El Clausura empezó de la misma forma en que terminó el Apertura: con los grandes cabeza a cabeza y mostrando que por poderío y plantel, están un escalón más arriba que los demás.

No sé si va a dar lo que pregona el Tola Antúnez, eso que Nacional y Peñarol se cortan solo y los demás "vamos a tocar el bombo", pero algo de cierto hay. Y está bien. Tendría que ser así. Por las inversiones y los refuerzos, y por esa lucha intestina que los lleva a esforzarse siempre un poco más.

Pero también hay que reconocer que los grandes también juegan un clásico todos los días, y es el de su semillero. Han logrado cambiar el rumbo y hoy tienen en sus equipos titulares a varios juveniles nacidos en las formativas.

Nacional tuvo a Espino, al Colo Romero, a Barcia, al Diente López y también a Mauricio Victorino, que llegó de chico a las juveniles del tricolor.

Peñarol, como nunca antes había sucedido, colocó en cancha a Guruceaga, al Vasquito Aguirregaray, a Nandez y a Palacios, y durante el juego ingresó Valverde. Forlán también tuvo paso fugaz por sus formativas, pero no se crió en el club.

Guste o no. De un buen tiempo a esta parte, los grandes cambiaron su objetivo. Y no se equivocaron. Todo lo contrario.

Desde el Arco