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"Voy al fútbol, pero no le serrucho el piso a nadie"

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Gregorio Pérez
Archivo El Pais

Gregorio Pérez contó su experiencia en Colombia donde el presidente del Tolima quería hacerle el cuadro. “No lo permití, y me echó”, confió.

Es un caballero. De esos que hoy en día no abundan. Formal, educado, pensante. Un hombre que jamás ofende ni entra en polémicas. Mantiene su bajo perfil esté donde esté, y logre lo que logre. Ese es Gregorio Pérez, un entrenador que lleva casi 40 años sin apartarse de una línea de conducta.

Hoy está de regreso después de haber vivido una de sus mayores frustraciones en el Tolima de Colombia. Y nada tuvieron que ver los resultados. Todo lo contrario.

"La historia se remonta a diciembre. Yo estaba de regreso al país, después de dirigir durante dos meses y medio en Paraguay a Rubio Ñú. Ahí logramos el primer objetivo, que era salvar al equipo del descenso y casi se consigue el segundo, que era clasificar a la Sudamericana. No pudo ser, se terminó el compromiso de nueve partidos, y volví a l Uruguay", repasa minuciosamente Gregorio en la mesa de El País TV.

"A los pocos días, me llamó el presidente del Tolima (Gabriel Camargo). Fue una de las tantas veces que quiso contratarme, pero nunca se había concretado la ida al club. En diciembre se vino a Montevideo y nos reunimos. Se arregló de palabra y punto", dice.

Ese fue el comienzo de una experiencia que jamás imaginó vivir a esta altura de su carrera. "Concretamos de palabra la vinculación y llegamos a Ibagué en los primeros días de enero. Cuando fuimos a firmar el contrato ya había alguna variante, no era lo que habíamos acordado, pero igual pudimos firmar y comenzar a trabajar", acota Gregorio.

"Encontramos un gran plantel en lo técnico y en lo humano, tuvimos una respuesta bárbara. Y hasta el día de hoy incluso alguno de los muchachos me llama. Estuve 32 días, pero se formó un gran grupo", cuenta.

No quiere ahondar en el problema. En lo que lo llevó a tener un pasaje más que fugaz por Tolima. Apenas 32 días de trabajo.

"Se fueron suscitando día a día hechos que uno no compartía, hasta que llegó un final inesperado. El presidente es un hombre poderoso económicamente y quiere que todo pase por él, pero hay cosas que uno no puede aceptar. Elegir jugadores fue la gota que rebalsó el vaso. Es un hombre que se siente tocado si no puede tomar una decisión. O quería tomar decisiones que eran errónea, como la concentración y la alimentación de los jugadores", dijo Gregorio, todavía sombrado por lo que le tocó vivir.

"Fueron cosas que incluso conversé con el profe Gesto, cosas que no se podían aceptar. Se lo manifesté y no le gustó. Previo al partido ante América de Cali, pasaron cosas que jamás había vivido. Habíamos perdido el primer partido sin seis titulares, y ya hubo varias comunicaciones con el presidente que no me gustaron nada. Permanentemente hacía público que yo era uno de los contratos más altos de la historia, que era un técnico con trayectoria, pero a mí me decía que no estaba de acuerdo con el equipo. Todo previo al segundo partido", recuerda Gregorio.

Lo peor estaba por venir. Y lo vio. "Algo sospechaba. Terminamos el entrenamiento por la mañana, íbamos al hotel y no había almuerzo. El presidente dio la orden que los jugadores tenían que pasar por su casa a comer, y yo tomé la decisión de que los futbolistas fueran a las seis de la tarde a concentrar en vez de hacerlo a las 13.30. Eso no le gustó al presidente. Se lo comuniqué a Gesto, le dije que era inaceptable e indigno lo que estábamos haciendo. Fue así que antes de la cena recibí el comunicado del gerente deportivo que me manifestaba que el presidente no estaba de acuerdo con el equipo. "Está todo bien", le dije, pero el que toma las decisiones soy yo. Esperaba que sufriéramos una derrota para echarme, pero la respuesta del equipo fue muy buena y se le ganó al América, un grande y todo hacía suponer que las aguas se iban a calmar. Pero al otro día fui a la sede y me dijeron que tenía que reunirme con el abogado del presidente para marcar algunas pautas de trabajo que tenía que cumplir. No lo acepté y a la media hora me llamó el presidente. Me echó. Al principio me pegó fuerte. Fue una injusticia, pero la prensa lo reconoció. "Canallada" tituló el diario de Ibagué. Y uno se queda con eso, y con la respuesta de los jugadores. Pero bueno... hoy en día eso ya es historia, intento rescatar lo positivo, pero me dio mucha pena la situación. El fútbol colombiano progresó mucho. Es muy competitivo y era un hermoso desafío como profesional", dice Gregorio, que mira al futuro y deja atrás el sinsabor colombiano.

Cuenta que se va a tomar un descanso, pero que no deja de ir al fútbol porque es su pasión. "Mantengo viva la llama, la pasión, las ganas de trabajar. Yo voy a todos lados, a todas las canchas, es lo que me gusta. No de ahora, desde siempre. Pero uno escucha a algunos colegas que no van a la cancha por miedo a que piensen que vas a serrucharle el piso al técnico. ¡Noooo... nada de eso! Tenés que ir a ver fútbol, yo no voy con esa intención. Yo no estoy en contra de los que no van, pero yo me siento feliz con ir a la cancha por la propia pasión. Con el correr de los años todos hemos vivido alguna circunstancia en una cancha de Uruguay. Yo voy a todas las canchas y me trae recuerdos lindos. No voy a serruchar a nadie", agrega Gregorio.

Y claro, Peñarol es parte de su vida y s pasión. "Yo no puedo decir nunca más voy a dirigir a Peñarol. Uno es hincha, socio vitalicio, mi familia me acompaña, tengo butaca en el estadio, pero Peñarol está tomando un rumbo, parece que está tomando un nuevo camino y tomando vigencia, porque la historia no la borra nadie. Ojalá le vaya bien, ojalá... yo lo sigo desde la tribuna", dice con ese mismo vozarrón que lo hizo famoso ganando en todas las canchas del mundo.

Rubio Ñu: “objetivo”.

"El arreglo en Rubio Ñu era por nueve partidos. Logramos el objetivo, que era salvarse del descenso, y me volví", rememora Gregorio.

Tolima: “me dio pena”.

"Nunca me había pasado, el presidente quería hacerme el cuadro. No lo acepté y me echó. Me dio pena por el grupo", confiesa.

Peñarol: “soy hincha”.

Gregorio Pérez sigue yendo a ver al aurinegro, ahora con butaca propia y con la familia al lado. "Soy hincha, socio vitalicio", dice.

Fútbol: “es mi pasión”.

"Mantengo la llama viva, la misma pasión de siempre. Voy a todas las canchas, es lo que me gusta", afirma el entrenador.

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