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El cartero llama dos veces

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Bailes.Los sábados de noche era tanta la gente, que se cortaba el tránsito por Yatay entre San Martín y Marcelino Sosa
Archivo El Pais

Sud América fue el tercer grande y tuvo un palacio; hoy le prestan la sede, pero no vive de yapa ni de la historia.

Hoy, cuando Sud América comparte la sede del Club Ciclista Cruz del Sur en Jacobo Varela 3661, y le ganó a Nacional y Peñarol por el Torneo Clausura, el contraste empuja a recordar sus épocas de oro: "En 1958, cuando eran dos puntos por partido ganado, en los cuatro del Uruguayo contra los grandes sacamos siete puntos de ocho", dice Julio César Matturro, que es la tercera generación de una familia que va por la cuarta en la historia directriz de los "buzones".

Julio Toyos, hincha desde los 7 años y actual dirigente, sostiene que "Sud América tuvo jugadores gloriosos, Ghiggia, Julio Pérez, Míguez, Gambetta, Cacho Silveira, Celmar Aguilera… pero el club no es glorioso, es heroico, pues sobrevivió 17 años en la B", entre 1996 y 2013, lejos del tiempo donde un directivo —luego presidente— "de barricada" como Roque Santucci, impulsó la revolución de comprarle a Cervecerías del Uruguay el enorme edificio de Yatay entre San Martín y Marcelino Sosa: "Fuimos con Santucci a ver a Numa Pesquera, accionista de la fábrica de cerveza, y Roque le dijo: Quiero comprarte el Palacio para Sud América; Numa le contestó: Pero…Roque, si la Cervecería no pudo mantenerlo, ¿lo va a mantener Sud América?; y Santucci le respondió: Sí, vamos a hacer bailes y lo vamos a mantener, va a ser fabuloso. El día de la asamblea, la compra casi no sale, pero yo saqué una bandera y empecé a gritar ¡Suamérica! ¡Suamérica! ¡Suamérica!, y se aprobó por aclamación; no hubiera salido si se contaban los votos. Fue en 1960, se compró en 2.400.000 pesos, hicimos una colecta y sacamos $ 70.000, por intermedio de Daniel Fernández Crespo la Intendencia puso $ 800.000, y la mudanza desde la sede de Gral. Flores y Garibaldi, ¡la hicieron los socios y los hinchas a pie por Gral. Flores!"

"Roque era un soñador", dice Toyos, y por un tiempo el sueño se volvió una realidad tan sólida que Sud América se convirtió en el tercer grande del fútbol uruguayo en el plano económico, no sólo porque la gran convocatoria popular de sus bailes le permitió tener casi 4.000 socios. Matturro recuerda que "eran cinco orquestas tocando en cinco pistas, con una cantina en cada una. Los domingos la pregunta de los dirigentes en la cancha era: Che, ¿cómo fue el baile anoche?. Nos manejábamos con esa, no con las entradas vendidas en el fútbol".

Sin embargo, Matturro cuenta que "la plata empezó a bajar, y nos llamó la atención, porque no fue de a poco, sino en forma grosera; hasta que un día dijimos: basta; y el presidente Walter Raggio, otros dos dirigentes y yo caímos a la una de la mañana y nos repartimos en los bares, sólo marcando presencia, sin abrir la boca. ¡La recaudación se multiplicó por diez! Los bailes estaban a cargo de la comisión de fiestas, con gente en la que se hizo confianza; y…bueno, por eso el bajón fue brusco".

En realidad, hubo un combo que, con los años, fue transformando a los ricos en pobres; y heroicos. "Sud América tiró manteca al techo", dice Toyos sobre aventuras como la de 1971, donde se armó un cuadro, que no rindió, con figuras como "Cococho" Álvarez, Luis Varela y Juan Joya; o la aún más impactante y onerosa de 1981, cuando se trajo de técnico a Roberto Perfumo: "Se gastó la plata del pase de (Jorge) Siviero: US$ 210.000 de aquella época, que daban para hacer dos piscinas y club deportivo en un barrio donde no había ninguno".

Perfumo implantó un proyecto innovador: formó una selección con los mejores jugadores de las divisiones inferiores y hasta concentró en Piriápolis para trabajar con el grupo, pero fue cesado pues Sud América se salvó del descenso por poco. Entonces, al club le cayó encima un alud de juicios: el del argentino y sus colaboradores, los de los mozos de los bailes por más de 100.000 dólares…y, para peor, la ruptura de "la tablita" disparó la divisa norteamericana por las nubes. Primero hubo que hipotecar el palacio y en 1984 "malvenderlo", según algunos, aunque no para Toyos, quien sí dice que tras la mala experiencia con la sede "vino la otra de cuatro pisos, que jamás los pudimos poblar": Sud América compró el ex edificio de un banco en Domingo Aramburú y Gral. Flores, los socios no frecuentaron el gimnasio ni la cantina y, al final, se pagaron 60.000 dólares y quedó una deuda de 120.000 que no se condonó nunca.

El Cr. Hugo Heguy, presidente de 1986 a1990 y de 1997 a 2004 salvó al club "haciendo garabatos con las cifras", según Toyos; pero no de los 17 años en la "B", que reforzaron su identidad de "heroico".

Es por eso que, cuando ya no no le quedaba ni sede y la directiva se reunía en la barbacoa del Parque Fossa, se abrazó primero a la tabla salvadora del "hermanamiento" con el Cruz del Sur, "porque Hugo Moruzzi es terrible dirigente nuestro y capo de ese club, y ellos eran hinchas de Sud América y nosotros del Cruz del Sur, somos la misma cosa", y después al gerenciamiento del empresario argentino Jauregui Lorda, que tenía intereses en Inglaterra, "venía al Fossa en un Mercedes Benz con su señora", y en 2013 se lo vendió a un grupo de accionistas que integran la sociedad deportiva a la que representa su compatriota Vicente Celio, quien prometió y cumplió al decir a su arribo que en 2014 el centenario de la institución se celebraría en Primera División.

La yapa de 2015, con el cuadro ganándole a Nacional y Peñarol, y la sociedad civil (directiva) presidida por Miguel Giménez recuperando de poco las instalaciones del Parque Fossa, quizá es por aquello de que el cartero llama dos veces, según reza el título de una película famosa, y golpeó de nuevo a la puerta de un club al que por el color de la camiseta lo apodaron "los buzones"; que no es glorioso, pero tuvo la capacidad de sacrificio suficiente para aguardar la llegada del moderno mensaje de esperanza que, como aquel que en los 60 "escribió" Santucci, las gerenciaciones le mandaron en el siglo XXI.

¡Le vendió el técnico a Peñarol por $ 400.000!

Sin embargo, "la IASA" tiene un récord difícil de igualar en ese rubro, según Julio César Matturo: "Es el único club en el mundo que vendió a un técnico", y da detalles de algo que resulta asombroso.

El mayor Rafael Milans, que había sido el técnico de Uruguay cuando clasificó invicto en las Eliminatorias del Mundial de 1966, aunque luego por cuestiones políticas quien dirigió en Inglaterra fue Ondino Viera, era entrenador de Sud América en 1968.

Washington Cataldi habló con Alberto Abdala, presidente del club y vicepresidente de la República, y como los dos eran del Partido Colorado, no les fue difícil llegar a un acuerdo: "Peñarol nos pagó $ 400.000, que en aquel entonces era mucho, y se llevó a Milans", dice Matturro, y respalda la veracidad del recuerdo señalando que "eso lo sé bien, porque mi padre, que era directivo, formó parte de las conversaciones".

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HistoriasJORGE SAVIA

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