Poco a poco empiezan a caer las barreras que limitan o impiden la actuación femenina en algunas instituciones deportivas de todo el mundo.

La amenaza de quitarle la organización de futuras ediciones del Open Británico fue decisiva para que los socios de la Honorable Compañía de Golfistas de Edimburgo, que maneja el club Muirfield, en Escocia, aceptara por mayoría el ingreso de mujeres como asociadas. Cae así una barrera vigente desde 1744, pues se trata del club de golf más antiguo del mundo.

No se trata de un caso aislado. Siguen existiendo clubes vedados a las damas, pero también es creciente el número de reclamos para derribar esos prejuicios de género.

La sede olímpica de Tokio 2020 también presenta este problema. El Comité Olímpico Internacional advirtió que si el Kasumigaseki Country Club, escenario previsto para el torneo de golf, mantiene su política de negar al sexo femenino la membresía plena, Tokio deberá buscar otra cancha para sus Juegos.

No es tampoco un asunto exclusivo del golf. Muchos clubes en todo el mundo todavía impiden a las mujeres ser socias o las admiten con muchas restricciones. Ocurre por ejemplo con el Jockey Club de Buenos Aires y ocurría en el desaparecido Jockey Club de Montevideo.

Uno que ha levantado las restricciones es el Augusta National, sede del Masters de golf. En 2012 aceptó a la exsecretaria de Estado Condolezza Rice y a la empresaria Darla Moore. De cualquier forma, la institución sigue siendo muy restrictiva en su admisión, se trate de mujeres u hombres.

IGUALDAD DE GÉNERO