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"Maxi" Gómez, el sucesor

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Foto: Fernando Ponzetto.

SELECCIÓN

Como Luis Suárez es una muralla protegiendo la pelota, intimida cuando encara hacia el arco y le obsesiona ganar.

Foto: Fernando Ponzetto.
Foto: Fernando Ponzetto.

Hace años que cada partido de la selección uruguaya se espera con la certeza de que algo bueno puede pasar porque en la cancha estará Luis Suárez. No ha habido cotejo, escenario o certamen con la asistencia de la Celeste que no se aguarde con la ilusión de ver al “Pistolero” iniciar su festejo con los dedos disparando al aire.

La fama del salteño, por cierto, traspasa las fronteras. Tan es así que, de la misma manera que en Uruguay su aguarda el momento que la pelota bese a la red para explotar de felicidad, en el mundo se cruzan los dedos y se convocan a todos los ángeles para que el pie o la cabeza de “Lucho” pierda por 90 minutos su implacable efectividad.

Además, la sola presencia de Suárez genera un movimiento inusual en Arabia Saudita, en Japón, en Estados Unidos o en Guatemala. Los goles que hizo en Ajax, Liverpool y los de ahora en Barcelona han generado una admiración particular. Queda claro: Suárez tiene hinchas en todos lados.

Y eso no es, aunque no se quiera, un detalle menor. Ni en lo bueno que significa para la Celeste tener un jugador tan gravitante. Ni en lo malo que puede reportar para un futuro sustituto ponerse la camiseta número 9.

Hay una realidad. O una historia marcada a fuego que establece que para que alguien consiga salir de la sombra de ese goleador empedernido, seguramente deberán acumularse muchísimos partidos, unos cuantos goles y, fundamentalmente, decenas de triunfos.

La tarea no es sencilla y, notoriamente, está destinada para los elegidos. Y en esta rica tierra donde florecen y crecen jugadores como si tratara del jardín del Edén, hay un jugador que manda señales fuertes y positivas.

A simple vista, cuando apenas pisa el campo de juego, Maximiliano Gómez demuestra que no puede existir en el planeta fútbol un jugador que le gane en confianza.

Avanzando de manera intimidante hacia el área adversaria, el exfutbolista de Defensor Sporting parece estar advirtiéndole a la defensa que no habrá ni uno solo de sus integrantes capaz de detenerlo. Cada movimiento de su cuerpo, que suele obrar como una muralla cuando determina proteger la pelota, forma una máquina de ataque perfecta. Impedirlo llegar al destino, entonces, puede tener los mismos riesgos que hacerle frente a un enojado luchador de jiu-jitsu.

Su contextura física, además, colabora para que la imagen que se reciba sea la de un tanque sin frenos. Pero Gómez no es solo eso. Admitamos que le sienta bien, porque es mucho mejor que se predispongan de antemano a sufrir y a aguantar el choque, pero ese engaño es efectivo para un delantero que además de bravo y valiente dispone de otras cualidades.

Y aquí entramos en el mejor de los terrenos: el que establece que Maxi Gómez es el sucesor al trono que en algún momento cederá Luis Suárez.

Qué tiene Gómez. Para empezar, no es tan difícil encontrar similitudes entre Gómez y Suárez. Hay una muy clara: la enorme habilidad para cuidar la pelota. Si ellos quieren, tienen que tirársele arriba o darle un “hachazo” para que el balón deje de estar bajo su custodia.

Una pelota controlada por ellos seguramente será el botón que desacelerará la vorágine del juego a la espera de que sus compañeros tengan la oportunidad de avanzar los metros que permita iniciar la acción colectiva. Brazos, piernas y torso se convierten, en esa situación, en el tractor más fuerte del mundo.

“Maxi”, además, al igual que Luis, suele arreglárselas sin problemas para encontrar una llave maestra. Rodeado, quizás hasta con el mínimo espacio posible como para filtrarse, igual se las ingenia para encontrar el hueco que termina llevándolo al mejor destino de todos: el gol.

Hábil con la pelota y dueño de una envidiable precisión en el remate, el actual delantero del Celta de Vigo puede mandarla a guardar desde el ángulo más inverosímil o ante la oposición de casi una pared humana.

Y no queda solamente ahí. Para ser tan completo, para poder aspirar al cetro de Suárez, Gómez acopla a su juego potencia en el área y buen cabezazo. Es casi tonto destacarlo en este rubro, porque obviamente que si logra intimidar en las inmediaciones de la zona caliente, mucho más lo hará en el lugar donde intentar frenarlo sin infracciones será casi siempre una lucha despareja.

Gómez, además, no es de los delanteros que se queda atornillado en una zona del campo esperando que todos hagan el trabajo sucio para que él luego sea el definidor de la acción. Eso de dársela para que termine la obra con un simple empujón hacia el arco no corre. Al igual que a Luis, le gusta mostrarse, pivotear, abrir el juego a las bandas. Si es necesario, él mismo arranca para los pasillos exteriores de la cancha. Y lo que termina ayudando eso para el equipo, porque es una mole en carrera arrastrando hombres y dejando mucho espacio por el centro.

Por si fuera poco, tampoco se cruza de brazos cuando la pelota la tienen sus ocasionales oponentes. Ahí entra en función el otro Gómez. El que encima, traba, pelea por la posesión del balón, el que no da ni un metro de ventaja. Y al igual que Luis, también se enoja y va contra el que sea y en la cancha que sea.

Gómez va y va. Y no se plantea ni siquiera una mínima duda porque en el otro extremo de la cancha lo estén esperando jugadores de apellidos famosos o guerreros ganadores de grandes batallas. Él solamente piensa en una cosa: estar del lado de los vencedores cuando el juez pite la finalización del partido. Porque si bien el “Camino es la recompensa”, para Gómez, como para Luis, ese camino solamente se puede transitar de una sola manera: ganando.

Recibió el mejor premio: el de la gente

Ayer, el joven delantero uruguayo recibió el premio a mejor jugador del Celta de Vigo en el mes de septiembre, distinción a la que se llega a través del voto de los fanáticos.

“Estoy muy contento por recibir este premio. La afición me ha tratado muy bien desde el primer día. Salgo a la calle y me piden fotos, me dan su cariño. Ojalá siga siendo así y que las cosas me continúen saliendo bien, por el equipo y por la afición”, señaló el atacante.

Además, Gómez consideró injusta la derrota del último fin de semana ante Atlético de Madrid porque, en su opinión, su equipo estuvo “mejor” que un rival que se adelantó con el gol de Kevin Gameiro en el primer tiempo y luego se limitó a defender su ventaja.

“Jugamos muy bien, tuvimos el control de la pelota y ocasiones que no pudimos transformar. Ellos llegaron dos veces, marcaron un gol y luego se encerraron atrás y no pudimos entrar. Son bastante buenos en las pelotas por arriba y defienden muy bien. Hicimos todo para empatar pero no pudo ser”, señaló.

Vale recordar que en septiembre, “Maxi” anotó tres goles en cinco encuentros por la Liga de España. Festejó ante Deportivo Alavés, Girona y Getafe, todos en condición de local.

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