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"Siento que pinché y se me fue el pelotón, pero no abandono"

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Diego Lugano, vestido con los colores del Häcken de Suecia. Foto: Archivo El País.
CARL SANDIN

Frontal como siempre, Diego Lugano atendió a Ovación desde Suecia sin eludir ningún tema. La “Tota” habló de por qué demoró en conseguir club, la oferta millonaria que se perdió por querer estar como sea en el Mundial, su vínculo con la selección uruguaya, el liderazgo del “Faraón” Godín y hasta reconoció que se le pasó por la cabeza la posibilidad de dejar de jugar al fútbol.

Además, señaló que respeta la decisión de “Cachavacha” Forlán aunque no la comparte. “Si la selección siempre fue mi prioridad entonces no puedo pensar en mí por encima de ella. Lo normal es que no me citen más y punto y si un día me precisan, estaré a la orden”, explicó.

— ¿Por qué esperó nueve meses para volver a la actividad teniendo tantas ofertas?

— Porque si iba antes de enero tenía que estar un tiempo en el departamento médico de un club y habían equipos grandes donde la gente esperaría cosas de mí, en relación con mi trayectoria. Una cosa es venir de una lesión, cuando ya estás dentro de un club, y otra es venir lesionado. Por cómo se dieron las cosas en el último tiempo, donde ni yo mismo tenía seguridad de cómo podía reaccionar, y sabiendo que me llevaría algún mes más agarrar buena forma, pensé que no podía jugar con la ilusión de los hinchas ni poner en riesgo mi prestigio.

— ¿Hoy cómo está? ¿Llega al debut del 4 de abril en la Liga sueca?

— Por suerte en los últimos meses he trabajado a conciencia, fuerte y sin contratiempos. Eso me dejó tranquilo y contento. El segundo día que llegué ya jugué treinta minutos en un amistoso. Sí, llego bien, pero a esta altura tampoco hay apuro por debutar.

— ¿De quiénes se acuerda hoy que lo ayudaron en este tiempo?

— En septiembre me interné dos meses y pico en el São Paulo y luego pasé por Los Ángeles a realizarme un tratamiento de células madres con la doctora Cristina Bertolotto, que me ha hecho muy bien. Después, por temas familiares, me instalé en Uruguay. Ahí empecé a ir al Complejo y coincidí con la sub 20, aunque no quería interferir mucho tampoco. Trabajé con el profe Herrera, el doctor Pan, Edgardo Barboza, "Seba" Urrutia, Claudio Pagani y toda la gente de allá que, como siempre, te da un cariño que no se paga con nada. En verano, estando en el este con la familia, arranqué una pretemporada con el profe Gabriel Alcoba. Ya en el último mes estuve en Plaza Colonia. Me vino bien y me dio seguridad hacer fútbol, pero lo que mejor me hizo fue estar con los muchachos. Tienen una ilusión y una pasión bárbara y no ven todas las limitaciones estructurales que tiene nuestro fútbol. Fue como hacer un viaje en el tiempo y darme un baño de humildad y realidad que nunca vienen mal... ¡Fijate a la cantidad de gente que no le puedo fallar!

— ¿Fueron los meses más duros de su carrera deportiva?

— No. Sí fueron duras algunas semanas previas y posteriores al Campeonato del Mundo.

— ¿Qué tan cerca estuvo de perderse el Mundial?

— (Piensa). Creo que bastante. Llegué muy al límite

— ¿Se lesionó por sobreesfuezo? ¿En qué momento?

— Sí. Fue en la práctica, antes del partido con Inglaterra. No aguanté más el dolor. No estaba para jugar. Le dije al doctor y fuimos por la noche a San Pablo a hacer una resonancia.

— Por querer estar en Brasil, ¿no puso en riesgo su carrera?

— Antes del Mundial me desligué del West Bromwich porque tenía un precontrato del fútbol árabe por una oferta millonaria. Con la lesión me perdí esa chance, pero no me arrepiento. No hay dinero en el mundo ni contratos que puedan pagar la oportunidad de defender a la gloriosa Celeste en un Mundial... ¡Y en Brasil!

