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Campeones de América y Ñuñoa

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Estadio Antofagasta
ARIEL MARINKOVIC

Comienza el camino a Santiago, donde la Celeste se coronó en 1926 e inspiró un casi himno.

Uruguayos campeones, de América y del mundo…/ Esforzados atletas que acaban de triunfar…/ Los clarines que dieron las dianas en Colombes…/ Más allá de los Andes volvieron a sonar…/

¿Otra vez la misma canción? Ojalá. Porque hoy empieza la Copa América para la Celeste y fue justamente como consecuencia de ella, del resultado de la disputa de la décima edición —más precisamente la que se jugó en Chile en 1926— que nació esta letra que es difícil que haya un uruguayo que alguna vez no la haya cantado o, al menos, tarareado.

El argentino, el team chileno…/ El boliviano y el paraguayo…/ Fueron vencidos, por el invicto…/ Pujante y fuerte, cuadro uruguayo…/

Fresco o "entonado"; en una despedida de soltero; en un casamiento; en un cumpleaños; o en un asado. Cualquiera la ha cantado o ha acompañado. Es que la letra, escrita por Omar Odriozola (un isabelino que fue funcionario público, periodista y docente de enseñanza secundaria y del cual el estadio de Paso de los Toros "tomó" su nombre a modo de homenaje), es una cara musical de las más genuinas y folklóricas tradiciones nacionales; porque su mensaje, orgulloso, rebelde acaso, es casi parte de nuestra idiosincrasia.

Invictos en Europa, invictos en América…/ Del mundo son campeones, de América lo son…/ Lo mismo que en Colombes, en campos de Ñuñoa…/ Pasearon victoriosos el patrio pabellón…/

La música la compuso Francisco Canaro, originalmente en ritmo de tango, pero se hizo famosa entre la gente al ser interpretada en el Carnaval de 1927, como marcha, por la murga "Los patos cabreros", cuyo director, el legendario "Pepino", fue quien entonó como solista el segundo estribillo ("el argentino, el team chileno, el boliviano y el paraguayo…") cuando se grabó la primera versión discográfica.

Todos la cantaron, o la tararearon, o sólo acompañaron. Son matices. Cualquiera la conoce y hasta la sabe. Sin embargo, casi nadie debe saber, cuando pronuncia "Ñuñoa", de qué se trata esa palabra rara. Y es, ni más ni menos, el lugar donde Uruguay se coronó campeón invicto de la Copa América de 1926; porque "los campos de Ñuñoa" no sólo fueron el amplio predio donde se jugó aquel campeonato sudamericano, como se le llamaba entonces; hoy es el barrio de la capital chilena donde está enclavado el estadio Nacional de Santiago.

Uruguayos campeones de América y del mundo…/Esforzados atletas que acaban de triunfar…/Los clarines que dieron las dianas en Colombes…/Más allá de los Andes, volvieron a triunfar…/

El estadio de los "Campos de Sports de Ñuñoa", tal su nombre oficial, tenía capacidad para 27.000 personas y ahora el Nacional puede albergar a 50.000. Hacia allá empieza a caminar hoy Uruguay, entonces, al debutar en Antofagasta; porque la final de la Copa América se disputará el 4 de julio en Santiago. Aquella vez los celestes venían de salir campeones olímpicos en 1924 y, como reza la letra de Odriozola, les ganaron a todos sus rivales: los argentinos, los chilenos, los bolivianos y los paraguayos.

¿Otra vez la misma canción? Ojalá. Porque la original ha tenido ilustres agregados como el que incluyendo una referencia a la gesta del 50 en Maracaná— interpretaron el "Canario" Luna y Tabaré Cardozo. Sólo que, si así fuera, ni el compositor isabelino ni "Pepino" jamás hubieran soñado con mencionar a Jamaica.

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Estadio Antofagasta

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