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La calidad no es solo uruguaya

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EDWARD PIÑÓN

UNA GAMBETA

EDWARD PIÑÓN

EDWARD PIÑÓN

Siempre pega fuerte y en algunos casos lo hace con una ferocidad desmedida que en Uruguay se hable de la posibilidad de que llegue un entrenador extranjero -más precisamente argentino- para un equipo grande o para la Selección uruguaya.

Parece ser un sacrilegio y, por ello, de manera inmediata los convierten en los ogros que no conocen el medio, que no entienden la idiosincracia de nuestro fútbol, que se alejan de las raíces y doscientos millones más de otros reparos.

Es difícil de aceptar, pero los uruguayos somos bravos. Demasiado. Nos encanta que nuestros jugadores triunfen el exterior, que a nuestros entrenadores los contraten de todas partes del mundo, que nuestros artistas, arquitectos, ingenieros o médicos sean distinguidos en todo el planeta, pero le ponemos palos en la rueda a los extranjeros que les gustaría triunfar en este lado del Río de la Plata.

Cuando una dirigencia busca un entrenador piensa en el hombre que puede ser el mejor para su proyecto. Lo único que debería evitar esa contratación es no estar en condiciones de costearla, no el país en el que nació.

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