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Camino sin recompensa

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Foto: EFE

EN CURITIBA

Peñarol volvió a caer en el exterior, pero lo más preocupante es que con este rendimiento los éxitos se ven lejanos.

Repasá las mejores imágenes del juego entre Peñarol y Atlético Paranaense. Foto: EFE
Agustín Canobbio, mano a mano, en la disputa del balón con Marcinho. Foto: EFE
Guzmán Pereira disputa la pelota en el mediocampo, ante la marca de un rival. Foto: EFE
Los hinchas aurinegros que llegaron en gran número a Brasil para alentar a Peñarol. Foto: EFE
El remate de Raphael Veiga que iba a ser bien contenido por Kevin Dawson. Foto: EFE
Diego López vivió el partido con mucha intensidad y casi dentro de la cancha. Foto: EFE
El festejo tras el primer gol de Atlético Paranaense. Foto: Reuters
Agustín Canobbio lucha por la pelota en la mitad de la cancha. Foto: EFE
Giovani González lucha por la pelota por banda derecha. Foto: AFP
El festejo de Pablo tras el segundo tanto de Atlético Paranaense. Foto: Reuters
Gonzalo Freitas saltó más que todos para ganar el cabezazo. Foto: Reuters
El lamento de Cristian Rodríguez, Maximiliano Rodríguez y Fabricio Formiliano. Foto: Reuters

Repasá lo mejor del duelo entre Paranaense y Peñarol:

Si el primer tiempo terminó sin goles fue por un responsable: Kevin Dawson. El coloniense tuvo más trabajó de lo normal y generó el malestar de los hinchas del Atlético Paranaense, un público que dejó muchos huecos en el espectacular Arena da Baixada y al que el fantasma del descenso lo tiene a maltraer.

A los 10’ atajó un penal. A los 14’, sacó un remate de larga distancia con una volada espectacular. Y a lo largo de la primera media hora descolgó cada uno de los centros que tiraron hacia su área. Se agrandó. Al menos eso pareció mirándolo desde afuera. Llevó la voz cantante del equipo ordenando a todos y dando indicaciones permanentemente.

Del juego aurinegro, poco y nada. La más clara la tuvo Gonzalo Freitas a los 5’. El volante estuvo cerca de convertir con un buen tiro libre que salió pegado al palo, pero el arquero estuvo atento y pudo rechazarla al córner.

Después, una corrida del “Toro” Fernández que no resolvió bien y nada más. Al equipo le costó encontrar circuitos de juego. Se centró más en cortar los avances del rival que en tomar la iniciativa y buscar por dónde lastimar a los brasileños. En el último cuarto de hora, el aurinegro logró pararse mejor. No le dio como para realizar una transición limpia de defensa a ataque, pero al menos salió del ahogo en el que lo tuvo Paranaense. Como en el debut, volvió a dejar en claro que le faltó profundidad y que hay jugadores que son prácticamente imprescindibles en este equipo.

“Movete Manya, movete”, retumbó en el estadio en los últimos minutos antes del pitazo del árbitro y mientras Diego López, muy inquieto y casi adentro de la cancha, seguía hablando con sus dirigidos. Wanderson vio la roja con la primera mitad terminada y así Peñarol tuvo todo como para salir a plantear el segundo tiempo de otra manera.

“Memo” mandó al “Cebolla” Rodríguez a la cancha, pero todo lo que tenía planificado le cambió en un abrir y cerrar de ojos. A los 60’, un pelotazo largo complicó a Giovanni González. El lateral se llevó puesto a Dawson cuando ambos iban por cortar la incidencia y la pelota le quedó a Marcelo Cirino que, con el arco a disposición, puso el 1-0.

Apenas un minuto más tarde el aurinegro recibió otro cachetazo. El “Toro” Fernández vio la segunda amarilla y dejó todo 10 contra 10.

El “Cebolla” buscó ponerse el equipo al hombro, pero no encontró un socio. Por eso, el DT decidió ponerlo más retrasado para intentar rearmar el juego y metió a Fabián Estoyanoff con el objetivo de explotar una de las bandas.

Con la ventaja en el tanteador, Paranaense se replegó un poco y dejó jugar a la visita, pero Peñarol volvió a ser algo parecido a lo que mostró ante Racing: un equipo con tantas ganas como imprecisiones y pocas ideas.

Así se fueron los últimos minutos y también el partido. Peñarol fue y fue, pero sin profundidad. Encima, cuando volvió a quedar mal parado recibió el segundo tanto a 11 minutos para el final del encuentro. A esa altura lo mejor que le podía pasar era que el partido se terminara de una vez por todas.

Lo bueno para Peñarol, dentro de todo y más después de lo expuesto ayer, fue el resultado. Un tanteador que todavía se presenta como posible de revertir en el Campeón del Siglo, pero que prácticamente lo obliga a que no le conviertan goles en casa. Lo malo, la producción futbolística. Otra vez dejó mucho que desear y ante un equipo que no es de primera línea a pesar de ser brasileño. Este certamen, más adelante, va a tener rivales de otra categoría. De no ser por Dawson, la serie ayer pudo quedar ya sentenciada.

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