— En algún momento, después de la lesión en el Mundial, ¿pensó en dejar de jugar al fútbol?

— Sí. En algunas oportunidades manejé la opción de retirarme. Pasa que te volvés a instalar al país con la familia y el fútbol ya no es prioridad. A los 34 años, lo que hiciste ya lo hiciste y lo que no, no. Aparte, cuando tenés una lesión, claro que lo barajás; pero después me entra la rebeldía y digo: ¡No! Me rompí el alma toda la vida, no me va a marcar el destino un problemita pasajero. ¡Voy a jugar hasta que yo quiera!.

— ¿Por qué eligió el BK Häcken?

— Es un club que tiene todo lo que necesito en este momento: una liga que comienza cuando todas están terminando y un campeonato competitivo como para probarme y exigirme a mí mismo. Es una institución ordenada, que entiende mi situación y que fue flexible en lo que le pedí sobre la duración del contrato. Aparte, Suecia es un país hermoso.

— ¿Cuánto tuvo que ver que haya elegido al BK Häcken respecto a la chance de poder estar en la selección?

— No mucho. La elección fue en base a las oportunidades que tenía y a lo que yo entiendo que precisaba para volver al ruedo.

— ¿Cuáles son sus objetivos?

— Los desafíos en esta etapa son contra mí mismo. Quiero volver a jugar y sentirme bien. Después se verá qué pasa.

— Después de estos meses que vivió en Uruguay, ¿le costó tomar la decisión de volver a salir del país?

— Bastante, pero como expliqué antes, los desafíos pesan más.

— ¿Qué cosas pudo hacer en este tiempo en Uruguay que nunca había hecho después de vivir once años en el exterior?

— Muchísimas. Aproveché cada minuto para recuperar el tiempo perdido con la familia y amigos, pude recorrer un poco, dentro de lo posible, los rincones de la patria; ordenar mis cosas y encarar nuevos proyectos personales pensando en el post fútbol.

— Ya aclaró en reiteradas ocasiones que no quiere jugar en uno de los grandes, pero en su casa hay hinchas de Peñarol y Nacional. Ellos, ¿no lo tiran para un lado y para el otro?

— Thiago, el chico, es de Peñarol y Rampla. "Nico", el grande, es de Nacional. No hablan mucho... Después de tantos años afuera te comentan más un Fenerbahce-Galatasaray o un São Paulo-Corinthians que otra cosa, pero de a poco le van agarrando el gustito.

— Respecto a la Celeste, ¿cómo vio estos partidos post Mundial?

— Muy bien. Se mantiene la mentalidad ganadora y el compromiso. Eso nunca es fácil, menos en este proceso de recambio.

— ¿Le molestó que el periodismo marcara siempre su ausencia en las últimas convocatorias?

— Es normal. Está todo bien.

— ¿Cree que el público en general no fue consciente de la gravedad de la lesión que sufrió?

— Tampoco tienen por qué saber. En la selección hemos intentado mantener cierta discreción que no es frecuente en una cultura pueblerina como la nuestra.

— ¿Siente que muchos periodistas lo retiraron de la selección?

—Es normal... No hay maldad ni nada personal en eso, simplemente es el transcurso de la vida.

— ¿Se sigue sintiendo jugador de la selección uruguaya?

— Creo que todo aquel que se puso la Celeste se va a sentir jugador de selección toda la vida. Es lo que me han trasmitido también muchos excompañeros.

— ¿Cómo es su vínculo hoy con el maestro Tabárez y los jugadores? ¿Sigue en contacto?

— Al maestro me lo crucé una vez en el Complejo y hablamos unos minutos. Con Herrera y los médicos tuve más contacto. Respecto a los muchachos, mantenemos una relación de amistad que va más allá de la selección.

