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Barcelona vive sin Ney

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Neymar en uno de sus festejos en Barcelona. Foto: Archivo El País

El brasileño se fue de cataluña por la puerta de atrás, como lo hizo Figo.

Neymar ha hecho demasiado cuento. Demasiado deshojar la margarita: te quiero, no te quiero, te quiero, no te quiero. Pues ahora somos nosotros los que decidimos que no te queremos”. Joan Gaspart, expresidente blaugrana, resumió públicamente el sentimiento de los hinchas del Barcelona que, en su gran mayoría, se sienten decepcionados por la decisión del delantero brasileño de irse al PSG. Otros, los menos, pueden entender el negocio del fútbol.

Muchos culés ya ponen al paulista en el cajón de “traidor” que hasta ahora habían reservado exclusivamente para el portugués Luis Figo, quien en el 2000 pagó la cláusula de rescisión y se fue directo al Real Madrid.

La cálida despedida en las redes de algunos de sus compañeros, como Lionel Messi y Luis Suárez, contrasta con la decepción de los fans a quienes el brasileño ni siquiera les ha dedicado una palabra.

“Durante dos semanas ha mandado mensajes enigmáticos, pero después que el Barça dijo que se iba, ni adiós nos dijo”, comentó Ana, mientras servía una cerveza a un parroquiano. En la misma mesa, uno de los hombres alcanzó a decir: “¡Es brasileño! ¿Qué se podría esperar?”.

BRASILEÑOS.

El Barcelona tiene una interesante historia de amor y desencuentros con los cracks norteños: Rivaldo, Romario, Ronaldo, Dani Alves... La telaraña de rumores que se tejió alrededor del futuro del 11 del Barça, mientras disputaba partidos internacionales en Estados Unidos, mostró las debilidades del gobierno culé.
Las declaraciones públicas de la directiva pasaron de tener asegurada la presencia del jugador “al 200 por ciento” a que “si se va, que pague hasta la última peseta”. También Gerard Piqué quedó pagando con su twitter de “se queda”, que tuvo que matizar después.

LOS INICIOS.

Cuando llegó Neymar en el 2013 lo hizo montado en un remolino: que había estado a punto de irse al Manchester United, que se lo sacaron de las manos al Real Madrid. Luego vino el reclamo del Santos con denuncia judicial en Brasil y en España. Las cuentas no salían y olía a gato encerrado.
Al final, después de cuatro años de querellas y con comparecencia incluida del astro brasileño ante la justicia, el asunto se cerró a su favor. Pero el Barcelona tuvo que pagar 5,5 millones de euros para evitar la cárcel de Bartomeu por defraudación fiscal. El que no la libró fue Sandro Rosell, el presidente culé que había logrado la firma de Neymar. Lleva meses tras las rejas por haber ocultado ganancias con partidos amistosos de la selección de Brasil, donde “Ney” es la estrella.

El Barça quitó a Qatar de sus camisetas y sacó al PSG de la Champions con una remontada histórica donde Neymar fue el verdadero héroe, pero el ícono fue la foto de Messi, subido a una valla de publicidad celebrando lo imposible.

Con el argentino en la cancha, el brasileño siempre sería una figura secundaria. Dicen que esa noche empezó el plan de fuga que al final desembocó en París.

Sin embargo, los culés de hueso colorado sólo llorarían a Messi. Visto el desaire de Neymar, se encargarán de hacérselo sentir cada partido en el Camp Nou.

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Neymar en uno de sus festejos en Barcelona. Foto: Archivo El País

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