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Un póquer de lujo que nunca pisó la primera división en Argentina

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Lionel Messi, Mauro Icardi y Paulo Dybala, un potente ataque de Argentina. Foto: La Nación
Piñon, Edward

Messi, Icardi y Dybala llegan encendidos a la nueva selección de Sampaoli; comparten una curiosidad: son representantes de un fútbol que no conocieron en su máxima categoría

Quizá Lionel Messi algún día juegue en la Argentina. "Me encantaría volver a Newell's. Está pendiente, es un sueño que tengo desde chiquito. Mi vida cambió y arrancó para otro lado y no me arrepiento, pero es algo que deseo: jugar en el fútbol argentino y en Newell's, donde crecí". Juran que no parará hasta cumplir con su mandato interno. La leyenda cuenta que dejó una obra inconclusa pese a la metralla de 234 goles durante cinco años en las inferiores rojinegras. La historia comprobable la conoce el planeta: la Pulga se radicó a los 13 años en Barcelona y desde allí construyó su reinado.

Los pasos que dio Mauro Icardi son similares: hay una evidente familiaridad con Messi. También rosarino, pero Mauro ni inferiores hizo en la Argentina. Su familia buscó en España una alternativa a la crisis que atravesaba el país en 2001. El pibe del barrio Sarratea tenía 8 años cuando se radicó en Maspalomas, en la isla de Gran Canaria.

Más de 400 goles en el club Vecindario llamaron la atención de Manchester City, Sevilla, Arsenal y Real Madrid, pero finalmente Barcelona lo reclutó para su fábrica, La Masía. Ya como profesional saltó a Sampdoria y en Internazionale se convirtió en estrella. "Soy hincha de Newell's por mi amigo Juanchi, que va siempre a la cancha. Me gustaría, por la historia que tengo con él, volver un día a mi ciudad y jugar con la camiseta de Newell's", le contó el año pasado a La Nación.

¿Messi/Icardi en la delantera leprosa? Parece una fantasía y no sólo por los millones. Quizá dentro de cuatro o cinco temporadas, cuando Messi podría descender del firmamento europeo, Icardi todavía ni habrá cumplido 30 años y aún disfrutará de su plenitud competitiva.

La cifra

Cuando Paulo Dybala ingresó en las inferiores de Instituto, todos advirtieron que estaban frente a "la joya". A mediados de 2011, con 17 años, el entrenador Darío Franco lo promovió al plantel principal que buscaría el ascenso en una temporada singular, nada menos que con River en la B Nacional.

Dybala debutó en agosto ante Huracán y ese mismo mes le convirtió su primer gol a Aldosivi. En octubre le marcó tres a Atlanta y meses después contra Desamparados de San Juan festejó otro hat-trick. Paulo superó varios récords, empequeñeció marcas del mismísimo Mario Kempes y fue la sensación de la categoría, aunque Instituto perdió el ascenso en la Promoción con San Lorenzo.

El mercado europeo enseguida lo atrapó. Después de 40 partidos, 17 goles y cinco asistencias se lo llevó Palermo. Siguió creciendo, y hoy luce la camiseta N° 10 de Juventus, la de Platini, Baggio y Alessandro Del Piero. Claro que antes llevaba la 21, la de Pirlo y Zinedine Zidane.

Jorge Sampaoli tuvo que hacerse un nombre lejos de su país. Un breve paso en 1996/97 por la primera B con Argentino de Rosario y varias aventuras en la liga casildense precedieron sus excursiones por Perú, Ecuador, Chile y España. Se marchó en 2002 y volvió este año, durante 17 años prácticamente se trató de un extraño. Hincha millonario desde la infancia, alguna vez confesó: "Mi sueño es dirigir a River. Salí de un pueblo chiquito [Casilda] y son sueños de pequeño que no puedo sacar de mi cabeza. Me gustaría destacarme en mi país". La cuenta pendiente lo persigue hasta la actualidad.

Pero ¿estuvo alguna vez cerca de trabajar en la Argentina? Solamente después de ganar varios torneos con Universidad de Chile los dirigentes pusieron atención en el Zurdo.

Alguna vez Hugo Moyano le ofreció formalmente el puesto de entrenador de Independiente. No faltaron sondeos de San Lorenzo, Newell's, Estudiantes y Racing. Pero del club que más cerca estuvo, paradójicamente, fue Boca. Lo buscó Daniel Angelici -vía Adrián Ruocco, el representante de Carlos Tevez- cuando el Vasco Arruabarrena tambaleaba. Incluso, cuentan que el presidente xeneize llegó a minimizar la pública simpatía de Sampaoli por River, pero el momento de Boca exigía una espalda firme, un ídolo que blindara a todos. Nadie más adecuado, entonces, que el mellizo Guillermo Barros Schelotto.

Sampaoli siguió su hoja de ruta por Sevilla, sin sospechar que lo esperaba la selección de un país donde era casi un desconocido. ¿Burundi, Malawi, Bahrein? No precisamente.

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Lionel Messi, Mauro Icardi y Paulo Dybala, un potente ataque de Argentina. Foto: La Nación

eliminatoriasLA NACIÓN/GDA

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