COPA AMÉRICA

La lluvia de proyectiles que tiraron en la Copa América de 1983 y el limonazo de Venancio Ramos en 1985 fueron apenas las primeras señales, la rivalidad fue aumentando y generando cruces cada vez más fuertes entre uruguayos y chilenos.

Atrás en el tiempo quedó aquel limonazo de Venancio Ramos en el Centenario, para evitar que el remate de Jorge Aravena le complicara la vida a Rodolfo Rodríguez y Uruguay clasificara al Mundial de México 1986. Atrás, también quedó, aunque pocos uruguayos lo pueden olvidar, la lluvia de pilas y latas que cayó sobre los futbolistas celestes en el estadio Nacional de Santiago en el partido de la Copa América de 1983.

La dureza de aquellas contiendas, lo ardiente que eran los enfrentamientos deportivos, donde nadie quedaba libre de culpa porque en suelo chileno solían ingresar al campo de juego decenas de personas que simulaban ser fotógrafos para luego cumplir con otros papeles menos artísticos, fue forjando una rivalidad que tomó mayor impulso en los tiempos modernos.

Ni tampoco eran santos los defensores o mediocampistas chilenos. De hecho, aunque los periodistas transandinos suelen argumentar que las patadas o golpes interceptores del juego han sido propiedad absoluta de los uruguayos, alcanza con repasar la final de la Copa América 1987 para encontrar una feroz cacería contra Enzo Francescoli. 

Eso sí, ya nadie puede negar que la rivalidad de Uruguay y Chile creció en grado sumo en los últimos años. Muchas veces por lo que sucedió en la cancha y en otras ocasiones por lo que se dijo fuera de ella.

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Al "Rey Arturo" no le gustó nada perder feo contra Uruguay en el Centenario por las Eliminatorias de Rusia 2018 y pegó con dureza en su análisis posterior al cotejo. Hasta el técnico Jorge Sampaoli llegó a hablar de un equipo que hizo todo para ganar (por aquel entonces orientaba a Chile) y otro que se limitó a defender. Además, en aquel cotejo en 2015, Sampaoli se fue de la cancha insultando al juez, a quien le recriminaba no haber mostrado varias tarjetas rojas a los futbolistas uruguayos.

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La agresividad en la cancha no tuvo un protagonista único. Aunque Sampaoli y la prensa chilena quería encontrar como responsables de los duelos físicos y fuertes a los jugadores uruguayos, la realidad mostró que Arturo Vidal, Gonzalo Jara y Gary Medel eran grandes impulsores de los choques explosivos.

Así empezaron unas batallas durísimas. Medel contra Cavani, Jara contra Suárez y viceversa, porque a un golpe se respondía con otro golpe. Y nada de aflojar, porque ninguno cedía terreno ni le entregaba al otro el papel de protagonista en la agresividad con la que se marcaba o se buscaba hacer entrar al adversario para que fuese expulsado. 

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En la Copa América de 2015, en la que Chile eliminó a Uruguay en cuartos de final, al final del cotejo Alexis Sánchez narró el diálogo que había mantenido con un futbolista uruguayo. Aunque allí no dio a conocer quien era, posteriormente se supo que Jorge Fucile había intercambiado varias palabras con el delantero.

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Las declaraciones de Fucile y el duelo mantenido en la cancha en el certamen que los chilenos terminaron ganando, generó la reacción de los medios de comunicación transandinos. Algunos periodistas tildaron a Fucile y a la propia Selección uruguaya de fútbol de "cobarde".

El ejemplo bien claro lo entregó el periodista y analista de radio y televisión Felipe Bianchi, quien criticó el estilo de juego de la Celeste.