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¿Por qué los arqueros se inclinaron por ese puesto?

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Jorge Bava. Foto: Gerardo Pérez
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INFORME

Jorge Bava, Kevin Dawson, Gastón Olveira y Adrián Berbia contaron cómo fueron sus experiencias al elegir el más ingrato de los puestos.

"Sí, si, me imagino: el día del arquero”. La frase se utilizó mucho tiempo para indicar un hecho que jamás iba a suceder, porque el día del arquero no existía. Sin embargo, el pasado 14 de abril se celebró el día del arquero. Y se festeja en homenaje al colombiano Miguel Calero, quien defendió a Sporting de Barranquilla, Deportivo Cali, Atlético Nacional y Pachuca de México.

Calero jugó seis Copas América defendiendo a su selección y es el futbolista colombiano con más partidos: 945. Tuvo que dejar el fútbol en 2011 cuando defendía a Pachuca, porque sufrió una trombosis en uno de sus brazos y falleció un año más tarde con sólo 41 años.

A propuesta de la marca Rinat, cuyos guantes utilizaba, se celebró el primer Día Internacional del Arquero en la fecha en que Calero hubiera cumplido 42 años: el 14 de abril.

A instancias de esa fecha, Ovación consultó a cuatro arqueros para saber por qué optaron por el más ingrato de los puestos. Sabido es que si un equipo convierte cinco o seis goles, nadie se acordará del arquero, pero si pierde 1 a 0 o le empatan en la hora será el gran culpable.

JORGE BAVA. “Somos raros los arqueros”, admitió Jorge Bava desde Paraguay, donde defiende a Guaraní. Pero agregó que si pudiera volver su vida atrás volvería a pararse bajo los tres palos.

La historia de Bava y el arco comenzó cuando tenía cuatro o cinco años y vivía con su abuela en el Cerro. El padre de su amigo Sergio era el técnico de Cerromar y lo invitó a ir a jugar encargándose de llevarlo y traerlo. “Yo era chico de edad, pero grande de físico y el primer día ya me puso en el arco. Yo estaba acostumbrado a jugar en el campito donde todos corríamos atrás de la pelota y no había arquero. Fue una gran decepción, porque todos corrían y yo parado ahí. Pero ahí me quedé para siempre”, rememoró Bava.

Reconoce que cuando su cuadro era mucho mejor que el rival, se aburría y se ponía a hacer montañitas de tierra; el puesto empezó a gustarle. Y cuando tras el baby fútbol llegó a Progreso lo hizo de arquero.

“Me gustó, pero no sé por qué. Si el equipo gana no es por vos y si pierde te cuestionan aunque no hayas tenido nada que ver”, afirmó Bava, quien está haciendo solo la cuarentena en su casa del barrio Mburucuyá de Asunción. Bueno, solo no, con su perro, porque su familia está en Montevideo. Se ve qué Rodrigo no vio sufrir mucho a su papá, porque siguió sus pasos y hoy ataja en el Náutico.

Gastón Olveira y Martín Campaña en el entrenamiento de Uruguay en Lima. Foto: @Uruguay
Gastón Olveira y Martín Campaña en el entrenamiento de Uruguay en Lima. Foto: @Uruguay

GASTÓN OLVEIRA. El arquero de River Plate, Gastón Olveira, se hizo conocer al año pasado con sus grandes atajadas frente a los grandes.

Arrancó el baby fútbol a los siete años en el club Brandi del barrio Conciliación, donde sigue viviendo. Estuvo medio año de volante hasta que se enfermó el arquero. Ese día se atajó todo, le gustó el puesto y se quedó para siempre. “A esa altura era todo recreativo y el técnico preguntó quién quería atajar y yo levanté la mano. Además, el físico me ayudaba”, contó el darsenero, quien piensa que el suyo es el puesto más complicado pero también el más lindo.

“El año pasado me tocó atajar en buena forma contra los grandes y así como que el que hace un gol hace gritar a toda una hinchada, nosotros con una gran atajada la hacemos callar. Es la parte más emocionante, te genera una gran adrenalina”, explicó Gastón, cuyo buen rendimiento hizo que en octubre pasado lo convocaran a la selección mayor.

“En juveniles me pasó de comerme algún gol, por suerte en Primera no, pero el partido sigue y uno tiene que recuperarse enseguida. Creo que en eso se basa el éxito de los arqueros”, explicó quien recibe y acepta con agrado los consejos de su técnico Jorge Fossati, que sabe bien lo que es el puesto. “Protege mucho al arquero y entiende el por qué de determinadas jugadas. Cosas que a veces la gente no comprende”, finalizó Olveira.

Kevin Dawson. Foto: Leonardo Mainé.
Kevin Dawson. Foto: Leonardo Mainé.

KEVIN DAWSON. “Siempre, desde chiquito, me gustó ser arquero porque me llamaban la atención los guantes y la vestimenta”, contó Kevin Dawson.

El arquero de Peñarol comenzó en el baby fútbol a los cinco años en el Otto Wulff de su Colonia natal. “Me ponían de defensa y yo quería jugar de arquero. Y no quise ir más, dejé de jugar”, agregó. Retomó el baby fútbol tres años más tarde años en Nacional de Colonia, donde lo dejaron jugar en el arco.

“Estuve un año y a los nueve me fui a Plaza, donde hice todo el baby fútbol”, explicó Kevin, quien debutó en la Primera División en 2011 y en el 2016 ganó el torneo Clausura con los Patas Blancas. Al año siguiente pasó a Peñarol.

Foto: Archivo El País
Foto: Archivo El País

ADRIÁN BERBIA. “Desde Séptima en adelante me echaban todos los años. Si había cuatro arqueros yo siempre era el último. Muchas veces vino el técnico a decirme que si conocía a alguien en otro club donde tuviera más chance, lo aprovechara. Y yo contestaba que no, que me quería quedar. Creo que si en cuatro años de juveniles jugué 10 partidos fue mucho”, relató Adrián Berbia sobre sus inicios en las juveniles de Bella Vista. “Hoy le digo a los jóvenes que todo está en las ganas que uno tenga, porque a mí me echaban todos los años”, agregó y contó una anécdota.

“A mí y a Giacomazzi siempre nos querían dejar libres. Y nos mandaban a correr al Prado. Todos hacían fútbol y nosotros a correr al Prado. Y cada día nos ponían una vuelta más. Hasta que nos mandaron siete vueltas, era para ver si nos aburríamos y no íbamos más”. Pero no lo hicieron y ambos llegaron Primera División.

El gusto de Berbia por el arco se dio por casualidad. Tenía seis años y jugaba en el baby de fútbol de Fénix, donde estuvo hasta que a los 10 pasó a Bella Vista. En un partido en que iban perdiendo 3 a 0, el arquerito no quiso salir al segundo tiempo. “Entonces me metí yo y me gustó. Y seguí. Me gustaba tirarme y la adrenalina de los duelos”.

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