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El alemán que se vino a vivir a Montevideo porque es fanático del fútbol uruguayo

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Jürgen Girtler
Marcelo Bonjour

UN CASO INCREÍBLE

Jürgen Girtler se hizo hincha y socio de Defensor, pero está recorriendo todas las canchas de la ciudad

Beckenbauer, Müller, Rummenigge o Klose? No: Forlán, Godín, Lugano, Ruben Sosa y sobre todo Mazurkiewicz. ¿Bayern Munich o Borussia Dortmund? No, Defensor Sporting. El fútbol uruguayo es capaz de esos triunfos, reflejados en las preferencias de Jürgen Girtler, un alemán que desde el año pasado vive en Montevideo, atraído desde muy joven por su historia y su presente futbolístico.

Desde su llegada, recorre la ciudad con el libro Montevideo, la ciudad del fútbol, identificando todas las canchas de fútbol. También juega a la pelota cerca de la rambla y sueña con poder continuar lo que hacía en su Mainz natal: una banda de rock con temas de fútbol.

Jürgen procede de la ciudad de Maguncia (Mainz en alemán), tiene 60 años y está retirado. Y le contó a Ovación por qué eligió a Montevideo y al fútbol uruguayo para lo que llama “un nuevo desafío”. Estas fueron sus palabras:

Al Uruguay no llegué con la intención de ser un turista, sino que decidí establecerme aquí como ‘inmigrante futbolista’ desde el principio. Estoy viviendo en Montevideo desde mediados de noviembre del año pasado. Tengo mi casa en una calle entre Punta Carretas y Pocitos.

En Alemania trabajaba como policía, pero ahora estoy jubilado. Asistí a la escuela pública hasta los 14 años. Cuando tenía 16 años me incorporé a la policía. Más tarde me convertí en maestro de la escuela de policía, con un enfoque en capacitación en medios, capacitación para oficiales de prensa, así como el trabajo en una unidad psicológica especial. También enseñé cursos de computación, por ejemplo estadísticas con Exce. Al Uruguay vine solo. Soy separado y tengo un hijo de 28 años que vive en Maguncia con su novia.

Al cumplir 60 años quería un nuevo desafío. No conocía a nadie aquí. Solo quería una habitación cerca del Franzini. Además de conocer un nuevo país, quería aprender un nuevo idioma, estar en contacto con una nueva cultura.

Me considero un ‘fundamentalista del fútbol’ y para mí Montevideo es el corazón del fútbol. A diferencia de otros países, este deporte es cultura aquí, y no solo un buen pasatiempo.

Desde mi llegada he caminado entre ocho y diez kilómetros por diferentes barrios, todos los días, durante los primeros dos meses para conocer la ciudad. Al hacerlo, a veces noté claras diferencias en cuanto a la prosperidad de la zona o en términos de la calidad de las viviendas o las calles. Me falta conocer zonas en el norte y el oeste. Me gusta la ciudad. Estoy impresionado por los muchos espacios verdes que existen, los parques, edificios impresionantes, monumentos y las enormes ramblas. Hasta ahora siempre he conocido gente amable y simpática. Incluso Ruben Rada, a quien pude conocer.

Desde el punto de vista deportivo, me fascina cómo esta ciudad logra tener tantos clubes de fútbol profesionales. Lo mismo se aplica al básquet.

Todo va bien con mi vida en Montevideo. Solamente tengo problemas con mi primer nombre, Jürgen. En muchas oficinas (migraciones, seguro de salud o los teléfonos) se vuelve difícil con la diéresis sobre la ‘u’. Por eso me llaman ‘Jurden’. Así está en mi tarjeta de socio de Defensor Sporting...

Soy en realidad un músico tardío. Empecé de grande en Maguncia, en una banda muy popular ‘Se Bummtschacks’. antes de fundar mi propia banda, Planitzer, a los 50 años, compuesta solo por fanáticos del fútbol. Llamamos nuestras composiciones ‘música de fútbol’ y tocamos canciones de rock clásico con letras satíricas y propias sobre jugadores, entrenadores o simplemente el fútbol.

Espero poder hacer algo con mi música y el fútbol uruguayo, como lo hice en Maguncia. Lo único que traje, aparte de una maleta, fue mi bajo. Pude hacer los primeros contactos con dos hermanos músicos.

Elegí a Defensor como mi nuevo amor deportivo. La filosofía de su club se acerca mucho el club de mi pueblo, el Mainz 05. Buen trabajo juvenil y un club muy social.

Hasta ahora vi unos 12 partidos en vivo en Montevideo. Quedé un poco decepcionado con los dos clásicos que definieron la temporada pasada. Al principio, sin embargo, me sorprendió que hubiera mucho ‘kick and rush’, es decir, el estilo de patear y correr del viejo fútbol inglés, y mucho énfasis físico. En el Torneo Apertura que comenzó este año creo que el juego de Defensor cambió muy favorablemente. Juega más rápido, más apremiante, la defensa es más alta. Generalmente toma más riesgos.

No me preocupa que el fútbol uruguayo sea más pobre que el alemán. Por ejemplo. Uruguay puede estar orgulloso internacionalmente, porque tiene más de 300 profesionales jugando en diferentes ligas de todo el mundo. Muchos de ellos son de clase mundial, como Suárez, Godín o Cavani. Realmente tengo que ver más partidos en vivo para tener una impresión duradera. Hasta ahora, sin embargo, me sorprendió el buen nivel de juego y las condiciones de entrenamiento. Y siempre imagino lo que sucedería aquí si los jugadores que están por el mundo pudieran volver a jugar aquí. Si los de clase mundial regresaran a casa...

Cuando era niño, jugaba de arquero y uno de mis héroes era Ladislao Mazurkiewicz. Mi padre colgó fotos de él en mi habitación. Perdí de vista al fútbol uruguayo alrededor de 1978, con la excepción del Mundialito de 1980. Fue solo la era del Maestro Óscar Tabárez lo que me acercó de nuevo. Ya he dado conferencias en Maguncia sobre la historia del fútbol uruguayo, especialmente sobre los ‘años dorados’ desde 1920 hasta mediados de la década de 1950. Investigué mucho sobre esto, aunque hay muy poca literatura en alemán al respecto.

También he estado jugando al fútbol con muchos nuevos amigos locales cerca de la playa durante algunas semanas. Pero en realidad es casi una selección mundial, porque también hay jugadores de Brasil, Perú, Venezuela y dos franceses.

Los futbolistas uruguayos que más me gustan son todos los Diegos. Es decir: Forlán, Lugano, Godin. De los de antes, el Príncipe Francescoli y Ruben Sosa cuando jugó en Dortmund. Y por supuesto, Ladislao Mazurkiewicz.

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