Lunes de clásico. Raro. Poco habitual, es cierto, pero día de clásico al fin. Después de tanto esperar, volverán a verse frente a frente Nacional y Peñarol.
Ojalá gane la sensatez y se dejen de lado las rachas, las estadísticas, los números y se piense, de una vez por todas, en el espectáculo, en brindarle a la gente un partido amistoso, que servirá como preparación, como puesta a punto antes del Clausura y no como una batalla.
Los clásicos son importantes, pero hay que desdramatizarlos de una buena vez por todas.
Treinta años atrás se jugó la Copa de Oro de los grandes y sirvió para paliar la crisis económica, para llenar varios Centenarios, y para vivir una fiesta.
Otros tiempos, de tribunas compartidas y tolerancia. Apostemos. Se puede.
DESDE EL ARCOJOSÉ MASTANDREA