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Agustín Martínez, el botija que hacía 190 kilómetros para entrenar

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Agustín Martínez

LUTO

Vivía en Fray Marcos con sus padres y cada jornada lo iba a buscar un auto para viajar 95 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta para entrenar.

Agustín Martínez tenía un sueño: jugar en un equipo de Montevideo. "Él jugó en un equipo de Tala (OFI) y hacía poco que estaba con nosotros. Era un botija sano, nadie se explica qué le pasó. Tenía unas ganas bárbaras de debutar en Primera. Esa era su ilusión", contó a Ovación el presidente de la SAD Boston River, Roberto Perdomo.

Los sueños del botija de 17 años, nacido en Fray Marcos (Florida) se desvanecieron junto a él el pasado lunes, cuando abandonó el campo de juego a los pocos minutos del partido que Boston River jugaba ante Cerro por Tercera División y luego cayó desmayado para ya no despertar más.

Este jueves sobre el mediodía se confirmó la noticia de su fallecimiento, casi 24 horas después que los médicos constataran que ya no tenía actividad cerebral.

Agustín era un chico de los miles que sueña con tener un futuro en el fútbol y, por qué no, darle una mejor vida a su familia. Su padre trabaja el campo, su madre en un frigorífico y tiene una hermana más pequeña que todavía va a la escuela.

Iba al liceo, jugaba de zaguero, medía casi 1,90, era potente y muy trabajador, según cuentan quienes lo conocían.

De acuerdo a lo relatado por Juan Ahuntchain (coordinador de juveniles de Boston River) al portal Referí, la del lunes había sido la primera vez de Agustín en Tercera División y llegó en forma casi fortuita, pues el técnico tenía problemas para armar el plantel, contó con algunos futbolistas que bajaron de Primera División, otros de Cuarta y uno de Quinta, precisamente Martínez.

Tenía un futuro promisorio, al menos por lo que su consideración había crecido entre los responsables de las formativas de El Sastre, pues hacía poco más de un mes había llegado al club y ya había tenido la oportunidad de jugar en Tercera teniendo edad de Quinta.

Llegó junto a otros compañeros de Tala a probarse a Boston River y quedaron, pero no pudo pedir pase hasta una vez finalizado el Intermedio. Un automóvil que había puesto el club lo iba a buscar hasta Fray Marcos, donde vivía con sus padres, para que hiciera los 95 kilómetros de ida y luego los de vuelta.

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