Peñarol sigue creciendo desde lo futbolístico y lo espiritual.

Seguramente el triunfo (2-0) conseguido ayer por Peñarol es tomado por estas horas como uno más. Sin embargo, cuando se pase raya al Torneo Apertura y se evalúen cuándo se lograron o cuándo se perdieron los puntos importantes, esta victoria lograda sobre Juventud estará en la columna de las clave.

No por el rival (Juventud fue poco), ni por el lugar (el aurinegro fue local en las tribunas fernandinas) y menos por la brillantez, que no la tuvo. Sí será muy valorada por el momento, pues se consiguió solo tres días después de un empate clásico que tuvo sabor a derrota porque el resultado se selló en tiempo de descuentos.

Peñarol puede hoy golpearse el pecho y decir que está fuerte anímicamente. Aquel equipo endeble de la pasada temporada quedó atrás. Con la llegada de Leonardo Ramos el plantel mirasol ha ganado en carácter. Y mucho tiene que ver en eso también la elección del capitán.

En un plantel aurinegro en el que no abundan los jugadores con experiencia, el entrenador eligió para darle el brazalete a un joven de 21 años y ello generó dudas; hasta que comenzó a jugar. Puso dos goles en el debut ante El Tanque y ha sido el mejor jugador del equipo en 10 fechas, con una regularidad asombrosa. Además, Ramos le encontró el puesto: por derecha y por afuera.

Si futbolísticamente lo de Nández es para aplaudir, su liderazgo es incluso mucho más destacable. Le sobra actitud, entereza y, como líder que es, da el ejemplo de cómo jugar un partido. Esta postura del capitán se ha viralizado en el plantel y para bien; allí se explica la endurance de Peñarol.

Ayer el equipo no jugó uno de sus mejores partidos. De hecho le faltó algo de consistencia por las bandas y no estuvo fino a la hora de convertir jugadas propicias de gol, pero sí tuvo como virtud la presión ejercida en la mitad del terreno y detectar que la principal falencia defensiva del rival estaba por el callejón central. Allí gestó sus jugadas y así llegó a los dos goles, con un Junior Arias que está comenzando a pagar con goles la confianza del técnico y un Lucas Cavallini que cada vez tiene mayor incidencia. Ayer mereció un gol que le negó el travesaño y que Matías Mier, en el rebote, terminó capitalizando para el 2-0.

Peñarol va y, aunque en dosis muy pequeñas, crece a cada partido; como si absorbiera cada mínima experiencia que recoge y la transforma en virtud para el siguiente partido. Es el único invicto del torneo —que le ganó al único que aún no lo hizo, es cierto—, venció sin el "Cebolla" Rodríguez, Guzmán Pereira ni Affonso y está decidido a seguir en ascenso para pelear por el título hasta el final.

"Fue un triunfo muy importante. Teníamos que ganar, si no todo lo que habíamos hecho en partidos anteriores era en vano. Peñarol necesita ganar para lograr el objetivo. Siempre que uno convierte es bueno, para la confianza y porque te levanta el ánimo. Esto es largo y voy a seguir teniendo oportunidades. El gol sirvió para darle tranquilidad al equipo", aseguró Mier.

"En lo que pensamos es en mejorar, en que cada día el grupo entienda más lo que queremos. Hoy jugamos una final y será así de acá a diciembre. Tenemos que tomar los partidos como lo tomamos hoy. El equipo corrió mucho pero no pudimos convertir las situaciones que creamos, algunas muy claras. Si nos hubiéramos puesto 1 a 1, todo hubiera cambiado".

DANIEL ROSA

PEÑAROLDANIEL ROSA