— Hace poco Diego Forlán sorprendió diciendo que ya ni sabía si estaba en el grupo que tienen en Whatsapp. ¿Qué pasó?

— (Risas)¡Fue macana mía! Ya me relajaron bastante por eso. Tenía el control del grupo desde un celular inglés que ya ni uso. Después del Mundial, con las idas y vueltas, lo descuidé. Ahora el "Faraón" asumió el control y está funcionando todo como corresponde.

— ¿Por qué no comparte la decisión de Diego Forlán de retirarse de la selección?

— Es como dijo Thomas Campbell: "Lo importante es comprender que hay otros puntos de vista". Ese es el principio de la sabiduría. La decisión que tomó es muy personal, la respeto y lo voy a apoyar siempre. No comparto lo que dicen que ya no tiene para aportar a la selección. Por capacidad física, calidad, pero principalmente por visión de juego, por la pausa, por el juego entre líneas, en Uruguay sigue siendo diferente. Otra es mi situación... Por suerte acá siempre se sacan buenos zagueros y la camada que hay ahora es como para diez años.

— ¿No sería más fácil tomar la misma decisión que él e irse por la puerta grande?

— Te soy sincero, lo he pensado más de una vez. Lo he consultado, pero no sería honesto ni coherente conmigo mismo. Si la selección siempre fue mi prioridad entonces no puedo pensar en mí por encima de ella. Lo normal es que no me citen más y punto y si un día me precisan, estaré a la orden.

— ¿Por qué dijo que a la selección va a "hasta para limpiar los pisos del Complejo Celeste"?

— Fue una metáfora. Mientras juegue y el entrenador de turno entienda que pueda dar una mano, voy a estar.

— Compañeros suyos adoptaron la misma postura: Abreu, Eguren, Scotti, por dar algunos ejemplos.

— El caso de Scotti resume todo. En las Eliminatorias nos tocó jugar contra la mejor Colombia de toda la historia conmigo y Godín suspendidos y Cáceres, Coates y Victorino lesionados. Jugó Andrés con Giménez, que tenía 18 años, nos salvó las papas y fuimos al Mundial.

— A principios del año pasado decía que soñaba todos los días con el Mundial. ¿Hoy le ocurre lo mismo con la Copa América?

— No, ya no es mi obsesión. Tengo otras prioridades muchos más realistas como tener continuidad y recuperar nivel.

— ¿Se siente en carrera?

— Siento que pinché. Se me fue el pelotón a varios minutos. Ya ni la caravana veo, pero no abandono.

— Con Diego Godín como capitán, ¿duerme tranquilo?

— Él ya era capitán desde antes de agarrar la cinta. Capaz que mi presencia lo opacaba un poco, pero siempre tuvo su influencia. Fue fundamental en todo lo que pasó y sin dudas lo será en el futuro.

— En ese fuego sagrado que tiene, ¿qué metas le quedan por cumplir en la selección?

— En la selección me faltó ser campeón del mundo. Según mis cálculos y los de varios más, no me va a dar (risas). En el fútbol simplemente es no perder este partido conmigo mismo.

SABER MÁS

El mejor premio

Aterrizó en Gotemburgo y revolucionó la ciudad. Un centenar de charrúas que viven a lo largo y ancho de Suecia se arrimó hasta el entrenamiento del BK Häcken para acompañar al ídolo celeste y lo recibieron a puro tamboril. "¡No quedan palabras para describir tanto cariño! Después de lo que viví estos meses en mi país, en el cual no hubo un lugar donde la gente no se arrimara a agradecerme, llego acá (Suecia) y veo esta barra de uruguayos que se acercó de distintas ciudades a hacerme una recepción que según ellos merecía. La verdad no se puede ni creer lo que la selección ha identificado a la gente. Son esos momentos cuando empezás a tener un poco de conciencia de todo lo que hemos hecho durante estos años", explicó la "Tota".

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Diego Lugano, vestido con los colores del Häcken de Suecia. Foto: Archivo El País.

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