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Rey ante rey por el trono

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Foto: Reuters

Los Golden State Warriors y los Cleveland Cavaliers definen el título. La cita es hoy, en la noche uruguaya: 21:00 horas. Se juega una de las definiciones más apasionantes que se recuerdan en la historia de las finales de la NBA.

Los Golden State Warriors, primeros en la liga regular superando el récord de victorias que dejaron los Chicago Bulls, reciben en su cancha a unos Cleveland Cavaliers que después de ir cayendo por 3-1 salvaron dos match points en sus últimos dos partidos y pusieron el empate en la final contra todo pronóstico, forzando este séptimo y definitivo duelo.

Y es que hacía 50 años (ver nota aparte) que no se veía una remontada semejante. Como en las grandes historias, son los protagonistas los que alimentan el morbo de las grandes citas del deporte y en este caso inevitablemente marcada por el duelo de titanes que mantienen los dos grandes cracks actuales de la mejor liga del mundo: Stephen Curry y LeBron James.

El primero de ellos es el MVP actual y la última estrella en revolucionar la galaxia de la NBA. Lidera el juego de los Warriors y no sólo por su posición de base: anota, asiste y hasta rebotea a pesar de su 1,91 de estatura. Pero por lo que de verdad ha maravillado al planeta es por sus lanzamientos de tres. Domina todas las distancias y los rangos, por lo que apenas precisa los centímetros suficientes como para evitar que le tapen el tiro, los cuales logra con sus rápidas fintas y cambios de ritmo. Y después lanza con la insolencia de ese oficinista experto en encestar papelitos en su propia papelera.

Durante la temporada regular alcanzó niveles de anotación de triples nunca vistos antes: estableció un nuevo récord de 402 cuando nadie en la historia más que él superó los 270. Sin embargo, las lesiones parecieron afectar a su plena confianza durante los playoffs, en los que ha tenido altibajos.

Algunos dicen que en realidad sigue sufriendo dolencias en su rodilla y por eso no está pudiendo cerrar la temporada a pleno rendimiento. De hecho, hace unos días anunció que no jugaría los Juegos Olímpicos y se piensa que incluso deberá pasar por el quirófano. En cualquier caso, Curry es consciente de que esta noche debe estar a la altura y para ello debe mantener la calma en este séptimo partido.

Y es que en el sexto terminó expulsado por faltas y tan enojado que arrojó su ya famoso protector bucal contra el público, un gesto que acompañó de críticas a los jueces tras el partido. Todo ello le supuso una multa de 25.000 dólares, que también se extendió para su entrenador, Steve Kerr. "Las últimas faltas que me han señalado no han existido", reclamó el base, que se había retirado de la cancha desafiando a quien unos segundos antes lo había terminado de desesperar con una tapa aplastante: LeBron James.

El crack de los Cavaliers no se limitó a taponear la bandeja del líder rival, sino que además le dedicó una burlona sonrisa. El "Rey" (lo apodan "King" James) había logrado, para delirio de la hinchada de Cleveland remontar la desventaja y empatar las finales anotando 41 puntos en cada partido.

Desde sus inicios fue bautizado como el heredero de Jordan por su perfil completo (ataca, defiende, anota, hunde, rebotea, asiste, bloquea...) y lo único por lo que no ha resistido la comparación fue por sus resultados en las finales: fue campeón dos veces, ambas con Miami Heat, de siete finales a las que llegó. Además, esta es su sexta al hilo. LeBron es un líder natural, de esos que en las bravas grita a los demás que le sigan hacia la victoria.

Él y Curry llevan toda la final aumentando su duelo, que por ahora (y por fortuna) no ha pasado la frontera de las miradas desafiantes y los gestos retadores. Esta noche solo uno de los dos saldrá con el anillo de campeón en la mano.

No están solos en su lucha, obviamente. En los Warriors son vitales su escolta, otra máquina de hacer triples como Klay Thompson, el irascible Green o el talentoso Iguodala, que llega sentido físicamente. Cleveland, por su parte, se aferra a la calidad de Irving, la fuerza de Tristan Thompson y al acierto exterior de Love. La anécdota curiosa de la cita la pone el brasileño Anderson Varejão, que jugó la primera mitad de la temporada en Cleveland y la segunda en Golden State, por lo que es campeón pase lo que pase.

Si habrá generado expectación la final que las entradas de reventa ya alcanzan precios superiores a los del Super Bowl. El boleto medio está a 2.500 dólares, pero un lugar en la primera fila cuesta 49.500. Incluso hay reventa para entrar a ver la pantalla gigante de Cleveland: 300 dólares cuando valían 5.

No en vano, de ganar los Cavaliers se convertirían en el primer campeón de la ciudad desde 1964, cuando lo fueron los Brown de la NFL. Para los Warriors podría significar su quinto título: ganaron en 1947 y 1956 cuando tenían sede en Filadelfia; y en 1975 y 2015 ya en la bahía de San Francisco.

Curry.

28 años/1,91 m. Stephen viene de familia de basquetbolistas. Su padre Dell es exjugador y su hermano mayor, Seth, milita en los Sacramento Kings. "Tendré que hacer mi mejor partido de la temporada", dijo en la previa.

LeBron.

31 años/2,03 m. Una infancia turbulenta no impidió que James se convirtiera en la estrella a la que estaba destinado desde que lo compararon con Jordan. "Va a ser divertido. Las estadísticas están para romperlas", dijo en la previa.

NBA. NUNCA NADIE REMONTÓ ASÍ UNAS FINALES.

Los “Cavs” hicieron historia, pero si ganan la reescriben.

Si bien ya se ha comentado que todo es posible cuando el título de campeón de una temporada se define al séptimo partido y que por lo tanto no se puede hablar de favoritos, conviene señalar que la historia y los antecedentes juegan en contra de los Cleveland Cavaliers.

Y es que, a pesar de que el equipo de Lebron James ya logró meterse en la historia de las finales al convertirse en el tercero que pudo forzar el séptimo partido después de ir perdiendo por 3-1 (los únicos que lo lograron en esa situación fueron los New York Knicks en 1951 y Los Angeles Lakers en 1966), la mala noticia para los “Cavs” es que ninguno de los otros dos logró salir campeón, por lo que para ganar esta noche a Golden State Warriors deberá firmar la mayor remontada en toda la historia de las finales de la NBA.

Y aún hay más estadísticas que juegan en contra de los Cavaliers para la final de esta noche: de 18 finales de la NBA, sólo tres conjuntos han podido ganar el séptimo duelo como visitantes. Fue en un lapso de 10 años, entre 1969 y 1978. Boston se impuso en el séptimo juego en Los Ángeles en 1969 y Milwaukee en 1974 y el más reciente se produjo cuando Washington ganó en Seattle hace 38 años.

En definitiva, LeBron y los suyos ya han entrado en la historia de la NBA con su remontada, pero si ganan esta noche, la reescribirán por completo.

No les será fácil ante unos Warriors que quieren redondear su espectacular temporada regular consiguiendo el anillo del campeón.

Foto: Reuters
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BÁSQUETBOLJORGE ALDEA

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