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En Los Aromos nada es igual sin el "Tony"

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Pacheco
Archivo El Pais

“Si me preguntás por Pacheco, soy capaz de ponerme a llorar”, expresó Gladys, funcionaria de la lavandería.

Peñarol arrancó una nueva temporada, pero en el Los Aromos nada es igual. Antonio Pacheco no está y se respira en el ambiente. En los gestos, en las miradas. Funcionarios, compañeros, técnicos y hasta "Losa", el cimarrón que "Tony" rescató de la calle, sienten su ausencia.

"Extraño su abrazo de todos los días", dice Gladys, que trabaja en la lavandería del complejo aurinegro hace cuatro años. "Si me preguntás por el Tony, soy capaz de ponerme a llorar", agrega y comienza a secarse las lágrimas.

Ante su llanto, Rosina, su compañera de tareas desde hace dos años, toma la palabra: "Yo estuve cuando se despidió, el último día. Muchas gracias por todo, me dijo. Me parece que ya sabía que no volvía", contó. "Ya lo extrañamos, es imposible no hacerlo. Siempre con una sonrisa y preguntándonos si estábamos bien o si necesitábamos algo", agregó.

Más recuperada, Gladys relató luego que le van a preparar una sorpresa, como la tabla que le regalaron a Darío Rodríguez cuando se fue. "Aunque no sé... capaz que el día que venga prefiero no verlo".

"Lo que el Tony hacía no era sólo para afuera, para acá adentro era igual o más. Obvio que falta algo sin él", reconoce el "Bomba" Jorge Villar, el intendente de Los Aromos.

"Pahh, es raro el vestuario sin el Tony, se extraña en todo. Siempre fue el referente", dice Carlos Valdez. "Ayer hablé con él y le dije que lo extrañamos el primer día. Como jugador y como persona. Un tipazo, no es lo mismo sin él", añadió el "Hormiga".

Gastón Vitancurt, es uno de los tres juveniles que comenzaron a entrenar con el primer equipo. "Al que más admiraba era a Antonio Pacheco, pero no voy a tener la suerte de jugar con él. Las ganas de todo niño era jugar con Tony", dijo.

"Se extraña su voz cantante en el vestuario", dice por su parte, Luis Aguiar.

Emilio Mac Eachen se puso la camiseta número 8 de Pacheco, cuando este se tuvo que ir a Wanderers. "Fue raro, pero no la pedí, me tocó de casualidad. Estaba lesionado y me dieron ese número para la Libertadores. Al final, entré solo en el último partido cuando ya estábamos eliminados. Y traté de olvidarme del número que tenía en la camiseta", recordó el defensa.

"Ahora llevamos solamente dos días en Los Aromos y todavía no me he dado cuenta que no está. Pero lo vamos a extrañar. Cualquier consulta, cualquier duda, cualquier problema, íbamos a hablar con él. Y resolvía todos los problemas, si había que ir a hablar con los dirigentes o lo que fuera", contó Mac Eachen. "Siempre estaba cerca, su presencia en el vestuario era fundamental", concluyó.

Hasta los periodistas notamos su ausencia.

LAS MEDALLAS.

Las viejas costumbres.

Pacheco acababa de recibir su medalla de campeón en el último Clausura, lo mismo que sus compañeros, cuando le dijo al representante de la AUF que las repartía: “Para el martes, necesito 20 más en Los Aromos”. Y ese día, “Tony” colgó en el cuello de cada funcionario de Los Aromos una medalla. “Esto también es de ustedes”, repetía. Esa vieja costumbre nació en el Quinquenio de la mano de Gregorio Pérez, y Pacheco la reeditó. Lo mismo que la cajita donde se junta dinero para algún funcionario que pueda necesitarlo.

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Pacheco

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