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Corazón: lo mejor fue en Aguada

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Foto: Fernando Ponzetto.

BÁSQUETBOL

Andrew Feeley recorrió muchos países detrás de la naranja y ya tiene equipo en México. En dos años será técnico y espera volver

"Es parte de este negocio”, dice Andrew Feeley sobre la decisión de Aguada de cortarlo. No oculta sin embargo, que la determinación lo sorprendió, en parte porque se enteró por Twitter y también le dolió.

Por estos lares, se considera a los basquetbolistas extranjeros que juegan en diferentes países, como mercenarios que van donde mejor se les paga. Y puede tener algo de cierto, pero no deja de ser lo mismo que hacen nuestro jugadores de fútbol cuando salen al exterior. Además, no todo es dinero, al menos para Feeley, que reconoce que en Aguada vivió el año pasado su mejor momento deportivo y también fue la hinchada rojiverde la que se metió en su corazón.

“Me sorprendí cuando me enteré que me iban a cambiar, no lo esperaba. Aunque es parte del negocio del básquetbol. Si hubiera sido un mes antes, cuando el equipo no andaba, lo hubiera entendido. Pero cambiaron el entrenador, ganamos cinco partidos seguidos y anoté el doble con el que ganamos el clásico con Goes. Que pasara en este momento me sorprendió”, reconoció el pivot que lleva 14 años jugando profesionalmente y recorrió muchos países, entre ellos Japón, Rusia, Francia, México, Eslovenia, Puerto Rico, Venezuela, Argentina y Uruguay.

El jueves pasado fue un día se sensaciones ambiguas para Andrew. Primero se enteró que lo cambiaban por otro extranjero. Esa noche igual jugó frente a Malvín y los hinchas aguateros colocaron varias banderas en su apoyo y le dedicaron el “¡ole, ole, ole, Feeley, Feeley!”.

“Creo que quien lo puso en Twitter no era de Aguada, pero así me enteré. Hoy es así, con las redes sociales. Fue un shock para mí. No sabía si era real, y llamé a mi agente, que se había enterado de la misma manera. Mi novia, que sigue las redes sociales de Aguada, me llamó enseguida preguntándome si era verdad. Y tuve que decirle que sí. No es que sea algo extraño, es común en el mundo del básquetbol. No suele haber garantías en los contratos y te pueden cambiar en cualquier momento. Me ha pasado antes. A veces el negocio está de tu lado y otras veces no. Es algo que pasa todo el tiempo. Pero fue muy duro, porque el año pasado llegamos tan lejos, hasta la final, que quise volver para ganar todo. Estaba muy arraigado en el equipo, por eso fue doloroso”, admitió. Y agregó que vio varias veces la jugada del último doble en el triunfo frente a Goes.

“Es difícil decir que este año rendí menos que el anterior. Si uno mira solamente los números, cuántos puntos hice, o cuántos rebotes conseguí, puede ser. Pero hay muchos aspectos a tener en cuenta. Este año había un equipo nuevo, con otros jugadores. No se puede decir que porque mis números fueron más bajos, jugué peor, hay muchas otras cosas a tener en cuenta”, explicó quien creía que los hinchas le iban a hacer alguna dedicatoria porque lo había visto en las redes, pero no estaba seguro de que sucedería.

EMOCIÓN. “Fue muy emocionante. Un momento muy especial. Estaba en la cancha, tratando de poner el foco en el partido para ganarlo, pero escuchar a la gente me emocionaba. Es que la hinchada de Aguada es especial y muy pasional. Se enoja mucho cuando perdés, pero también te demuestra mucho cuando ganás. De los equipos en los que he jugado es la hinchada más pasional y la que tiene más gente. No todos los equipos son como Aguada en Uruguay. Hay una gran diferencia. Tengo amigos en otros equipos y me dicen que se sienten diferente cuando juegan contra Aguada”, afirmó.

“No tengo malos sentimientos para Aguada por esto. Dejo amigos espectaculares, compañeros con los que trabajamos muy duro a diario. Y me llevó el respeto de la gente. Cuando la gente respeta tu trabajo, eso es más importante que el dinero”, añadió.

A propósito el juvenil aguatero Joaquín Rodríguez le dedicó una linda despedida en Instagram agradeciéndole por sus enseñanzas. “Joaquín es muy joven, pero su mente es madura. Tenemos una muy linda relación. Es un muchacho especial, como una especie de hermano menor para mí. Y uno siempre trata de ayudar a los más jóvenes, lo hacemos con Demian, que es otro gran amigo”.

NOMADE. “El básquetbol en Estados Unidos es la NBA. Ahora hay una segunda liga, pero no se gana tanto como jugando afuera. Es lo mismo que pasa acá con los jugadores de fútbol”, dijo sobre su vida itinerante. Su primera vez fuera de Estados Unidos, fue en Japón, cuando tenía solamente 22 años. “Es difícil acostumbrase a una cultura tan diferente, a un idioma tan distinto. Te shockea. Por suerte, los equipos siempre tienen gente que te ayuda, también en Uruguay. Lo de Japón fue asombroso, fue mi primera experiencia afuera y nunca la olvidaré”.

