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Bernie Ecclestone, de vender diarios y bizcochos a dueño de la Fórmula 1

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Bernie Ecclestone
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FUERA DE SERIE

Personaje único, habilísimo negociador y gestor tiránico, acaba de ser padre a los 89 años

Bernie Ecclestone sigue siendo noticia, incluso a los 89 años, lejos de la Fórmula 1 y en medio de una pandemia: en julio pasado fue padre de un niño, Ace. El empresario ya tenía tres hijas, cinco nietos y un bisnieto, de manera que el pequeño Ace llegó al mundo siendo tío abuelo…

Es una de las muchas singularidades de Bernie, en su niñez canillita, en su juventud piloto mediocre y vendedor de autos usados y uno de los hombres más ricos de Gran Bretaña por el resto de su vida. Su fortuna en 2016 superaba los 3.000 millones de dólares según Forbes. En un ambiente de hombres veloces, como la Fórmula 1, él fue el más rápido haciendo negocios y se convirtió en el dueño de la categoría.

Hasta 2017, su diminuta figura (mide menos de un metro sesenta) fue presencia constante en los grandes premios, controlando todos los resortes de la industria sobre ruedas que él mismo armó.

Incluso fuera de las carreras estuvo en las primeras planas, con declaraciones tan escandalosas como que Hitler “hacía que las cosas funcionaran”, que la trágica muerte de Ayrton Senna “favoreció a la Fórmula 1”o que las mujeres “deberían vestir de blanco, como los otros electrodomésticos". Y si no se trataba de él, eran dos de sus hijas, Tamara y Petra, habituales en las revistas de chismes inglesas por su exhibicionismo de riqueza.

Su fama incluso dio origen a leyendas urbanas. En Gran Bretaña hay quienes están convencidos de que fue el cerebro del famoso gran robo del tren postal, que le dio a una banda de asaltantes 2,6 millones de libras esterlinas en 1963. Lo negó en una entrevista, afirmando: “Yo podría haber hecho algo mejor”.

Hijo de un pescador, Bernardo Charles Ecclestone nació en 1930 en la localidad de Bungay (Suffolk, Inglaterra). De niño ya hacía negocios: ganaba monedas repartiendo diarios y las invertía comprando bizcochos para revender a sus compañeros de clase. Dejó la secundaria para trabajar en un laboratorio y luego en una empresa de gas, pero aprovechaba el teléfono de la oficina para vender piezas de motos de segunda mano.

De allí pasó a vender coches usados y a las inversiones inmobiliarias, aunque su mayor interés comenzó a centrarse en el automovilismo. En 1957, a los 27 años, compró dos autos de Fórmula 1, que anotó en algunas carreras pero nunca siquiera alcanzó a largar. Pronto se convenció que era mejor comerciante que piloto.

En 1970 reapareció como manager del piloto austríaco Jochen Rindt. El trabajo le duró poco porque Rindt murió en un accidente, aunque su campaña anterior le permitió ser el único campeón mundial post mortem de la F1.

Bernie ya no se alejó de la principal categoría del automovilismo. En 1972 le compró la escudería fundada por Jack Brabham por 120 mil dólares. Se hizo notorio en Argentina porque el equipo incorporó al santafesino Carlos Reutemann. Este tuvo una muy buena trayectoria en la F1, de la cual fue subcampeón en 1981. Su patrón llegó más lejos: poco a poco escaló hasta convertirse en el propietario del circo.

El empresario tuvo la astucia de ver más allá que todos, al comprender que entre pilotos intrépidos, autos de avanzada tecnología y el glamour de las competencias existía un fabuloso negocio. Para eso promovió la creación de la FOCA, la asociación de los constructores de autos de la categoría. Naturalmente, enseguida se convirtió en el jefe del grupo, que fue conquistando cada vez mayor terreno ante los organizadores de las carreras y la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y su rama deportiva, la FISA.

La lucha con la FISA fue encarnizada e incluso a comienzos de la década de 1980 la F1 estuvo al borde del cisma. El arma fundamental en esa contienda fue, como en tantos otros deportes, la televisión. Hasta que Ecclestone logró un acuerdo con la FISA, conocido como Pacto de la Concordia. Contó para eso con la ayuda de su amigo, el expiloto y abogado inglés Max Mosley (hijo del líder fascista británico Oswald Mosley, a cuyo casamiento asistió el propio Hitler). La FOCA se quedó con los derechos de televisión y la FIA con el control de los reglamentos. Claro que la fuente de los millones era la TV...

Más adelante, Mosley pasó a presidir la FIA mientras Ecclestone vendía Brabham y creaba una empresa para administrar la F1, la Formula One Managment (FOM), de la cual se convirtió en principal accionista. El dinero de la televisión pasó a repartirse así: 43% para los equipos, 30% para la FIA y 23% para la FOM (o sea, para Bernie).

Varios dueños de equipos lo acusaron de haberlos estafado, pero al final se salió con la suya, porque sus escuderías obtuvieron más dinero que antes. Por miedo, respeto o conveniencia económica, el resto de la F1 aceptó que se convirtiera en el virtual dictador de la categoría.

En 2000, Mosley le otorgó lo derechos de TV hasta 2110 por un pago efectivo de 360 millones de dólares, una cifra considerada absurda para un negocio tan rentable y por un período tan extenso.

La F1 dejaba atrás su esencia deportiva para centrarse en el negocio. Así, comenzaron a organizarse carreras en sitios hasta entonces exóticos, pero con dictadores dispuestos a pagar mucho dinero.

Tal concentración de poder, sin embargo, le originó a Ecclestone problemas judiciales. Por una de esas contiendas tuvo que pagar una multa de 100 millones de dólares ante tribunales alemanes.

Bernie decidió entonces subdividir su monopolio en varias empresas, con nuevos accionistas, sobre todo bancos internacionales, aunque siempre se reservó la mejor parte.

Luego de años de rumores sobre la venta de la Fórmula 1, en 2016 el grupo estadounidense Liberty Media comenzó el proceso de compra de su paquete accionario, cuyo valor estimado era entonces de 8.000 millones de dólares.

Se anunció que Ecclestone continuaría como director ejecutivo de la categoría, pero a comienzos de 2017 fue cesado por los nuevos dueños. Quedó como presidente honorífico, hasta que a comienzos de 2020 unas declaraciones suyas con tintas racistas contra el piloto negro Lewis Hamilton determinaron que Liberty Media anunciara que ese título había “expirado”.

Mientras ocurría todo eso, Ecclestone tenía una agitada vida familiar. Se casó por primera vez en la década de 1950 y tuvo una hija, Deborah (hoy, a los 65 años, hermana de un bebé). Luego, el empresario vivió con una mujer singapurense de origen chino durante unos 20 años. En 1984 se casó con la modelo croata Slavica Radic. Tuvieron dos hijas, Tamara y Petra, célebres por sus andanzas y derroches. Luego se divorciaron y Ecclestone se unió a la brasileña Fabiana Flosi, 48 años menor, que acaba de darle su primer hijo varón. Bernie asegura que la experiencia de ser padre de nuevo le gusta y piensa tener otro hijo el año que viene, a los 90 años.

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