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Jake LaMotta, el boxeador que nunca se rindió ni perdió por KO un combate y al que inmortalizaron Robert De Niro y Martín Scorsese en 1980,  murió a los 95 años por complicaciones de una neumonía.

Jake LaMotta, el célebre boxeador interpretado por Robert De Niro en la película Toro Salvaje, de Martin Scorsese, murió a los 95 años. Falleció por complicaciones de una neumonía en un hospital de Miami, según anunció su familia.

A todos los boxeadores se les recuerda por sus victorias. A LaMotta, hijo del Bronx, por su carácter irreverente y su furia dentro y fuera del ring, por su dignidad en las derrotas y por su máximo orgullo, rozando el masoquismo, re­sistirlo todo sobre la lona.

Vivió una vida agitada: una infancia en Nueva York en la que su padre abusaba de su madre, él aprendió a golpear en un reformatorio, alcanzó el estrellato como boxeador en los años cuarenta y luego arrastró problemas económicos y personales tras colgar los guantes. Tenía un espíritu incansable: u201cGolpear, golpear, golpear, nunca rendirse, recibir todo el castigo que pudiera soportar, pegar, pegar y pegaru201d, describió él mismo en su autobiografía, en 1970.

Nunca perdió un combate por KO pero sí cedió ante la mafia, cuya mano en el boxeo de los años 40 era decisiva para hundir o encumbrar a los púgiles. La Motta admitió ante el Congreso que perdió un combate a cambio de disputarle la corona al francés Marcel Cerdan, el legendario, amante de Edith Piaf y un héroe en la Francia de la posguerra (venció LaMotta pero no hubo revancha: Cerdan perdió la vida en accidente aéreo camino de Nueva York en 1949).

En 1980 llegó la película Toro salvaje, Oscar al mejor actor a Robert De Niro, quien persuadió a Martin Scorsese para contar la vida de un boxeador que durante su carrera obtuvo 83 victorias (30 de ellas por nocaut), 19 derrotas y 4 empates.