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El Profu: sueño de riqueza de clubes e hinchas

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Foto: archivo El País.
Archivo El Pais

La AUF tuvo su concurso de pronósticos que buscaba el regreso del público a las canchas. Lo logró un increíble fin de semana de 1987.

Hubo un tiempo en que el fútbol uruguayo y sus hinchas compartieron el sueño de salir de pobres a través de algún tipo de concurso millonario. Después de años de ideas sueltas y proyectos concretos que nunca llegaron a ponerse en práctica, por fin llegó un invento genuino que prometía ingresos. Y hace ahora 30 años ilusionó a miles de personas. A 81.839, para ser exactos.

Esos aficionados hicieron, el fin de semana del 12 y el 13 de septiembre de 1987, la que seguramente fue la mayor venta de entradas en toda la historia de los torneos domésticos. Se expidieron miles de localidades hasta para los partidos de la “C”. Y todo por ese invento, llamado Profu.

Se trataba de Pronósticos de Fútbol, un concurso de pronósticos que creó la Asociación Uruguaya de Fútbol con el objetivo de aumentar la asistencia de público a las canchas. Duró cinco años, de 1986 a 1991 y pocas veces llegó a cumplir aquel propósito. Sin embargo, la acumulación de un pozo extraordinario en aquel mes de septiembre provocó verdadero furor.

Ya en la década de 1950 se hablaba de instaurar un sistema de apuestas deportivas como el Totocalcio italiano, con el fin de lograr recursos para un régimen profesional que ya mostraba agujeros. Pero fue el éxito inicial del Prode argentino en 1972 lo que instaló el tema en el centro del debate futbolístico y político. La idea incluso tuvo nombre: Lotería Deportiva, la Lode. Ese año el Poder Ejecutivo estuvo a punto de crearla por decreto, pero en aquellos tiempos de turbulencias políticas el tema fue relegado y finalmente se archivó.

También la dictadura tuvo un plan para una lotería deportiva, que tampoco avanzó. Finalmente, en 1984, casi al final del período de facto, el Consejo de Estado -órgano legislativo del régimen- aprobó el marco normativo para el Profu. La iniciativa había surgido de la AUF; según su entonces presidente Matías Vázquez, por sugerencia de un amigo que prefirió quedar en el anonimato.

El sistema funcionaba así: con la entrada para cada partido se entregaba un talonario en el cual se indicaban cuatro encuentros de la etapa del Campeonato Uruguayo o Liguilla. El apostador debía marcar el resultado exacto, señalando el número de goles que convertiría, en su opinión, cada equipo. Los cupones así rellenados se colocaban en urnas ubicadas en los accesos de cada tribuna, hasta 15 minutos antes del comienzo de los encuentros (luego se rebajó a 10 minutos, pensando en los rezagados consuetudinarios). Un porcentaje de la recaudación se destinaba al premio.

Después de la jornada, quien hubiera marcado los tanteadores exactos debía presentarse en la AUF hasta el martes de tarde, cuando se abrían las urnas y se verificaba el eventual acierto ante escribano público.

No siempre resultaba sencillo embocar. Una goleada inesperada era capaz de arruinar miles de boletas. El pozo, entonces, se iba acumulando. Eso fue lo que ocurrió en septiembre de 1987. Cuando se llegó a la séptima fecha del Uruguayo, el pozo había superado los seis millones de nuevos pesos, tal como se denominaba entonces a la moneda nacional, unos 318.000 dólares de entonces. Para obtenerlo, había que adivinar los resultados de Nacional-Defensor, Wanderers-Huracán Buceo, Miramar Misiones-Progreso y Danubio-Rampla.

Las cifras estaban lejos de lo que mueve hoy el Cinco de Oro, pero entonces despertó el fervor del público. La venta anticipada de entradas superó las 45.000 para la fecha que comenzaba el sábado 12. El viernes 11, una persona compró 940 localidades de damas para el partido Oriental-El Tanque por el torneo de la “B”. La entrada más barata en todas las canchas costaba N$ 150, menos de un dólar.

Al final, entre los 17 partidos de las tres divisionales se colocaron 81.839 localidades. La queja tradicional de los tesoreros era que en los partidos siempre había más público que entradas vendidas, debido a la proliferación de carnés de libre acceso o entradas de favor. Aquel fin de semana ocurrió lo contrario: se registraron más entradas que público asistente, aunque como fueron días primaverales hubo mucha gente en todos los escenarios.

El pozo se elevó a N$ 8.805.976, equivalentes a 440.000 dólares. El lunes se supo que había tres ganadores, que ocuparon la portada de los diarios (se dieron sus nombres e incluso domicilios). Cada uno se llevó 2:935.226 nuevos pesos.

Para la semana siguiente se anunciaba un pozo de unos N$ 2:500.000. Pero hubo 18 aciertos, con lo cual el monto para cada uno resultó mucho menor. De a poco se fue apagando aquel apasionamiento. El Profu se mantuvo hasta la Liguilla de 1991. Y muy pocos consiguieron salir de pobres gracias a ese juego.

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Foto: archivo El País.

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