COPA AMÉRICA
Las conclusiones que quedaron tras la eliminación de Uruguay frente a Perú.
La derrota (por penales) ante Perú marcó un nuevo fracaso para la selección uruguaya. Volvió a quedar por el camino en una Copa América que se le presentaba como servida en bandeja, por el nivel de los rivales y por el propio rendimiento de la Celeste, que aún con altibajos se mostró superior al resto. Tabárez volvió a quedarse con los cambios y el equipo cayó en el momento menos pensado.
Juego anunciado y por el medio
Uruguay fue más que Perú a lo largo de los 90 minutos, pero más allá de ser un mérito, terminó siendo una prueba más de la falta de sorpresa y variantes. El equipo funcionó hasta tres cuartos de cancha y cuando llegó, sus conquistas fueron anuladas por offsides. En el tramo final apretó, presionó, pero no tuvo muchas ideas para poder vulnerar el arco incaico. Terminó resignado, yendo a los penales.
Tabárez no aprovechó la cantidad del plantel
Cantidad y calidad. El plantel Celeste es amplio y genera variantes de todo tipo y color en cualquier sector del campo de juego. A lo largo de la Copa, sin embargo, pareció ser un plantel corto, al menos para el entrenador, que cambió poco a lo largo del torneo. Salvo Lodeiro, De Arrascaeta, Nández, que fueron los que más rotaron, los demás jugaron poco y nada como “Jona” Rodríguez y Stuani, por ejemplo.
Sin respuestas, ni variantes
Tabárez volvió a quedarse con cambios en la manga. Ni siquiera intentó reforzar el ataque por afuera cuando se iba el partido y el gol no llegaba. Torreira fue la única variante, porque el cambio de Stuani fue solamente para la tanda de penales. En situación límite, con Perú jugado a la defensa, debió jugársela con una línea de tres y ocupar las bandas con velocidad, pero siguió apostando al juego por adentro.
No hay juego colectivo
La selección uruguaya es la única que mantuvo durante 13 años al mismo entrenador y tiene la base del equipo desde la Copa del Mundo de 2010. Sin embargo, carece de juego colectivo, afiatado, como por ejemplo tienen Brasil o Chile. Uruguay no juega bien y sale adelante con sus individualidades. De hecho, cuando no funcionan, le cuesta ganar más de la cuenta. Es la gran falencia de este proceso: el juego.