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El bueno de Juan

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Foto: Gerardo Pérez.

FÉNIX

Se crió en el Casavalle pero salió adelante en la vida y hoy es ejemplo para sus compañeros.

"Estoy pasando un momento lindo, en el que se aprecia y se valora lo bueno y lo malo se guarda para más adelante, para cuando sea técnico”, dijo Juan Álvez, quien tiene el curso de entrenador hecho desde 2012. “Tengo el diploma y como quiero seguir vinculado al fútbol, ser técnico es lo que me gusta. Me gusta y mucho”, agregó el futbolista, quien cumplirá 35 años este mes, pero se siente muy bien “de la cabeza y en lo físico”.

Defendió sólo cuatro camisetas en su carrera: las de Wanderers, Liverpool, Peñarol y Fénix. A pesar de que parece tímido, es referente en el equipo de Capurro, al que defiende desde hace cinco temporadas. Cumple un papel clave, que va más allá de lo que pueda hacer en la cancha. “Trato siempre de ayudar a los gurises. Hay un grupito, en el que están Leo Fernández (quien hizo tres goles el fin de semana pasado) y Cristian Cruz que cuando subieron eran menores de 18 años. No tenían auto y si lo tenían no lo podían manejar. Entonces yo los pasaba a buscar por un punto y aprovechaba para explicarle las cosas que uno ya vivió. Momentos que pasan en el fútbol, momentos lindos y malos, para que después no se sorprendan aunque los tengan que vivir porque son parte del fútbol. Les hablo porque escuchan y siempre están pidiendo un consejo. Hoy hay muchos jóvenes que creen que las saben todas y te dejan hablando solo, pero en Fénix escuchan porque quieren llegar lejos”, explicó.

LA CASA PROPIA. Al consultarlo sobre cual fue su mejor momento en el fútbol, no duda en responder y no elige nada que haya pasado dentro de una cancha. “El momento más lindo fue cuando pude agarrar una plata para comprar mi casa. Cuando pude decir ‘tengo mi casa’, eso fue lo más lindo”, dijo sobre la casa de la calle Pernas. La pudo comprar cuando jugaba en Liverpool: anduvo tan bien que le renovaron el contrato por tres años y el presidente negriazul José Luis Palma compró la mitad de su ficha. Hace cinco meses la familia se mudó para Salinas, donde Juan había comprado un terreno y construyó. La casa de la Unión se la dejó a sus padres, que pudieron por fin salir de Casavalle, el barrio donde el futbolista se crió.

“Sacarlos me hizo sentirme muy bien porque ahora el barrio está muy complicado. Muchos tiros y tenía miedo que les pasara algo. A mí ser me costó mucho, porque muchas veces cuando te preguntaban de dónde eras, vos decías de Casavalle y ya te miraban de reojo. Incluso en el fútbol. Son cosas que pasan. Yo pude demostrar que no importaba de dónde venía. A veces hay que cerrar los ojos seguir metiendo y mirar sólo para adelante, sin escuchar las malas voces”, reflexionó, quien a pesar de todo fue feliz en el barrio. “Cuando yo era chico era otra cosa. Podíamos jugar en el campito y nos quedábamos sentados en el murito de casa tomando mate hasta tarde con los amigos”, agregó el mayor de los cinco hijos que tuvieron sus padres Juan Carlos y María Lourdes. “Mi padre siempre trabajó en la limpieza. Hizo mucho sacrificio para que nosotros pudiéramos tener una pelota o una bicicleta para divertirnos”.

SUERTE. El momento más triste de la carrera de Juan, tampoco fue en una cancha. Fue cuando vio a varios de los compañeros, que se habían criado con él en Wanderers, alejarse del fútbol. “En juveniles teníamos una generación muy linda y ganadora, pero cuando nos tocó subir a Primera quedamos muy pocos, los demás quedaron libres y por el camino. No siguieron en el fútbol. Al no tener todavía un nombre en Primera División y sin tener representante se hace complicado”. Entre ellos, su mejor amigo y compadre, Cristian Samurio, y Adrián Fagúndez, con quien hizo todas las formativas bohemias. “No tuvieron suerte en el fútbol, pero están bien. Hoy Cristian trabaja en una fábrica de aluminio colocando ventanas. Y Adrián está en la herrería. Hace poco me colocó las rejas en casa. Y cuando las cosas se hacen de corazón se valora mucho. Aunque todavía le estoy debiendo una plata, je”, reconoció riendo.

