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La Celeste consolidó su plan

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Nicolás Schiappacasse

EN POLONIA

Uruguay chocó contra un equipo que apostó a la resistencia, pero no le dejó que fuese heroica

Uruguay está del otro lado. En Polonia ya saben que la Celeste está entre los 16 mejores y en este rubro poco importa si se consiguió sin el brillo que se podía aguardar. Es bien simple, la historia se cuenta del lado del ganador y estar entre los 16 mejores era el primer objetivo que se buscaba. Así que... meta cumplida.

Además -vale remarcarlo con claridad- no es que hubo malos ratos, simplemente aparecieron complicaciones por la estrategia que montó el rival. Porque lo primero que saltó a la luz desde el inicio fue que Honduras apostó a la resistencia. Que en este caso no pudo ser heroica porque recibió dos golpes sobre los finales de cada período, pero que le permitió plantear una lucha franca y frenar el toque de la Celeste.

La marca encimada, la doble cobertura de los costados y hasta la intensidad con la que pelearon en cada metro del campo fue un punto alto de los hondureños. Gracias a eso, la Celeste se vio obligada a abandonar -por varios pasajes- el toque corto y la progresión con triangulaciones.

El juego más vistoso que tiene el Uruguay de Gustavo Ferreyra y que aparece con esas combinaciones recién pudo apreciarse después de los primeros 20 minutos. Porque hasta ahí lo único que había dejado ver Uruguay fue un tiro libre ejecutado por Nicolás Schiappacasse tras una infracción a Santiago Rodríguez.

Esa acción, primer intento de la Celeste por arremeter contra el arco, reactivó a los muchachos de Ferreyra. A lo mejor tampoco sin la coordinación exacta de los movimientos y los toques, pero sí con una vocación más firme de ofender. Al impulso de Schiappacasse le apareció un accionar más incesante de Santi Rodríguez, lo que colaboró para tener un mejor aprovechamiento de la franja izquierda.

Claro que esa zona también recibió la colaboración de Maximiliano Araújo, más suelto y seguro para apoyar y darle profundidad al juego. Sin desconocer el hecho de que el otro costado estaba siendo más custodiado porque los hondureños sacaron buenas conclusiones del primer juego de Uruguay.

Lo que vino después, como consecuencia de que no se aprovecharon algunas acciones y se hicieron modificaciones con clara intención de custodiar la diferencia, pudo alterar en algo los nervios. Todo eso fomentado de manera exclusiva porque el 1-0 puede alterarse con cualquier acción, pero no porque el accionar de los centroamericanos provocara ese estado.

Si lo único que puede elogiarse de Franco Israel es que descolgó un centro con gran capacidad técnica y que no dio rebote en dos tiros al medio del arco.

La verdad es que no fue necesario un Uruguay muy brillante para llevarse otros tres puntos.

El segundo partido se ganó porque primero apareció el laboratorio de Ferreyra, fue eso lo que consiguió que sobre el final del primer tiempo se abriera el partido (gol de Nicolás Acevedo). Y después sí que llegara una jugada con el sello de este equipo -sucesión de toques- para abrochar el choque con el gol de Schiappacasse. Ganó Uruguay. Objetivo cumplido.

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