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"El fútbol ha cambiado mucho"

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A Carlos Aguilera a sus 52 años le gustaría ser un "consejero". Foto: Fernando Ponzetto

Carlos Aguilera se saca más fotos ahora que cuando jugaba; se sabe buena gente y recomienda estudiar.

Los 52 años que cumplió Carlos Aguilera hace unos días lo encuentran en buen momento. A punto de volver a hacer deporte en el Naútico, dedicado a sus padres y a sus hijos; haciendo televisión y observando juveniles, que es lo que más le gusta. Sabe que el entorno del fútbol está cada vez más complicado, pero es su pasión y no puede vivir sin la pelota.

"Cuando me gusta un jugador le hago un seguimiento y digo para dónde está pronto para ir a jugar. Pero los que deciden sos los clubes o los representantes. Lo mío es como un asesoramiento de los jugadores jóvenes. Y hay muchos interesantes, extraordinarios. El problema es el entorno", afirma el "Pato" y se entusiasma.

"El ambiente del fútbol ha cambiado. La educación es primordial, no sólo para jugar al fútbol, sino para todo. Si un jugador es bueno, pero además estudia, se potencia. El que piensa, estudia y es bueno culturalmente se va potenciar en la vida, no solo en la cancha", añade basándose en su propia experiencia. El "Patito" convenció a su padre para dedicarse al fútbol cuando apenas estaba en primer año de liceo. Lo logró, pero su papá le dejó bien en claro que no estaba de acuerdo.

"Si volviera atrás, eligiría estudiar. ¡Si al fútbol ya jugaba bien! Mi ignorancia me llevó a equivocarme. Por suerte, me tocó la varita mágica", dice. "Hoy afortunadamente hay algunos equipos, no todos, que obligan a estudiar y esos jugadores tienen más posibilidades de llegar".

Aguilera asegura que piensa como hace 30 años y por eso hay cosas que no comprende. "El fútbol siempre fue un negocio, pero hoy los chiquilines de nueve años tienen representante. ¡Un disparate! Hay pibes que tienen 12 o 13 años y los representantes los sacan del barrio humilde en el que viven para llevarlos a lugares donde ni ellos ni su familia están preparados para vivir. Les dan dinero por mes y le compran auto. Se aprovechan de la necesidad de la gente. A veces la ignorancia lleva a aceptar cosas que no se deberían aceptar. Está bien que se ayude a las familias, pero no a cambio de una firma. Hoy lamentablemente llevan a los jugadores donde les dan más y no donde los preparan mejor. Y por más buen jugador que sea un pibe, si no está preparado y no lo cuidan va a Europa y vuelve, como le ha pasado a muchos", afirma. "Algunos representantes son estafadores. Y el ambiente del fútbol está cada vez peor".

Mirando hacia atrás y le cuesta elegir el mejor momento de su carrera. Al final se queda con dos. "Con Peñarol en el 89 o 90, antes de irme para Italia. En esa Liguilla y en la Libertadores que hice 10 goles y salí goleador. Y en Génova cuando entramos en la UEFA. Cuando uno pasa a jugar a Italia y gastaron mucho dinero por vos, tenés otras responsabilidades. Y uno no está preparado. Yo disfrutaba de jugar cuando estaba en Uruguay, en el Quinquenio, o cuando iban cinco mil personas a verme jugar en River".

Lo peor fue cuando perdió las ganas de jugar y colgó los zapatos. "Cuando en Peñarol nos dirigía Julio Ribas nos concentraba de jueves a domingo, me hacía correr 20 kilómetros con pibes de 18 años, te hacía ver 50 videos. Me aburrió. No es una crítica a Julio, no me adapté a lo que quería. Tenía 30 años y sentí que no se me respetaba la trayectoria. Como le pasó ahora a Forlán, que no lo cuidaron. Porque él no se fue porque quiso. Pero no lo ponían. Su padre le había hablado mucho de Peñarol, pero él encontró otro Peñarol", explica.

A Aguilera no le gustaría ser entrenador, pero reconoce que Sergio Markarian fue quien más lo marcó. "Era extraordinario, lo que sabía y como te llegaba. Lo que te decía, pasaba". Y también a su padre, que lo dirigió en formativas. "Aunque muchas veces entre un compañero y yo, me echaba a mí. Pero mi ídolo es mi padre. Ellos, mis padres, me dieron la posibilidad de estudiar aunque no lo hice. Yo tenía zapatos nuevos y ellos alpargatas. A mí no me faltaba comida y ellos, seguramente, a veces la pasaban mal".

Lo que sí le gustaría es transmitir sus experiencias. "Me gustaría ser una especie de consejero, dar charlas en los clubes. Me gusta muchísimo". Cada 15 días va a Las Acacias a ver jugar a uno de sus hijos. "Me pongo a hablar con el Tito Gonçálvez y aprendo muchísimo y eso que tengo 52 años. Los pibes tienen que saber quiénes son ellos, lo que consiguieron. La historia te hace más grande, pero no se lo inculcan", se lamenta.

"Sería bueno que los pibes entendieran de esos tipos que ganaron tanto y no ganaron dinero. Hoy hay pibes de 18 años que no pasaron por un grande ni por la selección y ya tienen casa y auto", finaliza.

En Génova no lo olvidan y lo esperan cada año con una figurita.

Lo llaman constantemente de Italia, sobre todo de Génova donde dejó una huella imborrable. Para escribir algún artículo para un diario, para dar una nota a la RAI y sobre todo, cada vez que suena el nombre de un jugador uruguayo. "En Génova me reciben muy bien, me llevan a comer a lugares extraordinarios y siempre se están acordando de los dos goles aquellos que le hice a Liverpool por la UEFA.

Hay una persona que me espera con una figurita de un álbum diferente cada año. Todo eso fue en los 90 y que se sigan acordando de mí de esa forma, es impresionante. No tiene precio. Quiere decir que algo bueno dejé. Cuando decidió dejar de estudiar, mi padre me dijo que más que un buen jugador, quería que fuera una buena persona. Y todos los días peleo por eso".

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A Carlos Aguilera a sus 52 años le gustaría ser un "consejero". Foto: Fernando Ponzetto

HISTORIASSILVIA PÉREZ

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