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Un salto, un golpe

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Peñarol mostró una idea clara, pero se desdibujó al ejecutarla.

Por ser el primer partido internacional en serio, el salto que daba Peñarol ayer era grande, y el golpe que se llevó fue de la misma dimensión; no por el resultado, porque en el primer tiempo hasta mostró algunos aspectos rescatables, sino por la forma como terminó siendo, primero vulnerado y luego superado, por un rival que en los 45’ iniciales lució modesto, limitado, y en el complemento pareció soltarse tras haberle “agarrado la mano” (o el pie) al “saltón” rodar de la pelota por el piso del Centenario.

Es cierto, por aquello mismo de que era el primer partido internacional en serio, y disputado a esta altura del año futbolístico de la actividad de cabotaje, las conclusiones no pueden ser terminantes, sino más bien parciales. Por ejemplo, porque resultó claro que hay una idea nueva, clara, del Peñarol que quiere Bengoechea en la cancha: línea de 5 atrás, 3 volantes en mediocampo y 2 puntas cuando defiende; y línea de 3, otros 3 medios, 2 volantes ofensivos, y 2 puntas cuando ataca (ver infografía adjunta).

Ahora bien, ese Peñarol que en el primer tiempo pasó de una figura táctica a la otra en forma armónica, sin resquebrajarse ni dejar espacios, con lo que apretó al Málaga y casi no lo dejó arrimarse a Guruceaga, está pensado y armado sobre una base: con tres volantes de buen pie, pero ninguno con gran capacidad de marca, queda expuesto a la ofensiva rival, incluso aún cuando la línea de 5 y los mediocampistas se cierren y achiquen los espacios; que fue lo que explotó el Málaga en la segunda parte, más allá de que la cara de esa estructura inicial de los aurinegros ya se había empezado a modificar en la riqueza de su contenido por los efectos de los cambios.

Es más, hubo también algunos rendimientos individuales interesantes, como los de Valdez, Nandez, Martín Rodríguez y el propio Guruceaga, al menos por su aplomo y prestancia; y la del arquero y el volante son -además de las de Forlán e Ifrán- las dos mayores apuestas que hizo Peñarol para la nueva temporada.

Sin embargo, aparte de eso, lo real es que, por ejemplo, Aguiar no tuvo el muy amplio y agresivo recorrido que tiene como “doble 5”, ahora en una función más ofensiva que le debería resultar favorable y darle al cuadro la profundidad que el técnico está buscando; y -según se vio con las expulsiones de Leyes y Palacios- el equipo pareció inconsistente, frágil, no sólo en el plano futbolístico, sino también en el espiritual, ante el progresivo crecimiento del Málaga.

Por eso, entonces, el salto que dio Peñarol fue igual que el golpe que se llevó: grande.

COPA EUROAMERICANAJORGE SAVIA

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