre pendiente de él. Me fui para estar con mi familia. Trabajaba en una estación de servicio y jugaba en Agraciada Fútbol Club con mi hermano. Hoy me siento contento de haber ido a ayudar a mi familia para que estuviéramos más unidos".

En eso estaba cuando sus actuales representantes, Álvaro Escames y Andrés Figarola, lo fueron a buscar porque había surgido una chance de venir a Cerro. "Me vine a probar, el técnico era Danilo Baltierra y tuve la suerte de quedar. Cuando él subió a Primera División me ascendió con él y me hizo firmar contrato", relató. "Me acuerdo que cuando surgió la chance de venirme otra vez, lo hablé con mi madre y mis hermanos y me dijeron que me subiera al tren, que no se sabía si iba a volver a pasar". Y fue lo que hizo.

"Hace dos años y medio que estoy acá y recién ahora estoy disfrutando del fútbol". Es que le costó mucho recuperarse de la pérdida de su padre y además tuvo una grave lesión de ligamentos y meniscos. Tuvo que ser intervenido y estuvo un año parado. "La vida me ha golpeado mucho, pero los golpes te hacen madurar. En Cerro encontré muchos compañeros. Buena gente. Me sorprendió porque, como soy del interior, siempre me pareció que la gente de Montevideo es distinta, pero en Cerro es como si estuviera en Conchillas. Todos son muy buenos compañeros. Los jugadores de experiencia, principalmente, me han ayudado mucho. Me dan consejos de cómo manejarme en la vida. Porque acá en Montevideo, estoy solo", afirmó con agradecimiento.

"No caigo todavía", dijo sobre su presente. "Para mí yo soy uno más de todos los jugadores que hay acá, de abajo. De repente, me destacan como un buen jugador, pero soy uno más en el grupo".

Hizo el baby fútbol en el club Pueblo Gil de Conchillas. Y a los 12 lo llevaron para Uruguayo de Carmelo. "Jugaba de golero y de número 9. Me corría todo, era un loco y jugaba de cualquier cosa. Mi puesto lo encontré cuando vine a Fénix. En ese momento jugaba de enganche. Y cuando me subió Rosario Martínez me empezó a utilizar como volante porque decía que tenía buena velocidad y un buen estado físico para volantear. Hoy me gusta y me siento cómodo, principalmente porque estoy bien físicamente", recordó.

"Estamos para pelear cosas importantes, por más que estamos complicados en el descenso", afirmó volviendo a Cerro. "El grupo está muy bien, muy fuerte. Tenemos que seguir entrenando, que esto lo vamos a sacar adelante todos juntos", añadió convencido el volante-puntero que ya tiene el liceo terminado y había comenzado a realizar un curso de periodismo deportivo que tuvo que dejar cuando se lesionó. "Mi madre me llama todos los días para pedirme que estudie porque en el fútbol nunca se sabe. Sé que tiene razón, pero no le hago caso. Hoy vivo para el fútbol. Entreno acá de mañana y de tarde hago fierros en un gimnasio".

Al final compartió sus sueños con Ovación. "Sueño con un futuro lindo, como todos. Con jugar en un cuadro grande y obviamente en la selección". Integró una preselección Sub 20 con Juan Verzeri y espera seguir en la carpeta.

"Hoy estoy mentalizado en el presente, en Cerro, quiero dar lo mejor en este cuadro que me ha dado mucho. No quiero apurarme".

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Sonriente. La vida le dio varios golpes que lo hicieron madurar; en Cerro se siente feliz. Foto: Florencia Barre.

CerroSILVIA PÉREZ

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