“Ellos no tuvieron la suerte que tuve yo. Es verdad que nunca pude salir del país para hacer una diferencia económica, pero no me puedo quejar. Con lo que cuesta tener una casa, yo me pude comprar una, dársela a mi padres y hacerme otra. Y tengo mi auto, que no es terrible auto, pero me lleva y me trae. A mí y a mi familia. A mí todo me costó mucho y cada cosa que logro la disfruto”, explicó quien tiene algo más que suerte. “Puedo ser un jugador limitado, pero me equivoco y no agacho la cabeza, sigo y sigo. Le meto muchas ganas”, dijo Juan, quien estudió carpintería en la UTU. Y hace unos años terminó el ciclo básico para poder hacer el curso de entrenador en la ACJ.

A propósito de técnicos, relató cómo fue adaptarse a la idea de Carrasco. “A veces cuesta un poco porque la característica de Fénix era la de un equipo aguerrido. Cambiaba el técnico, pero la idea era la misma, la de un equipo fuerte y aguerrido. Ahora jugamos más y estamos agarrando la idea. Él bromea mucho con los compañeros, hacen apuestas tirando al arco y así se fue arrimando al plantel. Yo los miro de lejos porque no me gusta apostar. Ya hizo comidas, que paga él, y eso es muy bueno porque son instancias que sirven para hablar de algunas jugadas y de todo un poco. De la vida”.

Tiene contrato hasta diciembre con Fénix y piensa seguir jugando hasta que un día no tenga equipo y se vea obligado a colgar los botines. Espera que en ese momento aparezca el técnico. “Creo que voy a ser un poquito como todos los entrenadores que tuve, Carreño y Diego Aguire en Wanderers, el “Lolo” Favaro en Liverpool, Rosario, Juan Tejera y Carrasco en Fénix. Voy guardando un poco de cada uno. Sé que a veces los técnicos se ponen malos y yo me pongo a pensar y no me imagino poniéndome malo. Todavía falta para eso, pero tendré que acostumbrarme a ponerme malo”. Le va a costar porque es el bueno de Juan. De Juan Álvez.

“Va a ser lindo partido: Nacional viene ganando y nosotros levantando mucho”

En el Fénix de JR arrancó en el banco en la primera fecha. Al partido siguiente, ante Cerro, jugó 45 minutos y esta tarde será titular frente a Nacional. “Trato de sumar donde me toque. Nacional viene ganando todo. Y nosotros venimos levantando, de menos a más. Juan pide mucho ritmo y los jugadores lo agarraron enseguida. Precisamos puntos, pero va a ser un lindo partido”.

Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.

Lo llevó gregorio, fue campeón pero jugó poco, estuvo un año y se fue a Fénix

“A Peñarol me llevó Gregorio Pérez pero a los dos partidos lo echaron. Fue terrible manoseo el que le hicieron a Gregorio que es una gran persona. Hicimos un mal Apertura y en el Clausura salimos campeones. Estuve un año, jugué poco, terminé contrato y me fui a Fénix. Me guardo sólo los momentos buenos, los recuerdos malos los dejo de lado”, dijo sobre el año 2012.

Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.

Su hermano Enzo le hizo gancho con Shirley, hoy son padres de Melina y luciana

Conoció a Shirley en el barrio, ella también es de Casavalle. “Mandé a mi hermano Enzo a preguntarle cómo se llamaba y él, que es un careta, me hizo gancho”. Le tuvo que pedir permiso a la madre quien primero lo pensó y luego le puso días de visita: martes y jueves. Hoy son los felices padres de Melina de ocho años y Luciana de dos. “El amor sigue intacto”, dijo.

Foto: Gerardo Pérez.
Foto: Gerardo Pérez.

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