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La borra del café

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El clásico dejó una lectura y un dato de cara a la definición de la temporada.

Y a está. Ya pasó. Siempre muy esperado, el clásico terminó con un empate. Al fin y al cabo, resultó emotivo, vibrante; y con un resultado incierto, que tuvo en vilo a las dos hinchadas hasta el último instante.

Jugado y vivido con gran intensidad, adentro y afuera de la cancha, el trámite del partido -disputado pocas semanas antes de las ahora más seguras finales por el Uruguayo- empuja más a mirar al futuro que al pasado. O mejor dicho: a leer en la borra del café que quedó ayer en el fondo del pocillo gigante que fue el Centenario ayer de tarde, el destino futbolístico de los dos grandes de cara a la inminente definición de la presente temporada.

En ese sentido, lo primero que surge es que, tal vez, Peñarol festejó más el empate. Por la forma explosiva con la que Hernán Novick dejó parado a Bava; y porque el 1-1, logrado de atrás, sin la presencia de Pacheco, que había sido el hilo conductor de las pasadas por afuera con las que Diogo, “Urreta” y el “Japo” tuvieron a los saltos al fondo tricolor en los 35’ iniciales, y con el rival jugando con defensa reforzada de cinco hombres en la retaguardia, ese golazo de pelota quieta evitó que los aurinegros quedaran muy complicados respecto a su propósito de definir el Uruguayo.

No en vano, después de todo, 2’ más tarde de ese gol “salvador”, Bengoechea firmó el empate, poniendo a Viera en lugar de Urretaviscaya.
Sin embargo, la lectura de la borra de café que dejó el clásico parece más positiva para Nacional; que, es cierto, sin la usina desestabilizadora de Pereiro, y sin la gravitación que suele tener Arismendi en el corazón del cuadro, llegó poco en los 35’ iniciales; pero de ahí para adelante, no sólo creció en base al trabajo a destajo de Porras y Romero en el mediocampo, ya no sufrió tanto como en la media hora, inicial en el costado derecho de su retaguardia, fue más profundo que Peñarol, y clavó varios mojones de esos que pueden hacer la historia de partidos trascendentales como los que se avecinan por las finales del Uruguayo.

A saber:

1) Nacional tiene un punta con caracteríscas de goleador, y Peñarol no; por eso Alonso “cazó” una y la metió, y no hizo otro gol por un caño, mientras que Diogo, “Urreta” y “Japo” llegaron mucho por afuera, pero como Zalayeta no es pescador, rebotero ni cabeceador nato, sino un fino artesano de definiciones elaboradas en el área adversaria, Peñarol precisó del bombazo de Novick para llegar al empate.

2) Quedó patente que cuando Nacional acelera, a la defensa de Peñarol le es difícil anularlo, tal cual pasó ayer en los 15’ finales de cada etapa.

3) En ese marco, aunque había tenido una gestión relevante, Píriz perdió otra vez una pelota clave que Alonso “facturó” con un golazo; y, quizá, lo más importante: Pacheco está para 70’ a pleno, como máximo, y el ataque sin él pierde vuelo, clase.

Festejó más Peñarol, pues; y el empate conformó a los dos; pero la lectura de la borra del café es más auspiciosa para Nacional, y hasta dejó un dato para una redoblona de la quiniela del fútbol, donde dos más dos no son cuatro: Peñarol, que dio todo lo que puede, campeón del Torneo Clausura; y Nacional, que jugó sin Munúa y Arismendi, y hace ya cuatro clásicos que no pierde, campeón del Uruguayo. Por algo no lo calentó si la de Polenta a Diogo fue o no falta.

La polémica para los que lo miran por TV: penal, sí; y foul, no.

Hubo dos jugadas para la polémica, de apreciación difícil, pues fueron muy cerradas.

La primera se produjo cuando llegó un cambio de frente de derecha a izquierda que cayó en el área tricolor, y Zalayeta y Carlos Valdés corrieron para ir a buscarlo: el atacante aurinegro con el claro propósito de ganar la posición y dominar la pelota aún cuando ésta estaba en el aire, y el zaguero tricolor para despejar el peligro que la jugada implicaba para su arco.

No era fácil para Ubríaco, porque la aparente falta se dio entre los cuerpos de los dos jugadores, y sólo el testimonio televisivo permitió concluir que el colombiano tiró de la camiseta a Zalayeta y que, por ese penal, el futbolista aurinegro quedó desestabilizado en el aire, cuando quiso bajar la pelota con el pecho para luego quedar en posición de definir cerca de Bava.

La segunda incidencia para el debate fue la que dio lugar al foul cerca del área que Novick transformó en el golazo del empate.

En este caso, Diogo encaró de la izquierda al medio, apoyándose en una precisa y ágil pared con Aguiar, y Polenta le cruzó la pierna abajo, cuando su rival se iba a perfilar para dar un pase de gol o rematar al arco contrario: el brasileño cayó -no se tiró- por el impulso que llevaba, pero el pie del zaguero no llegó a tocarlo. En suma: no fue falta; pero viéndola por TV, claro.

PEÑAROL 1 - NACIONAL 1

Estadio: Centenario.

Árbitro: Darío Ubriaco. Asistentes: Miguel Nievas y Antonio Fedorczuk.

Peñarol: P. Migliore; J. Sandoval, C. Valdez, E. Mac Eachen, Diogo; J. Urretaviscaya (80' G. Viera), S. Píriz (75' H. Novick), L. Aguiar, J. Rodríguez; A. Pacheco (54' G. Leyes) y M. Zalayeta. DT: P. Bengoechea.

Nacional: J. Bava; S. Gorga (80' S. Fernández), D. Polenta, C. Valdés, A. Espino; J. Fucile (63' Á. Recoba), S. Romero, G. Porras, C. De Pena; L. Barcia (75' G. De los Santos) e I. Alonso. DT: Á. Gutiérrez.

Gol: 69' Alonso (N), 78' H. Novick (P)

Amarillas: 18' Valdés (N), 41' Píriz (P), 53' Alonso (N), 72' Leyes (P), 84' Valdez (P), 88' De los Santos (P)

Vea el videoJORGE SAVIA

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