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Federico Bavosi, un "Mono" solidario adentro y afuera de la cancha

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Federico Bavosi
Francisco Flores

UN CAMPEÓN

Quiere devolverle a la sociedad lo que la naranja le dio y acercar el básquetbol a los niños de la zona este.

Federico Bavosi, el “Mono”, que acaba de consagrarse campeón con Aguada, ya está en España junto a su hijo Iago. Cuando conversó con Ovación estaba desesperado porque no conseguía pasaje y había quedado en estar ayer con el niño en la cena de su equipo de fútbol de salón. “Me voy adentro de una valija igual”, comentó.

Bavosi fue elegido como el mejor jugador de las finales frente a Malvín, y al recibir su premio en efectivo dijo que lo iba a destinar a la ONG con la que pretende devolverle a la sociedad todo lo que la naranja le dio. Y así hizo público un trabajo que se viene desarrollando hace dos años, pero que pocos conocían.

“La idea fue mía cuando volví a Uruguay, pero en realidad es una copia del programa que tiene la NBA, que se llama ‘NBA Cares’. Acá los clubes tienen otras formas de subsistir, pero en España vi, en los años en que estuve allá, que los clubes funcionaban con ayudas públicas, de las gobiernos departamentales o regionales y entonces teníamos la obligación de visitar escuelas y hacer eventos para que los niños se acercaran al equipo de la ciudad y al básquetbol. Cuando volví a Uruguay me di cuenta que eso acá no existía. Y que además, el básquetbol tiene una zona de influencia muy grande, que es toda la zona costera además del Prado, Aguada y Goes y muy poco más. En la mayor parte de la ciudad no hay básquetbol, no se juega al básquetbol”, comenzó explicando el base de Aguada.

a España

Se fue a los 20 y dejó lo más importante

Bavosi se fue a vivir a España a los 20 años. “Estuve casi once años y fue una experiencia muy buena. Fue crecer, tener otra cabeza y vivir otro básquetbol”. Allí se casó y se divorció y allí vive su hijo de once años. “La parte más dura es vivir lejos. Pero cuando volví nunca imaginé que iba a quedarme siete años y tener una carrera tan larga acá. Fue temporada a temporada. Él tiene una parte de su vida en Uruguay. Lo disfruto y lo sufro”, admitió quien cuando deje de jugar algún día espera ser entrenador o empresario.

Ya en los primeros encuentros que realizaron en las escuelas públicas se dio cuenta que los tableros estaban a 3.05. “Es imposible que a un niño le guste un deporte en el que si tira nunca la va a meter”.

La idea es reforzar con la presencia del básquetbol el plan de Educación Física que ya existe en las escuelas públicas. “Sobre todo en los lugares donde los niños no pueden acceder a este deporte. Y replicar lo que yo viví, porque recibí parte de mi educación en una cancha de básquetbol con la transmisión de valores y el aprendizaje que eso lleva”, afirmó entusiasmado.

“Empezamos trabajando con profesores en las escuelas de toda la zona este de Montevideo. Juntábamos varias escuelas en alguna que tuviera una cancha de básquetbol y ahí íbamos con jugadores y entrenadores profesionales, pelotas y tableros. Y se empezó a generar una cultura de básquetbol que no existía. La primera vez, fue en mi anterior etapa en Aguada. Estuvimos dos horas con los niños y pasamos bárbaro. La idea no es que salgan jugadores de básquetbol, sino que los niños crezcan cerca del deporte. Que los que no puedan acceder a un club conozcan el básquetbol. Ojalá hubiera cuatro o cinco proyectos de estos y que la única oferta para los niños no fuera el baby fútbol”, destacó.

La semilla.

“Estamos intentando plantar una semilla, sobre todo en este momento en que hay furor por el básquetbol, por las finales y el Antel Arena. Y que a partir de esa exposición los gurises se enganchen. Es un proyecto ambicioso que pretende que haya varias canchas en las plazas de los diferentes barrios”, explicó sobre la ONG que en este momento está en el proceso final de constitución y esperan luego conseguir socios que los apoyen.

Federico Bavosi
Federico Bavosi en las finales defendiendo a Aguada.