Francia fue uno de los lugares donde mejor lo pasó. “Estuve en un equipo del sur, en la costa. Una zona muy turística. Era muy lindo vivir ahí, muy caro, pero muy lindo. Y tuve una cantidad de gente que me fue a visitar: mis padres, mi hermano, mi novia de entonces”.

Feeley también jugó en Venezuela y fue testigo de dos momentos históricos. La muerte de Hugo Chávez y las primeras elecciones en las que ganó Maduro. “Tenía compañeros que estaban muy asustados, sacaban su dinero de los bancos, porque no sabían lo que iba a pasar”, contó. Y admitió que le duele mucho ver la situación en que se encuentra hoy el país caribeño. “Jugué ahí seis temporadas y tengo muchos amigos. Ver al país como está hoy me da mucha tristeza. Encuentro muchos venezolanos acá en Uruguay. Incluso gente que conozco, fans de los equipos donde jugué. Y hace dos años atrás, estuve en Argentina y también me encontré muchos venezolanos. Es una situación muy amarga la que están atravesando. Venezuela es un país hermoso con gente muy agradable”, se lamentó.

Llegó por primera vez a Uruguay para defender a Trouville en 2011. También vistió las camisetas de Urunday Universitario, Goes, Hebraica y Biguá. “Cuando llegué a Uruguay, encontré gente muy amable y amistosa en Trouville. Y vivía frente a la rambla. Cuando abrí la ventana por primera vez encontré todo muy hermoso. Una de las cosas que más me sorprendió de Montevideo fue que las construcciones eran muy viejas. Pero encontré gente agradable, siempre dispuesta a ayudarme”, dijo y compartió uno de los mejores recuerdos que se lleva.

“El año pasado, cuando estábamos jugando los playoffs con Aguada, yo vivía en el Centro y salíamos a caminar por 18 de julio con mis compañeros y no podíamos recorrer más de dos cuadras sin que nos alentaran. He disfrutado mucho en Uruguay, quizás porque nunca me tocó vivir el invierno. Je”.

EL COACH. Feeley se irá de Uruguay seguramente el próximo martes. Estará presente el lunes en el juego de Aguada frente a Trouville, donde debutará Thornton, el nuevo extranjero. Pero irá a alentar a sus compañeros.

Viajará a Puerto Rico, donde su nuevo equipo, Libertadores de Querétaro, juega el grupo de la Liga de las Américas. “Podría haberme ido a casa, pero eso depende del agente que tengas. Y Juan Pablo Da Pra ya me consiguió otro equipo. Por un lado es mejor, pero por otro cuesta un poco en la cabeza, meterse enseguida en otro lado. A esta altura ya estoy acostumbrado, pero no es fácil. La otra noche, el viernes, estaba comiendo un asado con los compañeros de Aguada”.

El pivot se casará en agosto con su novia Caterina, de origen griego y dentista de profesión. Se conocieron hace tres años en la playa en New Jersey. Estar separados no ha sido fácil. “Tiene su trabajo en Filadelfia, pero ha venido de visita, cada unos meses. Es complicado, pero hoy en día gracias a la tecnología hablamos a diario por facetime. Si hubiera sido hace diez años no sé si la relación hubiera funcionado”.

Luego de casado se instalará en Filadelfia y a los 35 años está analizando dejar de jugar, dentro de una o dos temporadas. Y comenzar a dirigir. “Ese es el plan. Creo que voy a ser un buen entrenador, tengo mucha experiencia. He tenido buenos y malos técnicos y he aprendido de ellos lo que hacer y lo que no. Es excitante, será un nuevo capítulo de mi vida. Y capaz que algún día puedo volver a dirigir Aguada”.

Siempre supo que iba a jugar básquetbol

Feeley nació en Scotch Plains, una especie de suburbio de Nueva York, ubicado en el estado de Nueva Jersey. Tiene un hermano mayor y una mujer menor que él. Su padre trabajaba en la corte en Nueva York y su madre era nurse y trabajaba en el colegio donde iban sus hijos. “Empecé a jugar en una liga para niños de la iglesia, donde también jugaba mi hermano. Crecí mucho y eso es bueno para el básquet”, contó riendo sobre sus 2 metros 06.

El deporte siempre fue muy importante en su vida. Jugó al beisbol y algo al fútbol americano. “Cuando las maestras me preguntaban que iba a ser cuando fuera grande; yo siempre respondía jugador de básquet”.

La despedida de Pablo López

Tras su último partido frente a Malvín, el técnico de los de la playa, Pablo López, se acercó a abrazarlo y despedirse. “Me felicitó porque había jugado a gran nivel esta temporada y la anterior. Y también me deseó mucha suerte para el futuro”, dijo Feeley quien valoró la actitud del DT.

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