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De Guinness: Superman es uruguayo

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Aníbal Lavandeira contra viento, marea y rayos: ganó la Ultramaratón de playa más larga del mundo.

Vocé é um extraterrestre, no é humano!", fue la exclamación que recibió a Aníbal Lavandeira bajo el manto oscuro de la noche inclemente, en medio de un furioso temporal de agua, granizo, viento, truenos, relámpagos y rayos, durante la Ultramaratón que se corrió por la arena de la costa atlántica de Rio Grande del Sur, desde la Barra del Chui al balneario brasileño Cassino, a lo largo de 230 kilómetros que 70 participantes debían recorrer en 60 horas, como máximo, para no quedar eliminados.

Inconsciente.

"Hubo algunos que no llegaron dentro del plazo, por un dolor, una lesión, problemas con los pies, o gente que se durmió; por ahí dice: Paro, voy a dormir media hora, y cuando se despierta, durmió cuatro. Los que fuimos en punta, prácticamente no dormimos. La parada más larga mía fue de 9 y algo. Así le saqué tres horas y media al segundo, y casi cinco al tercero: un margen muy importante. Yo demoré 33 horas y pico. Esperaba poner un poco menos, pero nos agarró una tormenta bárbara: fueron 45 kilómetros que hice en 9 horas media, con mucho viento, lluvia, granizo y unas descargas eléctricas impresionantes. El problema mío era el granizo, que me rompía la cabeza, aunque lo de la tormenta, con un viento muy fuerte en contra, fue muy complicado, por más que ahí fue donde pude sacar mayor distancia, porque los corredores que tenían una gran experiencia en Ultramaratón de playa por haber corrido El challenger de los cuatro desiertos, que comprende el de Gobi en China, el de Sahara, el de Atacama, y la Antártida, sabían qué hacer en esos casos y se fueron a los médanos, se acostaron y se taparon el cuerpo con arena, para protegerse de los rayos. Yo no, pero no fue de valiente, sino de inconsciente: iba con zapatos de goma, mojados por el agua…y pensé que así no me pasaba nada. ¡Y era al contrario!"

Película.

Además de gente del Guinness, que llegó a la región para certificar que la que va desde la Barra del Chui a Cassino es la franja de playa más extensa del mundo, por lo que ésta es también la ultramaratón más larga de la categoría, ya que hay de pista, de ruta y de calle, la competencia contó con la participación de brasileños, argentinos, ecuatorianos, españoles y portugueses, aunque sólo los 17 que llegaron vivieron la experiencia completa de contemplar —y sufrir— los abruptos cambios climáticos que se produjeron en el relativamente breve tiempo que Lavandeira tardó para cubrir el trayecto entre la largada a las seis de la mañana de un día y la llegada a las 16:20 de la siguiente jornada: "Largamos con sol en un amanecer espléndido; el anochecer ya se volvió muy frío y ventoso; antes de medianoche empezó la lluvia; de madrugada se descargó la tormenta eléctrica con viento, granizo y una cortina de agua; en la mañana siguiente se levantó una gran tormenta de arena; y después del mediodía fue como si hubiera quedado atrás una película de terror: era una tarde espectacular, de playa".

Asustados.

Pese a las dificultades que la naturaleza plantea en la zona por donde se corrió la ultramaratón, que es una ancha franja de arena agreste y desierta en la hay hasta 6 kilómetros de distancia entre la ruta más próxima y la costa atlántica, lo que dificultó el acceso de los servicios a los competidores, que se cumplieron con el apoyo de camiones y campamentos militares, hubo cuatro puestos de control en donde los participantes no sólo registraban su paso, sino que también podía alimentarse y refrescarse: "Entre el tercer y el último puesto de control, cuatro corredores quedamos en el medio de la tormenta, porque a algunos los levantaron y los llevaron a uno de los campamentos militares, ya que muchos quisieron seguir, pero muchos no… se asustaron. Ahora, esos que seguimos, íbamos sin ninguna referencia. Así que, cuando llego al cuarto control, donde había unos soldados metidos abajo de sus capas y adentro de unas carpas gigantes que estaban en medio de la nada, sale una médica y, como yo venía medio aturdido, porque había pasado toda la noche corriendo, trotando, perdí la campera por el camino y tenía el reloj roto, me dice: ¡Vocé é um extraterrestre, no é humano!

Sí, es cierto; como muestra la realidad que describe Aníbal Lavandeira al explicar el resultado de la ultramaratón de playa más larga del mundo diciendo que "yo iba segundo y, sin darme cuenta, pasé al primero cuando el loco se había metido entre los médanos para protegerse de los rayos". El diagnóstico de la doctora, pues, fue exacto: Superman es uruguayo.

¿8 kms?¡no pasa nada, ya llegaste!

"Después de tres horas de tormenta de arena, vino la parte linda, la más poblada: faltarían 30 kilómetros, y llegó O Globo, la televisión, y faltando 10, como los brasileños son muy expresivos, me seguían en bicicletas, autos, y me me tiraban agua...Se puso bueno, ¡ahí ya no me ganaba nadie...ahí no había con qué darme!"

De todas formas, cuando Labandeira sentía que tenía todo bajo control, hubo un sobresalto: "En donde yo pensé que llegaba, me dicen desde una camioneta policial que iba con la sirena a todo lo que daba: Faltan 8 kilómetros. Yo exclamé: ¿8 kilómetros?. Me dicen: ¡Ya corriste 230, no pasa nada, ya llegaste!. pero esos últimos 8 kilómetros fueron espectaculares: a lo lejos se veía el arco de llegada, donde estaban mi señora y mi hija, que habían pasado una noche de m….. por la tormenta. Después me enteré los nervios que pasaron, en la habitación con la mujer de la organización, rezando para que no me pasara nada".

Un avión de noche: como ver un oasis...

Aníbal Lavandeira es profesor de la ACJ y propietario de una papelería, escenario de vida que magnifica su hazaña, pues para correr la ultramaratón de Cassino, como la del Mundial de Turín el 11 y 12 de abril pasado, se precisa una preparación larga, cotidiana: "A cualquier uruguayo lo complica entrenar estas distancias, porque tenemos que salir a correr a la hora de dormir, todos todos trabajamos. Yo salgo de noche, a las 6 de la mañana estoy con un grupo de alumnos en la rambla, y le saco tiempo a la familia para correr de día los fines de semana. Hay extranjeros que son profesionales; en Cassino, el que fue 2° es un brasileño que ganó maratones en Europa y Australia. Hay que entrenar todo, el físico y la mente. Acá la oscuridad era total, yo escuchaba las olas, pero no veía nada, sólo la luz de la linterna que tenía en la frente e iluminaba adelante. La soledad era tanta, que pasó un avión muy alto y sentí que esa gente me iba acompañando..."

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