“En nuestras charlas le explicamos a los niños que ser jugador profesional es muy lindo, pero también exige un montón de sacrificios. Que es importante que hagan deporte, que sepan que es sano y también lo que exige cuando se es profesional”, relató quien realizó la primera experiencia en la escuela Experimental de Malvín, a la que concurrió de niño. Y luego lo fueron replicando en otras. Hoy son más las escuelas que cuentan con tableros porque los propios niños después de los encuentros, le exigían a sus profesores o sus directoras que hubiera una cancha de básquetbol.

La respuesta de los pequeños ha sido impresionante. La primera vez que lo experimentó fue cuando jugaba en Vigo y visitaban escuelas cada 15 días. Y se dio cuenta de la capacidad de llegada que tenían. “Y acá fue lo mismo. Siempre que le pido a un jugador que pase su tarde libre en una escuela, cuando terminamos me agradece y me dice que siga contando con él. Porque lo que recibís es mucho más de lo que das. Recuerdo una vez en que hicimos un encuentro en la plaza número 5, con escuelas del corredor de 8 de Octubre y Camino Maldonado. Se juntaron cuatro o cinco escuelas y estuvimos como tres horas jugando. Y cuando regresaron a sus escuelas comentaron que había sido el evento que más habían disfrutado, aunque ya habían ido a campamentos y piscinas. Obvio que no nos conocían, no somos de Peñarol ni de Nacional ni de la Selección, somos jugadores de básquetbol, pero para ellos igual fue importante. Fueron momentos muy emocionantes, Creo que todos tenemos cierta responsabilidad de devolver lo que nos dieron”, afirmó muy convencido.

El título.

“Cada título es un momento único e irrepetible. Lo que es cierto es que con Aguada, en mi primera temporada en 2013-2014, estuvimos muy cerca de ganar algo, y el año pasado igual. Toda esa pasión que tiene el hincha de Aguada se multiplica cuando se gana, y yo estaba en el debe de festejar un título con Aguada. Todavía tengo las imágenes de cuando terminó el partido que fue lo más emotivo. Y después cuando llegamos al club que fue una locura”, contó sobre el título de la Liga que acaba de ganar.

“La última final podía haber sido para cualquiera. Igual que la del año pasado. Nosotros no fuimos mejores que Malvín, como ellos no lo fueron el año pasado. Ni este equipo fue mejor que el de Aguada del año pasado, pero eso es lo que tiene el básquetbol y el deporte. La ganamos nosotros porque es un juego y hoy estamos disfrutando”, aseguró.

el amor

Lo hizo ser un poco más hincha de Torque

Hoy está en pareja con Daniela. “Siento que este título no es un logro mío sino nuestro y lo hago extensivo a mi hijo porque siento que juego con él y por él. Pero Daniela está todo el tiempo ahí. Se banca dormir poco porque llegamos de los partidos y yo tengo la manía de volver a ver el juego porque si no no me duermo. De repente nos acostamos a las 4 y ella entra a trabajar a las 8”, contó sobre la deportóloga de Torque. “Entiende lo que se vive en el deporte y además se lleva muy bien con Iago, lo que es imprescindible”.

“Ganarlo con Aguada fue especial, pero no porque fuera contra Malvín donde jugué y donde tengo amigos. Y un gran respeto por el cuerpo técnico. Lo que fue especial fue jugar frente a 10.000 personas y en la mejor cancha que hay en Sudamérica. Y que la historia diga que Aguada fue el primer campeón en el Antel Arena”, dijo quien cree que lo mejor que tiene dentro de una cancha es la solidaridad.

“La tranquilidad y la solidaridad, que creo que es imprescindible para el base. También intento entender por dónde va el juego y tener esa frialdad. Y no ser egoísta para pensar que puedo estar dos cuartos sin tirar al aro. Siempre pongo al equipo por delante de la individualidad, no sé si es un mérito mío o un rasgo necesario para un base”, explicó quien en el entorno de Unión Atlética, donde se crió, y en el barrrio de Malvín sigue siendo el “Monito”, porque heredó el apodo de su padre. Y le molesta un poco porque a los 38 años ya no es un “Monito”.

“Afuera de la cancha lo mejor que tengo es que soy una persona muy positiva y alegre. Y creo que eso lo contagio bastante”, agregó. Pero también es solidario afuera, como lo prueba la ONG a la que espera poder dedicarse mucho más cuando deje de jugar. Pero eso no está en los planes por ahora. Acaba de terminar su contrato con Aguada y al final reconoció que “mi deseo es seguir jugando ahí”.

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