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La otra cara de la conferencia: banco, y muchos "barras"

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Conferencia Forlan
Darwin Borrelli

Un caballero. De pies a cabeza. Diego Forlán dejó Peñarol antes de lo que todos imaginaban, y se fue por la puerta grande. Hablando claro y mirando a los ojos. Distendido, sin el casete puesto, como suele suceder en la mayoría de los casos, y sin dar una sola pista de su decisión.

¿Qué fue lo que determinó que dejara el club de sus amores seis meses antes de que finalizara su contrato? "La presión", dijeron algunos. ¿Presión? Un jugador que le ganó a la adversidad, que se abrió camino solo, que no falló en la Premier ni en la la Liga de España, una de las más poderosas del mundo. ¿Presión? Imposible, eso está claro. Pero en parte — sólo en parte— deslizó algo en la conferencia de prensa: "ahora vivo aquí, antes de venía de paso. Pero ahora salgo de compras, veo a los porteros de mi edificio, y me miran según de equipo son, si está el de Peñarol o el de Nacional....". Esa, es otra presión. La del día a día. La de tener que dar la cara y aguantar lo que sea en la calle. Y no sólo él, su familia también.

Pero no sólo el día a día pudo haberlo afectado. También una realidad cada vez más cruel del fútbol uruguayo. La cercanía de los "barras" en Los Aromos fue un tema que, obviamente, Diego pasó por alto. Pero le llamó la atención apenas llegó. Jamás lo había vivido, ni en la Premier, ni en España, ni en su pasaje por el fútbol italiano o brasileño.

El tema seguridad lo impactó. No sólo dentro del mundo del fútbol, en la sociedad también. Y no es poca cosa, porque venía de Japón, un país que roza la perfección en muchos aspectos, donde se sentía cómodo, pero lejos de su gente.

Los insultos, los agravios, las críticas desmedidas, también forzaron esta prematura salida de Peñarol.

El cambio de entrenador fue otra perla más en el collar de las decepciones porque Diego llegó después de hablar varias veces con Pablo Bengoechea, con quien tuvo una excelente relación y jamás estuvo en el banco de relevos.

Con el Polilla Da Silva, todo cambió. Ganó el Uruguayo y dijo: "me voy".

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