MI OPINIÓN

NANDO PARRADO

Lejos de la vida de padre de familia que ha adoptado su ex compañero Nico Rosberg, el actual campeón mundial Lewis Hamilton ama todo aquello que brilla.

Su amor por la música es muy grande y hay muchos que ya se imaginan a Lewis convertido en estrella del rock sobre un escenario. Él ya ha grabado en estudios importantes, una treintena de canciones y ha manifestado sus intenciones de intentar algún rol actoral en el cine. Una vez que su carrera de piloto de Fórmula 1 termine, “dentro de cinco o seis años” como él mismo ha dicho, no nos sorprenderá ver su lado artístico.

Pero detrás de su personalidad de brillo constante, se esconde un personaje tímido. Una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que posee una apariencia extremadamente segura de sí mismo, pero que en el interior sufre de miedos. Según Lauda: “Un piloto que necesita de amor, de sentirse rodeado y protegido, para dar la totalidad de su talento”. No sé si será tan así, pues lo que veo yo es un piloto con fuerza suficiente como para transformar a su antiguo amigo Rosberg en un rival temible.

Definitivamente un campeón a doble faz, entre caminos de cruz y burbujas de champagne.