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De las tablas a los fierros

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Franklin Rodriguez
Archivo El Pais

Franklin Rodríguez es uno de los actores más reconocidos del país. Tiene más de 32 años de carrera en el teatro y los medios, y ha actuado en más de 60 obras, varias de ellas escritas por él. Actualmente exhibe El Crédito en el Teatro del Notariado. En esta entrevista habla sobre su vocación: la actuación, su pasión por el entrenamiento y cómo el fútbol lo ha desencantado hasta el extremo de la indiferencia.

-¿Qué lugar ocupa el deporte en tu vida?

-Un lugar importante. Hace 15 años empecé el gimnasio y descubrí mucho. Yo era asmático y descubrí que hacer fierros me hace bien y que me cura el asma, o al menos eso creo. Además, tengo casi 54 años y tengo que estar bien físicamente para llevar adelante mi trabajo. El año pasado estrené Doña Flor y sus dos maridos y salía desnudo y ahí tenés que estar más o menos bien. No es que quiera que la gente diga “que lomudo”, pero sí que diga “el tipo se mantiene bien para su edad”. Además me ayuda, tengo un aguante grande de trabajo porque me cuido.

-¿Qué deportes te gustan?

-Hago un poco de fierros y corro. Ni miro ni practico otros deportes. El fútbol uruguayo es horrible y en el internacional me aburre que haya tanta plata metida, donde siempre figuran algunos privilegiados. Me parece que el fútbol es un negocio donde se acabó la pasión. Soy simpatizante de Nacional y de Cerro, porque nací en el barrio, pero dejé de ser pasional y cada vez que veo las cosas que pasan en el fútbol me dan ganas de estar más lejos.

-¿Y la selección?

-La selección sí la sigo. Me entusiasma mucho esa cosa impredecible que tiene Suárez, esos toques mágicos que te hacen decir: “Ah, que lindo que era el fútbol así”. También rescato mucho toda esa filosofía que tiene el maestro Tabárez de que no somos cracks, sino luchadores y trabajadores. Así deberíamos ver el deporte, la vida y hasta la política.

-¿Cómo fueron tus inicios en la actuación?

-Empecé en la actuación por una cosa muy elemental: conquistar chicas. Yo tenía 17 años y pasaba por el Florencio Sánchez cuando entré y vi un par de actrices. Me dije “qué lindo que está esto, capaz que acá consigo novia”. Y me gustó. Ese mismo día alguien habló de la Comedia Nacional, de la Escuela de Arte Dramático. Me apunté en la escuela y quedé prendido al teatro.

-¿En qué momento pensaste que esto podía ser una carrera?

-Siempre tuve muchas dudas. Pagar los estudio se me hizo complicado, hasta que empecé a trabajar en cosas paralelas: obras de niños, cursos de actuación, algún personaje chiquito en la Comedia Nacional. Después empecé a actuar en la calle junto a un grupo grande de amigos, entre ellos Tabaré Rivero, para poder vivir de esto. De a poco me fui metiendo en el teatro profesional hasta que logré un espacio en el que me siento reconocido.

-¿Qué disfrutas más, escribir o actuar?

-Actuar. No es que no disfrute escribir, pero me lleva mucha concentración, porque en vez de pensar en un personaje tengo que pensar en varios. Es un trabajo intelectual demandante.

-¿Hoy en qué proyectos estás trabajando?

-Ahora estoy terminando de hacer El Crédito con el flaco (Jorge) Esmoris, que tenemos funciones durante todo octubre y el 10 de noviembre viajo a Europa para una gira que hago con mi monólogo “Las cosas que nunca me contaron”. Empiezo en Turín, después voy a Munich, paso por Suiza, otra función en Viena y termino en Barcelona.

-¿Hace cuánto que entrenás en Club One?

-Hace un año, por recomendación de un amigo. Es un poco lo que era el boliche para mi padre. Cuando yo era chico mi viejo iba al boliche antes o después de trabajar y se tomaba un par de cañas. Yo no voy al boliche, entonces el lugar social que tengo es el gimnasio. Es mi esquina, donde me encuentro con gente que no tiene nada que ver conmigo y con profesiones diferentes. Ahí de short y de remera somos todos iguales y podés hablar con la gente de muchas cosas. Te sentís bárbaro.

-¿Qué tipo de entrenamiento haces ahí?

-Hago fierros, corro en la cinta o uso el caminador. Un par de veces me he sumado a hacer danza con las chicas en la parte de arriba del gimnasio, pero me canso mucho. Estoy grande para esas cosas (se ríe).

-¿Qué es lo que más te gusta del Club One?

-Lo que más me gusta es esa cordialidad de todos. De los profesores, de los instructores y de los compañeros que están ahí. Hay un respeto en el sentido de que los aparatos están en buenas condiciones, los cuidan y eso para un tipo que va cinco veces por semana al gimnasio es importante. Los aparatos son tan nuevos que hacen que uno sienta ganas de entrenar.

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Franklin Rodriguez

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