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El sacrificio que definió un clásico

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Una atajada, una pisadita, un caño, una moña, un tiro en el palo, polémicas y ni que hablar un gol. Esas son las imágenes que suelen quedar grabadas en la retina de los aficionados.

Habitualmente un clásico regala algunos hechos más para guardar entre los recuerdos. El del domingo, por ejemplo, se recordará por los dos penales pitados en favor de Nacional y por el gol de cabeza en la hora de Marcel Novick. Sin embargo, hubo una jugada que marcó el partido y fue la que más me quedó: la expulsión de Guillermo Rodríguez.

En primera instancia porque es inconcebible cómo Sebastián Fernández recorrió tantos metros con el balón sin dárselo a Barcia, quien llegaba solo por la derecha y —de haberla recibido— solo debía tocarlo hacia la red para el 3-1.

Y en segunda por el patadón del zaguero de Peñarol. ¿Reprochable? Para los fanáticos del Fair Play sí, pero para los amantes del fútbol, no. El zaguero aurinegro hizo un sacrificio por el equipo, como el que hizo Suárez contra Ghana en el Mundial 2010. Ya lo dijo el DT Da Silva: esa falta se debe contar como un gol. Ese que no supo dar Fernández.

EL ANÁLISIS

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Daniel Rosa

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