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Corazón valiente

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Peñarol Rampla
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Peñarol suple la falta de fútbol con el alma; sufre para ganar.

C inco minutos de prórroga. En el “Campeón del Siglo” hay tensión, los hinchas de Peñarol mastican bronca por el resultado y el trámite. Rampla se está llevando una victoria enorme, luchada, buscada, yendo al frente en el segundo tiempo.

La desesperación de Leo Ramos obliga a los cambios ofensivos, a desequilibrar al equipo, a dejar expuesto el fondo y a Guruceaga como líbero. El “Picapiedra” resiste la embestida del aurinegro como puede. Peñarol va con lo que tiene: alma y corazón. ¿Fútbol? ¿Para qué? Llega por las bandas, pero termina con la pelota en el área, buscando el cabezazo salvador. De contra, Rampla hace daño y casi logra el 3-1.
Pero no. Se pierde dos claras jugadas de gol.

Guruceaga mira a Leo Ramos y le pide autorización para ir al área rival. Quiere sumarse en la ofensiva. El técnico asiente. Van 87 minutos, falta, pero ya Peñarol está jugado al todo o nada.

Rampla resiste por arriba y por abajo, pero en una distracción, después de un centro al segundo palo del “Cebolla”, Affonso logra el empate. Iban dos minutos de los cinco de descuento, y el aurinegro recupera un punto. No se queda. Sigue, quiere, empuja, mete a la visita en su área, y 59 segundos después, otra llegada por izquierda, otra pelota puesta en el área por el “Cebolla”, vuelve a tener a Affonso como destinatario final. El delantero define impecablemente, suave, contra el palo opuesto al que se había jugado Odriozola. Y ahí se desata la locura y el festejo de todo Peñarol. El “Campeón del Siglo”, que sufría y palpitaba una derrota, salta, canta y explota de felicidad. En la cancha, la tímida protesta de algunos jugadores de Rampla. En la cancha, los abrazos para Affonso, el héroe de la noche.

Afuera, en el rincón ramplense, impotencia y frustración. Por el trámite, por haber “perdonado” a Peñarol cuando estaba al borde del nocáut, por haber marcado mal en las últimas dos pelotas que llegaron al área, y por ese offside no sancionado al goleador aurinegro que terminó sellando la derrota cuando minutos antes, todos celebraban la victoria...

Peñarol, que es puro corazón, se encontró con una victoria increíble, abrochada en los instantes finales de un partido no apto para cardíacos.
Rampla, que es un equipo ordenado, bien trabajado y con buen pie, sufre como ninguno la derrota.

Ganó el aurinegro. Lo hizo con el sello que impuso Leo Ramos. No juega mucho, le cuesta llegar, elaborar, generar fútbol, pero no renuncia jamás a la entrega ni a la lucha. No baja los brazos ni da por perdida una pelota.
Lo hizo en la Copa ante Atlético Tucumán, y anoche, le sacó de las manos el triunfo a Rampla. A puro corazón....

Novick y el "Cebolla" cargan con la mochila

Cuando no aparecía el gol, cuando la suerte parecía echada, cuando Rampla se paraba mejor en cancha con el 1 a 0 a favor, Marcel Novick se puso el equipo al hombro y lo llevó hasta el área rival.

El “Vikingo” bajó una pelota llovida con el muslo derecho, encaró para la medialuna del área y sacó un derechazo bárbaro, con rosca, que se metió junto al caño izquierdo del arco defendido por Rodrigo Odriozola. Fue el 1-1, y segundos después, se iba de la cancha alentando a quien entraba en su lugar, aplaudiendo y arengando por la recuperación del equipo en medio del segundo tiempo.

El “Cebolla” Rodríguez abrió un surco por el andarivel izquierdo del avance aurinegro. Fue al ataque infinidad de veces, se lo vio sentido, pero no le importó, corrió como si nada.

Cuando todo parecía perdido, peleó una pelota al borde del área, llegó hasta el fondo de la cancha, miró, hizo el centro pasado, al segundo palo, y le sirvió la pelota a Mauricio Affonso que “saludó” con la cabeza y anotó el 2 a 2. Pero al “Cebolla” le quedaba aire y espíritu. Le sobraba coraje y volvió a ir al frente, volvió a pelear otra pelota, volvió ganar y a meter un pase rasante al punto penal, una puñalada para cualquier defensa que llega y se le hace difícil rechazar. Le pelota le llegó a Affonso, y tocó para anotar el 3-2.

Novick y el “Cebolla”, volvieron a ser los símbolos de Peñarol en cancha. Los estandartes de un equipo que logró un triunfo clave. Si perdía o empataba, empezaba a despedirse del Apertura. Los dos llevan la pesada mochila del triunfo y la cargan sin problemas.

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Peñarol Rampla

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