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Bentancur: el Duque de Nueva Helvecia

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Rodrigo Bentancur luego de la victoria frente a Chile. Foto: Gerardo Pérez.
PILAR OLIVARES

COPA AMERICA

Uruguay tiene con el volante de la Juventus de Italia,  el jugador que organiza el juego con elegancia

El buque insignia sigue siendo la rebeldía, la solidaridad para correr, cerrar espacios. El ADN es meter, trancar con el corazón, no dar por perdida ninguna pelota, regar de sudor cada pan del césped, saltar más alto, arrojarse al piso para frenar un veloz ataque o aparecer en el instante final para evitar que la pelota que iba hacia la red se convierta en la jugada hazañosa. Eso no se pierde. Está ahí. Como el primer día. Como en cada partido.

El toque señorial, distinguido, de un Uruguay que está construyendo una nueva historia sin renegar de su adorado pasado, aparece cuando ese equipo compacto, sólido y práctico, inicia la salida.

Allí, la belleza del fútbol entra en acción cuando el balón lo mueve, sin los colmillos apretados y con la precisión de un relojero, ese espigado jugador de largas zancadas que ataca los espacios con sus movimientos y pases.

Ese mediocampista que recoge la pelota sin temores ni nervios, porque sabe que su espalda se convertirá en el escudo de acero que contendrá el embate del adversario, merece ganarse los aplausos.

Rodrigo Bentancur tiene la estirpe de los jugadores señoriales, de paso seguro, de cabecita levantada. El va avanzando con una sorprendente tranquilidad, eligiendo sin apremio el lugar y el momento exacto en el que va a iniciar la rotación del juego. Amaga, elude, sale airoso siempre de esa presión pegajosa y vuelve a mostrarse como receptor. Mirándolo de afuera muchas veces se gana el grito desaforado y tribunero rogándole por un desprendimiento más rápido. Ni eso lo aleja de la ruta de viaje escogida.

Juega seguro. Confiado. Y nadie luce como él para desmarcarse y ser ese importante receptor de ruptura. Sí, saca provecho de su estatura, de esa zancada que le permite hacerle creer al rival que la pelota será suya si estira su pierna para robarla, pero termina lanzando un golpe al vacío y en posición ridícula.

Bentancur gambetea de manera sencilla, no necesita demostrar dotes de malabarista, ni hacer dibujos extraños en la cancha, porque le basta con su capacidad para salir por cualquiera de los dos perfiles.

Conduce el fútbol de maravilla. Y, lo mejor de todo, lo que ayuda para que se lo vea como un jugador diferente al resto, es que no elude las responsabilidades que le caben por el lugar que se le entrega en el campo. Ni que le hablen de abandonar el lema principal de Uruguay, porque puede meter un cambio de velocidad y hacer que su transición ofensiva-defensiva sea efectiva para meter un quite sobre la raya o por el pasillo central.

Corta juego, también, por su sentido de la ubicación, por ir hacia el lugar que él analizó con el ojo técnico.

Es un jugador que tiene cosas para pulir, pero le sobra tiempo para hacerlo. Ayer cumplió 22 años y si a esta edad es capaz de sorprender con su capacidad para leer el juego, su técnica para meter un cambio de frente milimétrico o su claridad para realizar transiciones rápidas, es un hecho que estamos frente a un futbolista que marcará una gran época en la Celeste.

A este elegante “Duque de Nueva Helvecia” le falta avanzar algunos metros para posicionarse cerca del área. Tiene las condiciones necesarias para incidir en los metros finales del campo y puede incorporarle a sus precisos pases el remate al arco.

Cuando lo logre, a su elegante juego le agregará una singular preponderancia en la definición de las jugadas. Y es un hecho que crecerá en la corte del fútbol Celeste.

otras figuras

"Josema", Cáceres y Cavani

Los tres partidos han ratificado: 1) la categoría de Martín Cáceres: la Celeste le queda pintada. 2) Edinson Cavani sigue multiplicándose en la cancha aunque lo pongan de punta. 3) “Josema” tiene estirpe charrúa y súper pinta de capitán del futuro.

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