SELECCIÓN

De más a menos. Así fue el camino de Uruguay en la Copa América 2019, al menos en resultados. De aquel equipo arrollador de la primera presentación -saldada con un 4-0 ante Ecuador- que muchos vimos como candidato al título a esta celeste eliminada en cuartos de final, sin poder convertirle a un Perú que en la fecha anterior había sufrido un 5-0 a manos de Brasil.

Hay dos líneas para analizar: una la de los resultados y otra la del funcionamiento. La primera, lo ya dicho en el párrafo anterior; la segunda no presenta una curva descendente sino que, por el contrario, dejó cosas interesantes, sobre todo en el último partido.

Hubo errores de futbolistas y cuerpo técnico, es cierto; pero también es innegable que Uruguay debería haber vencido con claridad a Perú y no lo hizo. Esos “detalles” a los cuales los técnicos achacan hoy los resultados, fueron dos rodillas adelantadas: las de Cavani primero y la de Suárez luego.

También es verdad que, con el equipo en cuanto a nombres que tenía Uruguay estaba para pelear el título.

La realidad es que la Celeste se volvió bastante antes de lo previsto y del último partido quiero rescatar lo importante: la figura táctica.

La defensa y la delantera siempre estuvieron claras. Sin embargo, mucho se habló del medio antes y durante el torneo. Y Tabárez terminó jugando quizás con la fórmula del futuro, más allá de los nombres: 4-1-2-1-2, es decir un rombo en el medio, con Torreira como tapón, Bentancur y Valverde como doble cinco y Giorgian De Arrascaeta de enganche. Con esta figura, Suárez y Cavani estuvieron mucho mejor asistidos, Giorgian tuvo más libertad, fue figura y por allí se explica el dominio casi absoluto del segundo tiempo.

Bentancur y Vecino son dos titulares seguros; Valverde, Torreira y Nández se disputan otro lugar y Giorgian también se ganó su lugar. Sobre eso habrá que insistir.