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Fuerza aérea: Uruguay apareció con sus bombarderos

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Diego Godín. Foto: AFP
Uruguay's defender Diego Godin (L) and Colombia's Jeison Murillo (C) and Cristian Zapata jump for the ball during their Russia 2018 FIFA World Cup South American Qualifiers football match, at the Estadio Centenario stadium in Montevideo, on October 13, 2015. AFP PHOTO / MIGUEL ROJO FBL-WC-2018-URU-COL
MIGUEL ROJO/AFP

Entre la pegada de Carlos Sánchez y los cabeceadores celestes, hicieron de las pelotas quietas un culto al gol.

Pelota quieta cerca del área de Colombia. El reloj todavía no había recorrido el primer cuarto de hora. El hincha de la selección se frota las manos. La adrenalina se dispara. El corazón late más rápido que nunca en la noche en las 50.000 almas que pueblan el Estadio Centenario. Carlos Sánchez se para atrás del balón, con ese "5" que empieza a ser inconfundible, y con precisión de cirujano lanza el balón a la zona caliente. La tribuna hace un silencio enorme aprontando la garganta para gritar gol y, en un mar de camisetas amarillas y celeste, Diego Godín, especialista en esos menesteres, le gana a todos. Esta vez su remate se pierde afuera y cambia el grito de los espectadores (no se escucha el ¡goool!) por un "ufff", pero no la convicción de un equipo que sabe qué es lo que quiere y qué pretende desarrollar dentro del campo.

La jugada se repite por izquierda y por derecha. Una y otra vez. Tras una falta o un córners. Con Godín, con "Josema" Giménez, con Cristian Stuani y hasta con el propio Diego Rolan, Uruguay amedrenta "sicológicamente" a su rival con uno de los argumentos que identificaron las mejores noches de sus antecesores en el Estadio Centenario o fuera de casa.

Así como hasta 2014 fue Forlán el héroe, con esos centros que establecieron una marca registrada en la selección que cambió el curso de la historia del fútbol de la celeste, ahora surge Sánchez con esa pegada mágica —en la altura o en el llano— y con cada envío al área se transforma en el hacedor de los sueños celestes.

Y así como Diego Lugano se transformó en el rey del área, ahora aparece el emperador Godín en un grupo de futbolistas que encontraron en las pelotas quietas una de las herramientas más temibles de la selección que dirige Tabárez.

Los dos goles, ante Bolivia y Colombia, de cabeza ambos, llevaron la cuenta personal del defensa a seis tantos en 95 partidos, y lo colocan en un lugar privilegiado.

Uruguay, que comenzó con puntaje perfecto su recorrido en las Eliminatorias y se plantó con una autoridad propia de los grandes, mostró que mantiene tan vigente como nunca uno de los recursos más valiosos en el fútbol: las pelotas quietas. Esas que tantas veces son demerecidas, pero en quienes saben manejarlas a la larga tiene un plus que los hace diferentes y dueños de una herramienta que adquiere un valor "sicológico" como tener a Messi, a Cristiano Ronaldo o a Suárez.

Entonces, cuando Uruguay repasa la forma en que firmó los dos primeros triunfos en las Eliminatorias y mira al horizonte y se encuentra con que en la quinta fecha volverá el "Pistolero" tras una larga suspensión, la ilusión se refuerza por los goles de Suárez y con la pegada de Carlos Sánchez y los cabeceadores celestes, que hicieron de las pelotas quietas un culto al gol.

Uruguay hace valer la localía.

Uruguay volvió a hacer del Estadio Centenario una fortaleza. Mañana se cumplen seis años de la última derrota como local, el 14 de octubre de 2009 ante Argentina. Desde ese día, la celeste consiguió hilvanar 18 partidos sin sufrir una derrota en casa.

En total, logró 12 victorias y seis empates. Por si fuera poco, marcó 43 goles y recibió solamente 15. Tiene una media de 2,3 goles a favor mientras que recibe menos de uno por encuentro.

Entre las victorias destacadas se encuentra la goleada 4-0 a Chile, el 3-2 ante Argentina y la de ayer.

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Diego Godín. Foto: AFP

EliminatoriasLUIS EDUARDO INZAURRALDE

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