BRASIL
Dos jugadores sobrevivientes ya volvieron al fútbol pero la compañía aseguradora se niega a pagar por el accidente que destruyó a casi todo el plantel.
La vida sigue, pero hay heridas que demoran en cicatrizar. El miércoles se cumplirá un año del accidente aéreo que destruyó a la mayor parte del equipo brasileño de Chapecoense, que viajaba a Colombia para jugar la primera final de la Copa Sudamericana ante Nacional de Medellín.
El club tuvo que armar un plantel nuevo para volver a la competencia. Allí están dos de los tres futbolistas que sobrevivieron a la tragedia: Alan Ruschel y Hélio Zampier Neto. Tras superar graves heridas volvieron a la actividad. En cambio, el arquero Jackson Follmann perdió una pierna, por lo cual debió abandonar el fútbol. Hoy es comentarista para la cadena Fox de Brasil. El único periodista sobreviviente, Rafael Henzel, volvió a trabajar y sigue cubriendo la información del “Chape”. También se salvaron una azafata, Ximena Suárez, y un mecánico, Edwin Tomiri.
Sin embargo, las familias de las 71 víctimas y los seis sobrevivientes aún luchan por cobrar las indemnizaciones por parte de la aseguradora de la empresa aérea LaMia. La tragedia reveló irregularidades sobre la constitución y funcionamiento de la aerolínea. La aseguradora que realizó la póliza, la boliviana Bisa, alega que no puede pagar las indemnizaciones debido a que LaMia había atrasado el pago del servicio. El caso se prolonga sin que se vislumbre una solución aceptable para quienes resultaron golpeados por la tragedia.